OPINIÓN: El largo camino hacia la estabilidad financiera

15-9-2010 - Hay mucho que admirar en el nuevo acuerdo que alcanzaron los entes reguladores bancarios del mundo respecto de la cantidad de capital que se le exigirá a los bancos que retengan en el futuro. Su eficacia dependerá de las otras medidas que tomen las entidades regulatorias tendentes a aumentar la estabilidad del sistema financiero.

La proporción de acciones ordinarias (se ajustó su definición) respecto de activos con riesgo ponderado aumentó más del doble, hasta el 4,5%.  Se espera que las entidades regulatorias restrinjan los premios y dividendos cuando los bancos metan la mano en la reserva adicional del 2,5% Esto demuestra conocimiento político (los bonus desproporcionados gozan de muy mala fama en una recesión) y será un freno para los bancos, de modo que no permitan que sus reservas caigan demasiado.  Con más colchones contracíclicos de hasta el 2,5%  dispuestos por las entidades regulatorias nacionales, el paquete constituye un gran avance sobre el status quo.

Aun así, no es lo ideal. Los nuevos coeficientes son más bajos de lo que podrían haber sido y no se pondrán en marcha sino hasta 2019. El mercado reaccionó positivamente y reflejó así la realidad de que la mayoría de los bancos no tendrán que captar nuevo capital. La etapa de introducción gradual más larga fue, en verdad, una concesión que se le hizo a los bancos más chicos, en especial en Alemania, que pugnaría por cumplir las normas de inmediato. Es desacertado: si los bancos están descapitalizados, no deberían esperar casi un decenio para solucionar el problema.

No son estas las únicas concesiones. En julio pasado, los entes regulatorios moderaron una norma de liquidez a corto plazo que se había propuesto (ahora se la pondrá en marcha en 2015) para que los bancos pudieran trazar escenarios de estrés que fueran menos exigentes. También se comprometieron a revisar otra norma de liquidez a largo plazo. Esta indecisión revela el peligro de la captura regulatoria, en especial, en una industria tan eximia tanto en el cabildeo como en la actividad bancaria. Es vital que los reguladores se mantengan firmes ante las presiones durante el período de transición.

Los ratios de capital más elevados no bastan, por sí solos, para evitar crisis futuras. Los reguladores deberían ser cautos ante el riesgo de migración hacia el sistema bancario fantasma. La reforma Dodd-Frank le dio a los entes regulatorios de los Estados Unidos la facultad de calificar a cualquier entidad de tener “una relevancia sistemática”. El Consejo Europeo de Riesgo Europeo, de próxima creación, debería tratar de desempeñar una función parecida.

También debería resolverse el problema de las que son «demasiado grandes como para quebrar». Los bancos que tengan la garantía implícita (de que el gobierno siempre los salvará) seguirán asumiendo riesgos excesivos. Son indispensables los planes para que los acreedores soporten las pérdidas —regímenes de resolución y también mecanismos de rescate interno. Basilea III es un elemento clave en el marco regulatorio mundial. A menos que a los otros también se los coloque en la posición correcta, la estabilidad financiera seguirá rehuyéndonos.

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