Chuj


Los chuj son una etnia maya guatemalteca que habitan en el departamento de Huehuetenango, en un área que integran tres municipios, San Mateo Ixtatán, San Sebastián Coatán y tres cuartas partes del territorio municipal de Nentón. Su zona es de transición entre tierras bajas y tierras altas, en las cimas y estribaciones del noroeste de la sierra de los Cuchumatanes. La altura está entre los 750 m. de la aldea Trinidad, en Nentón, hasta más de los 3.500 m. en el cerro sagrado de Wowi. El clima es frío, sus bosques húmedos y los suelos poco fértiles. El número de habitantes chuj en estos tres municipios oscila alrededor de las 85.000 personas. No obstante, el territorio que ocupa no es exclusivo de esta etnia, comparten territorio con otras etnias mayas, como los acatecos, qanjobales, mames, quichés, poptís, jacaltecos, tectitecos, especialmente en zonas de San Mateo y Nentón, que representan entre un 5% y el 15% de la población indígena. La densidad del territorio que ocupan los chuj se extiende alrededor de 728 Km2.

El área de la sierra de los Cuchumatanes ha estado poblada desde hace al menos 2.000 años y en toda la región se cuentan aproximadamente 140 sitios arqueológicos, muchos de ellos funcionaban como centros administrativos. Esta cantidad de datos históricos y lugares arqueológicos nos muestran que en la antigüedad los chuj fueron muy importantes en el comercio con los pueblos mexicanos, llevando y trayendo las mercancías producidas por las comunidades de los alrededores. Una época en la que las poblaciones de la región se encontraban en ciudades amuralladas llamadas tinamit, eran centros semi-urbanos, pequeños y rodeados por amaq' o distritos exteriores. La organización social se dividía entre señores y vasallos, entre los primeros estaban los gobernantes y sacerdotes que habitaban dentro del tinamit, y los segundos, que vivían en el amaq', eran los que trabajaban para mantener a la clase privilegiada, entre los dos estratos existía un grupo en cierto modo privilegiado y que incluía a los comerciantes, los artesanos y los guerreros.

En el año 1525, Gonzalo de Alvarado, hermano de Pedro de Alvarado, conquistador de Guatemala, invadió el territorio que hoy se conoce como Huehuetenango, tratando de conquistar a la comunidad Man. Lo guiaba el rey de los k'iche', Sequechul, quien buscaba venganza contra ellos por la muerte de su padre, porque su cacique Kayb'il B'alam había propuesto la fallida quema de los españoles en Utatlán y en represalia dieron muerte a su progenitor. En este episodio comenzó la conquista del territorio que acoge a los chuj que, después de derrotar a los man por falta de alimento, sitiados durante mes y medio en Zaculeu, y de atacar Nebaj y quemar las casas de los Ixil, llegaron a la comunidad chuj en 1530. La historia cuenta que no fue fácil la derrota de los indígenas y el control de la región, pues los levantamientos y guerras llegaron hasta 1653, en protesta por los malos tratos recibidos y los fuertes tributos a pagar. Los conquistadores españoles introdujeron nuevas formas de administración y en 1549, Pedro Ramírez Quiñónez, ordenó que todas las personas que vivían dispersas se concentraran en los pueblos, con el objeto de facilitar el control político y administrativo.

Como en otros lugares conquistados por los españoles la población indígena mermó considerablemente, debido a las mismas razones, los abusos, vejaciones y malos tratos junto a las enfermedades, en especial la viruela y el sarampión. Las tierras de los mayas fueron sustraídas y repartidas entre los españoles, a las que llamaron "encomiendas", y cada uno de los beneficiados quedaba con la obligación de cristianizar a los nativos. La evangelización de los chuj, como a todos los pueblos de los Cuchumatanes, corrió a cargo de los misioneros dominicos y consistió en reemplazar sus creencias por las invasoras. Se prohibió el uso de los calendarios mayas y los rituales tradicionales. A pesar de la prohibición sobrevivió el denominado Tzolkin, de 18 meses y 260 días, y que aún hoy continúa marcando la actividad agrícola. El control administrativo español sobre la población fue disminuyendo en el siglo XVII y en 1825 se proclamó la primera Constitución del Estado de Guatemala, el territorio fue dividido en siete departamentos y la sierra de los Cuchumatanes quedó integrada en el de Totonicapán. En este tiempo los chuj, como el resto de comunidades mayas de la región, se encontraban aislados de los poblados del área y la mayoría de la población sólo hablaba su propio idioma.

En 1886 se crearon nuevos departamentos y la región quedó integrada definitivamente bajo la juridicción de Huehuetenango. Con la introducción del cultivo del café el gobierno estableció nuevas políticas económicas e implantó otras formas de trabajo forzoso que, junto al peonaje por deuda, cambiaron las condiciones de vida de los chuj. La independencia de Guatemala tampoco trajo nada nuevo para los pueblos indígenas que, bajo los gobiernos de Estrada Cabrera y Jorge Ubico, vieron como los abusos y la explotación se cernía sobre ellos. Se implantó la ley de vialidad y con ella se les obligaba a trabajar gratuitamente en obras públicas; la ley de vagancia también obligaba de la misma manera a trabajar en fincas y obras públicas a quien no pudiera demostrar una ocupación. En octubre de 1944, el movimiento revolucionario contra la dictadura de Jorge Ubico no trajo nada nuevo para la comunidad chuj, continuaron con las mismas condiciones laborales en las plantaciones de café en la región y en la costa del Pacífico. En la década de los sesenta, durante el conflicto armado del ejército del gobierno y la guerrilla, fue un tiempo de desolación para la comunidad chuj, que tuvieron que huir hacia territorio mexicano, la costa y la ciudad de Guatemala. Las poblaciones fueron arrasadas y sus habitantes se refugiaron o huyeron, sus aldeas y cultivos fueron abandonados y quemados por el ejército y las fuerzas rebeldes. Ya en 1983 el gobierno empezó a formar los asentamientos de acuerdo con nuevas políticas de reubicación de la población, lo que produjo un nuevo cambio, y muchos de los que se habían dispersado durante el conflicto perdieron sus tierras. En territorio mexicano se calculan que residen alrededor de 10.000 chuj, que recientemente han iniciado su retorno en gran medida.

La mayor parte de la población de esta etnia se ha ocupado históricamente de la agricultura, pero desde el periodo clásico también vienen ocupándose de las minas de sal de San Mateo, desde hace más de 1.000 años. De igual manera la artesanía tiene un peso importante para la economía de los chuj, de la que son muy valorados sus trabajos realizados con hilos de maguey conocida como jarcia, bolsas, morrales y redes; el pastoreo de ovejas es otra ocupación importante al igual que la cerería y la cerámica vidriada. Su religión se acentúa en la fe cristiana, aunque sin perder del todo su influencia maya, de la misma manera que adoran al Cristo de Esquipulas creen en nahuales o hacen pactos con "el guardián de los cerros". La cultura del pueblo chuj es rica y amplia, en tradiciones, arqueología e idioma. En el noroeste del departamento de Nentón se encuentran situados los sitios arqueológicos de Chaculá y Quen Santo, con estructuras que evidencian la cultura olmeca. El idioma chuj pertenece a la familia mayense, junto al q'anjob'al, jacalteco, acateco, tojolabal y mocho, lo hablan alrededor de 50.000 personas y hace aproximadamente 21 siglos que formó su propia rama lingüística, el chujeano.

Las mujeres chuj son las indígenas que menos acceso a la educación han tenido en Guatemala, prueba de ello es que sólo el 12,5% sabe leer y escribir.








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