Conchos


El nombre genérico que recibían los miembros de esta etnia extinta se les dio por la cantidad de restos de conchas que se encontraban en las riberas del río que habitaban. El territorio de los conchos se situaba desde el área de la cuenca del Río Conchos hasta el Río Bravo en el norte del estado mexicano de Chihuahua. Desde la Sierra Madre Occidental hasta las actuales Ciudad Ojinaga, Chihuahua y Presidio, Texas. Sin embargo, este lugar al otro lado de la frontera entre México y Estados Unidos, según Emilio Langberg, parece haber sido un sitio de comercio entre las tribus amigables antes de la llegada de los españoles a la zona. Para esa época, la de la llegada de los europeos, los conchos eran el grupo étnico que mayor extensión territorial ocupaban en el área de lo que hoy se conoce como el estado de Chihuahua; eran nómadas y seminómadas que formaban un grupo de pequeñas bandas. En la historia de este pueblo se recoge que a principios de 1645 una tribu cercana al pueblo de San Francisco de Conchos se sublevó, el día 25 de marzo, mataron a los franciscanos que servían la misión, Fray Tomás de Zigarán y Fray Francisco Lavado, y después quemaron la iglesia y la casa rural. Cuatro años más tarde de este episodio se hizo el primer cálculo de indios de la etnia que vivían en la región, fue Don Digo Guajardo Fajardo, capitán general y gobernador de la Nueva Vizcaya, y ascendían a un número cercano a los 50.000 habitantes.

El territorio concho es árido, extremadamente seco, y aunque su temporada de lluvias es el verano en el invierno también acostumbra a llover. Dos terceras partes del suelo concho es de pastizal y matorrales, algo a lo que supieron sacarle un excelente provecho; parte de su alimentación procedía de la agricultura que cultivaban, como las calabazas y también maíz. Cuando llegaron los primeros extranjeros a la región los nativos se dedicaban básicamente a la pesca, aunque nunca llegaron a abandonar la práctica de la caza y la recolección. También se conoce que para 1697 los cultivos que producían sandías daban buenos resultados. Entre sus costumbres, que compartían con los otros grupos del norte de México, estaban la de moler el maíz mediante el uso del metate y utilizarlo en forma de pinole, o la que ya ha desaparecido de moler los frutos del mezquite para preparar la masa con la que se elaboran los tamales y que los españoles mencionaban como mezquitamal.

Como reseñaba anteriormente, los conchos supieron sacarle rentabilidad a las duras condiciones que se daban en la zona, se adaptaron al desierto y empleaban incluso el bazago del mezcal como alimento de subsistencia en las épocas en las que los frutos silvestres escaseaban, después de molerlo previamente para hacerlo comestible. El mezcal fue la planta que más utilizaron los grupos de la región, es xerófita y sus hojas fibrosas sirvieron para elaborar las prendas que vestían, pero también el corazón de la planta se cocía y los jugos azucarados que producía se consumían como energético. Entre los animales que cazaban estaba el bisonte, el venado y el conejo, este último abundaba por todo el territorio y sus pieles se aprovechaban para vestirse; otras especies menores formaban de igual manera parte de su dieta, aves, ratones de campo, ardillas, tuzas, liebres, víboras, cigarras, saltamontes y hormigas. El otole, la bebida que elaboraban, lo hacían moliendo las semillas silvestres que recolectaban.

No es mucho lo que se conoce de esta etnia pero de su lengua sí se sabe que era afín a la Cahita y Ópata. Los europeos se ocuparon de los indígenas sólo ocasionalmente y eso originó confusiones con respecto a los grupos que vivían dispersos, que tenían sus lenguas y nombres particulares, estas equivocaciones se daban al considerar a un grupo en forma independiente cuando lingüísticamente formaban parte de otro mayor. Los errores hicieron que muchos de sus nombres, que los propios grupos no utilizaban, se perdieran y olvidaran al otorgarle otros, como en el caso del grupo conocido por los "hijos de la tierra" o de los "comezacate". Sin embargo, y pese a estas confusiones, se han podido conocer parte de las características del amplio grupo de los conchos.

Este gran grupo étnico lo componían otros subgrupos que tenían entre sí una gran afinidad cultural y aceptaban autoridad común, por esta razón se cree que debieron formar parte de los conchos, son los: guamichicoramas, baopapas, obomes, yacchicahuas, yaochanes, topacolmes, aycalmes, polacmes, posalmes, cacalotitos, yeguacates, guelasquicmes, guiaguitas, abasopalmes, olobayaguanes, bahilimis, yaculsaris, sucais y coyamites. A los que probablemente habría que añadir osatayolida, seuliyolida y batayolida, de los que también se habla en el archivo de Parral.

Es muy probable que algunos de los grupos conchos practicaran la poliginia, pero no existen pruebas que puedan confirmarlo. Sí parece que se reunían en grupos de varias familias para aprovechar al máximo la abundancia de frutos y semillas durante la recolección en el verano, y que igualmente lo hacían para deplorar la muerte de alguno de sus miembros o para prepararse para las batallas o las victorias de la guerra. Por el archivo de Parral se sabe que los conchos se casaban con miembros de otras tribus al igual que chisos y tobosos, con estos últimos pudiera parecer extraño por estar emparentados con los apaches y no formar parte del grupo concho, aún así también contraían matrimonio entre ellos. Sus casas eran pequeñas y se construían sólo para albergar a la familia, eran efímeras y sus materiales el zacate o las ramas de las plantas ribereñas. En sus ceremonias religiosas utilizaban los cactus alucinógenos para entrar en contacto con la divinidad, además de practicar la antropofagia de la misma manera que los chisos, de los que se conoce un caso en el que se comieron el cadáver de una chica española que habían capturado.