Mochós (Motozintlecos)


Entre las leyendas e historias que contaban los ancianos de la etnia mochó o motozintleco está la que decía que hubo una vez en que una plaga de murciélagos obligó a los pobladores de San Jerónimo, hoy Belisario Domínguez, a huir en diferentes direcciones. Contaban que aquella plaga les molestaba mucho y les mordía las orejitas, unos huyeron hacia el cerro de La Campana, en los márgenes de la actual comunidad de Motozintla de Mendoza, cuando este lugar era un desierto, y la otros tomaron rumbo a lo que actualmente es el municipio de Tuzantán.

Más tarde llegaron los conquistadores españoles a estos territorios donde se habían asentado, para entonces ya tenían su milpa sembrada y su ganado pactando libremente en el sitio, fue cuando se presentaron tres días con sus tres noches seguidas lloviendo sin parar. Cuando escampó, dos indígenas mochó decidieron ir en busca de su ganado que estaba al otro lado del río, pero al hacerlo comprobaron que el caudal de éste había crecido demasiado y acordaron esperar a que el nivel del agua menguara. Durante la larga espera vieron bajar por entre la corriente tres bultos que parecían tres canoas y pensaron que quizás con aquellas embarcaciones podrían cruzar el río hasta el otro lado. Se pusieron de acuerdo y mano a la obra, cuando el primero de los bultos flotantes pasó frente a ellos trataron de hacerse con él valiéndose de sus pieles, pero no lo consiguieron; después lo intentaron con el segundo y tampoco surtió efecto la idea, pero al tercero la suerte les cambió, este sí consiguieron atraerlo hasta ellos. La sorpresa fue cuando al sacarlo del agua comprobaron que no se trataba de una canoa, como creían, si no de la imagen de una persona tallada en madera.

El desconcierto les hizo olvidarse por un momento del ganado y salir en busca del chamán de la localidad para que les dijera de qué se trataba el hallazgo. El chamán parece que enseguida reconoció la imagen de San Francisco de Asís tallado entre sus vetas y les dijo que lo llevaran a la iglesia. Así lo hicieron los dos mochós junto al chamán, acompañados de una comitiva de nativos que acudieron al revuelo que supuso "la aparición religiosa" río abajo. Al día siguiente la imagen desapareció del templo donde la habían llevado y de nuevo volvió a aparecer en el mismo lugar donde la hallaron por primera vez. Al día siguiente repitieron lo mismo que el día anterior y de nuevo el santo volvió al lugar del encuentro. Así que, ante la tozudez del santo en cuestión, el chamán, aconsejó que se le hiciera una fiesta en su honor para que estuviera contento y les ayudara a proteger los cultivos ante las frecuentes lluvias torrenciales que se dan en la región. Le hicieron la fiesta y parece que el halago contentó a San Francisco de Asís porque ya no volvió a irse, desde entonces cada 1 de octubre celebran un festejo en su honor. También se dice que los otros dos bultos que bajaban flotando río abajo eran las imágenes de San Martín Caballero y del señor Santiago, la primera fue a parar a Mazapa de Madero y la segunda a Amatenango de la frontera, ambas poblaciones cercanas a Motozintla de Mendoza.

Existe un pequeño sitio arqueológico por el camino que lleva a Chimalapa, donde se encuentra un montículo principal de unos tres metros de altura, un testimonio que da cuenta de los asentamientos humanos prehispánicos que llegaban hasta las faldas del cerro de La Campana, el lugar donde llegaron huyendo de la plaga de murciélagos que contaban los ancianos mochós. En esta zona arqueológica se han encontrado piezas del periodo Clásico Tardío, entre los años 600 y 900 d.C., entre las que destacan figuras de murciélagos.

La fundación de Motozintla de Mendoza se considera que se dio el mismo día que se inauguró la hacienda ganadera de San Francisco, en 1620, propiedad de los asturianos Alfonso y Fernando Urrutia. Por aquel tiempo Motozintla pertenecía a lo que hoy conocemos por República de Guatemala, entonces departamento de Guatemala. Motozintla pasó a formar parte de México en 1894, 12 años después de los tratados que limitaban las fronteras de ambos países. Más tarde, en tiempos de la reforma agraria, tanto el gobierno nacional de Lázaro Cárdenas como el estatal de Victorio Grajales, implantaron medidas para suprimir las tradiciones y las lenguas de los indígenas que vivían en la frontera. Se quemaron imágenes religiosas, trajes tradicionales, se expulsaron a los sacerdotes católicos y se prohibió el uso de las lenguas indígenas en la zona fronteriza.

Algunos años más tarde, en la década de los 60, las políticas cambiaron de tendencia y se emprendió una revitalización de las culturas prehispánicas, pensando también en integrar a los indígenas a la vida nacional. A partir de los 80, los inmigrantes guatemaltecos que huían del régimen represivo instalado en su país, hicieron crecer notablemente la población de Motozintla, donde poco a poco han ido tomando responsabilidad en puestos administrativos del gobierno local.

La etnia mochó viven en la zona fronteriza entre México y Guatemala. Se asienta principalmente en los barrios aledaños a la cabecera municipal de Motozintla de Mendoza, Campana, Canoas, Chelajú Grande, Chelajú Chico, Guadalupe y San Lucas; también en otros municipios como Tuzatán, Tuzatán de Morelos y Belisario Domínguez, en la Sierra Madre de Chiapas, México.

El origen del vocablo mochó fue impuesta por los españoles, según una anécdota histórica que no me resulta ni nueva ni original, también con otros pueblos sucedió lo mismo. Parece ser que los españoles, cuando llegaron a estas tierras, preguntaron por el nombre del lugar y los nativos lo único que respondían era mochó, que en su lengua significa "no hay".

La lengua motozintleco o mochó, está casi extinta, la hablan alrededor de 400 personas en Chiapas. Se clasifica dentro del tronco lingüístico maya y la mayoría de los especialistas en lenguas mayenses la consideran derivada del tronco kanjobalano, proveniente del jacalteco y asociada al ixil y al aguacateco.

Este grupo étnico basa su economía principalmente en la agricultura, en los cultivos de maíz, frijol, haba, chile y jitomate; el café, la papa y el cacao se cultivan para la venta; el aguacate, naranja y plátano son cultivos secundarios. También la ganadería tiene su importancia, la cría de borregos y aves de corral, al igual que la elaboración de objetos de barro y prendas de lana que son destinadas al uso familiar. El cultivo del cacao siempre tuvo un papel relevante desde la época prehispánica, hasta que el café lo relegó a un segundo término en el siglo pasado.

Las viviendas tradicionales de los mochós las construían antiguamente con paredes de tejamanil (madera de pino) y el techo con el mismo material y hojas de palma. Actualmente las paredes suelen construirse de adobe, techos de láminas de zinc y suelo de cemento; cada casa cuenta generalmente con dos cuartos.

La mayoría de los componentes de esta etnia son católicos, aunque también los hay protestantes, sincretizadas con antiguas creencias relacionadas con los duendes de la naturaleza, a quienes les dedican ofrendas y rituales, solicitando lluvia y buenas cosechas.