Tepehuanes y Tepecanos


Los tepehuanes son un agrupamiento de pueblos nativos de México, cuyo territorio se extiende desde el estado de Jalisco hasta el de Zacatecas, abarcando la Sierra Madre Occidental. Son tres las distintas ramas que se reconocen de este grupo de etnias, tepehuanes del norte, tepehuanes del sur y tepecanos; que junto a los pimas y pápagos componen la rama Tepima de la familia yuto-azteca.

Los tepehuanes del norte, habitan en la región sur del estado de Chihuahua, principalmente en los municipios de Guadalupe y Calvo y en menor número en el municipio de Guachochi. Los tepehuanes del sur, lo hacen en los municipios de Mezquital y Pueblo Nuevo en el estado de Durango, y en el municipio de Huajicori, en Nayarit. Por su parte, los tepecanos, habitaban algo más al sur que estos dos grupos con los que están emparentados. Antiguamente lo hacían en la región del norte de Jalisco y posiblemente en parte del sur de Zacatecas. Entre los tepehuanes del sur y los tepecanos era tan mínima la diferencia cultural y lingüística que algunos antropólogos, como Jhon Alden Mason, los consideran una única etnia con dos núcleos geográficos distintos.

La nación tepehuana u ódami, hasta poco antes de la llegada de los conquistadores españoles, era la más extensa del norte de México, en cuanto a territorio se refiere. En el siglo XVI su territorio se extendía hasta el sur de Durango y el norte de los estados de Nayarit, Jalisco y Zacatecas. Eran vecinos de los tubar y zoe al noroeste, los acaxee en Durango, los xixime en Sinaloa, los conchos, coras y huicholes al suroeste y tobosos al noroeste. Según las crónicas de los primeros misioneros que llegaron al territorio ódami, estos eran belicosos y politeístas, y mantenían cierto dominio sobre otros pueblos vecinos como los acaxee, a los que le exigían tributo. Las minas y la extracción minerales estuvieron estrechamente relacionadas con la colonización del territorio y de ahí el consecuente establecimiento de pueblos españoles y mestizos alrededor de los complejos mineros.

Los misioneros franciscanos, y en menor medida los jesuitas, fueron los evangelizadores en la época colonial. La estrategia colonizadora en este caso no fue muy distinta a otras llevadas a cabo en los nuevos territorios conquistados para los españoles, no por, sino para, porque mucho tuvieron que ver en toda esta conquista los propios indígenas de otros pueblos, que formaron alianzas con los extranjeros, de otra manera hubiera sido imposible que "un sólo puñado de barbudos" hubieran conseguido la gesta. La evangelización se hizo posible concentrando a la población dispersa por medio de misiones establecidas en lugares estratégicos por ser sitios mineros o agrícolas, en donde los nativos trabajaban para la economía colonial.

Pero claro, no todo fue coser y cantar, la colonización tuvo sus puntos ásperos, no fue todo un camino de rosas. Durante el siglo XVII hubo varias insurrecciones indígenas contra el orden colonial establecido en la Nueva Vizcaya. La primera de ellas se dio entre 1616 y 1620, con un trasfondo religioso y mesiánico y con el mensaje de los líderes pregonando que se trataba de un mandato divino para recuperar sus tierras y expulsar de ellas a los españoles. Esta insurrección de los ódami abarcó misiones, haciendas y poblados españoles, arremetiendo incluso contra la capital de Durango por aquel entonces, Guadiana. Tres años más tarde, en 1619, el gobernador de la Nueva Vizcaya ya había convencido a muchos insurrectos para que se rindieran con el ofrecimiento de la amnistía. En cambio, con los que no se rindieron no hubo piedad, sus principales líderes fueron ahorcados y la población tepehuana reducida a las misiones.

Por otro lado, al norte del actual estado de Jalisco, los primeros misioneros en llegar fue allá por 1581, los frailes Pedro del Monte y Andrés de Medina. Por los relatos que nos dejaron estos dos religiosos sabemos que por aquel tiempo Chimaltitlán y Nostic eran poblaciones tepehuanas. También por los documentos revisados por el padre Nicolás Valdés o por otros datos como el idioma hablado en algunas localidades como Colotlán y El Teúl, y coincidencias con la historia oral de los tepehuanes, sabemos que su territorio abarcaba desde la Sierra de los Morones al oriente hasta la Sierra de los Huicholes al poniente y desde Azqueltán en el norte hasta San Cristóbal de la Barranca al sur.

A la llegada de los españoles, muchas de estas poblaciones fueron abandonadas por los tepehuanes, especialmente las situadas al límite sur del territorio, de donde emigraron a otras regiones tepehuanas en el norte, incluyendo Durango. Históricamente, el territorio de los tepehuanes del sur se extendía hasta San Cristóbal de la Barranca y los tepehuanes que habitaban la región de Villa Guerrero y Totatiche fueron integrantes de este mismo grupo. A lo largo de la historia, a los habitantes de estos pueblos se les denominó tepecanos, sin embargo, lingüísticamente y culturalmente formaron parte de la misma etnia que los pueblos tepehuanos del sur de Durango.

El idioma de los ódam pertenece al tronco yuto-azteca en su rama primaria, la que se reconoce como lengua tepehuana. Se puede decir que con sus vecinos coras, huicholes y mexicaneros sólo tienen entre sí un parentesco lejano. Dentro de esta misma lengua se dan diferentes dialectos, fonético y léxico, entre los que viven en Mezquital y Pueblo Nuevo.

Son varias las versiones que se dan sobre el significado de la palabra tepehuan, que sin duda es de origen náhuatl. Derivado de tepetl, "cerro", y huan, partícula posesiva, quiere decir "dueño de cerros". Pero existe otra interpretación diferente que señala al término tepehuani como significado de "conquistador o vencedor de batallas".