Cochimíes


Los antiguos cochimí decían, refiriéndose a su mitología, que el cielo, la tierra, y todo lo que ella acoge, lo había hecho un gran señor, un capitán grande que se llamaba Menichipo. El primer encuentro que los indígenas cochimí tuvieron con los conquistadores españoles fue en el siglo XVI, fueron encuentros esporádicos, que se hicieron más prolongados y continuos cuando en el XVII los jesuitas se establecieron con sus misiones en la península de la Baja California. En 1768 la corona española expulsó a los jesuitas del territorio y un año más tarde fueron los franciscanos, con fray Junípero Sierra a la cabeza, los que les sucedieron fundando la misión en el camino hacia el norte, hacia la Alta California, por último fueron los dominicanos los que crearon la nueva misión y definitiva entre los cochimí, en El Rosario, en 1774. Las epidemias de enfermedades que llevaron consigo los europeos no fueron ajenas tampoco al pueblo cochimí, que al igual que la mayoría de los pueblos indígenas las sufrieron causando estragos, la población se fue diezmando y entre los siglos XIX y principios del XX su cultura e idioma acabó por extinguirse.

La etnia cochimí habita en el estado mexicano de Baja California, especialmente en la comunidad de La Huerta, entre los municipios de Ensenada, Tecate y Mexicali. El clima de la región es extremadamente seco. Su altitud va desde los cero y 500 metros en la zona costera hasta los 2.000 m. en la serranía; el suelo es árido y semiárido. Es una zona desértica entre cerros con vegetación escasa y donde predominan los dispersos matorrales y los cactus, sahuaro, choyas, nopales, cirios, cardón, cachanillas, jojoba y otros más. La fauna de la región se compone de venados, coyotes, pumas, borrego cimarrón, conejos, víbora cascabel, lagartijas y aves como: águilas, codornices, correcaminos, halcones, búhos, etc.

El territorio donde habitan los cochimí acoge a un grupo de cinco pueblos indígenas, que junto a este son: Kumiai, cucapá, paipai y kiliwa. Los dos primeros son conocidos por los habitantes de la meseta, el tercero por rieños y los últimos reciben el apelativo de serreños. El grupo cochimí heredó el nombre de los misioneros que denominaban con este nombre a las comunidades fronterizas. En la ranchería de La Huerta son alrededor de 40 casas en las que viven los 195 habitantes pertenecientes a la etnia que actualmente viven de la agricultura y el ganado, en El Ranchito, La Mariposa, Los Gavilanes, Valle de Guadalupe, Ojos Negros o Real del Castillo. Los antiguos cochimí eran nómadas, cazadores, pescadores y recolectores, y aunque no conocían la agricultura ni cuidaban ganado sí es posible que conocieran la alfarería antes del encuentro con los españoles. El fruto del cactus pitahaya les proporcionaba un gran valor nutritivo pero de corta duración por tratarse de un fruto de temporada, esto propiciaba que, después de digerirlos, las semillas de sus propios excrementos secos las asaran y se las volvieran a comer, como si de una segunda cosecha se tratara. Otro rasgo característico de esta etnia era la donación de los cabellos humanos, con los que los guamas o hechiceros se confeccionaban capas que usaban en los actos ceremoniales.

Entre los mitos de los cochimí encontramos el que decía que provenían del norte, que se habían refugiado en la Península de Baja California huyendo de los enemigos que los perseguían y con los que habían salido derrotados después de una gran contienda. Conocían de la existencia de los anteriores pobladores del territorio donde se asentaron, de su alta estatura y de sus figuras de animales y hombres pintadas en las cuevas, pero desconocían o no daban razón de cuales fueron las causas de su extinción. Los cochimíes no tenían escritura ni formaciones artísticas formales, llegaban a contar hasta veinte utilizando los dedos de las manos y de los pies, fue después de aprender el idioma que los españoles les enseñaron cuando aprendieron a contar hasta cincuenta y los más aplicados hasta cien. El año lo dividían en seis partes y entre ellas era la primera la más alegre y apreciada, era la temporada de las pitahayas y se le conocía por el nombre de mejibó o meyibó, tiempo que coincidía con el de julio y agosto actualmente.

Su idioma es el laymón o mti'pa', actualmente existen menos de un centenar de hablantes por lo que se le considera prácticamente extinta, pertenece a la familia yumano-cochimí que comprende once lenguas. Fue incluida entre las lenguas hokanas por Voegelin y Haas, y como hoka-sioux, según Edward Sapir. Otras propuestas la incluyen a las lenguas guaicuranas, que son un grupo de idiomas actualmente extintas y que se hablaban en el sur de la península de California y aunque se supone que pudieron tener alguna afinidad no hay evidencias suficientes para comprobar esta relación entre sí.


























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