Caribes


Los caribes, caribales, kalinagos o galibi, tuvieron una importante presencia en el mar Caribe, pero al igual que a los arahuacos, erróneamente se les ha circunscrito a esta zona centroamericana. Su procedencia está clara que se sitúa en la parte sur del continente. A la llegada de los españoles los caribes tenían una distribución mucho más amplia, que comprendía el norte de Sudamérica y numerosos enclaves en el mar Caribe.

El término caribe sirvió de inspiración para nombrar a un territorio y mar de América, pero su dispersión hacia el sur abarcó a Colombia, Venezuela, Guyana, Surinan, Guayana Francesa, Brasil, Perú, Ecuador y hasta Argentina. Fueron uno de los primeros grupos en habitar las Antillas y de igual manera se extendieron por el norte del continente americano navegando por el Misisispi. Quizás, dos de los factores más importantes que se dieron para la expansión de los caribes fueron el uso de la navegación, tanto por mares como por cuencas fluviales, y la práctica de la exogamia.

En el siglo XV, a la llegada de los conquistadores, los caribe estaban en plena expansión territorial y en guerra contra los arahuacos, que habitaban la mayoría de las islas caribeñas pero que desde hacía varias generaciones habían empezado a ser colonizados por ellos. Los españoles no tardaron en comprobar cuál era la estrategia expansionista que llevaban a cabo los caribes, cuando en varios lugares encontraron comunidades mixtas, donde los hombres hablaban léxico caribe y las mujeres y los niños léxico arahuaco. Este detalle demostraba que no dejaban con vida a sus enemigos masculinos y promovían el mestizaje con las mujeres arahuacas.

También los españoles dieron cuenta de la ferocidad de los caribes, que navegaban bien organizados en sus curiaras, armados y dispuestos a enfrentarse a cualquier extraño que invadía sus territorios. Eran bravos guerreros en el cuerpo a cuerpo y esto les valió la fama de, además de salvajes como cualquier indígena, antropófagos sempiternos. Por parte de los europeos se les atribuyeron desmanes y atrocidades que fueron excusas suficientes como para cometer un verdadero genocidio allá por donde se los encontraban, como si el ir bajo la bandera real y la cristiandad les diera un derecho natural para ir en contra de sus vidas y sus propiedades.

El enfrentamiento directo con los españoles les fue reduciendo en número y desplazándolos en territorio, hasta quedar casi exterminados en el periodo colonial. Aún así, consiguieron mantenerse en algunas de las islas, como San Vicente, Dominica, Santa Lucía y Trinidad. Los caribes de San Vicente se habían mezclado con esclavos negros que huyeron de un barco inglés y en 1795 fueron deportados a la Isla de Roatán, en Honduras, donde hoy todavía viven sus descendientes los garífunas. En cambio, los ingleses no vieron tanta hostilidad por parte de los caribes en San Vicente, por lo que les permitieron permanecer en la isla. La resistencia que presentaron las comunidades caribe en Dominica les permitió conservar un grado de autonomía en el siglo XIX. Actualmente quedan unos 3.000 indígenas caribes en Dominica, aunque no queda ninguno que conozca su lengua, que fue declarada muerta desde 1920.

El vocablo caribe deriva del proto-caribe karipona, "hombre". Las lenguas caribe forman una familia lingüística, mutuamente incomprensibles entre sí, que consta en la actualidad de unas 30 lenguas derivadas del proto-caribe. Se le estima una antigüedad de aproximadamente 3.700 años. Si nos atendemos a la extensión geográfica que ocupaba en el tiempo del contacto entre los dos continentes, podríamos considerarla como una de las familias lingüísticas más grandes de América. Existen algunas teorías en las que engloban a esta familia dentro de una familia más grande llamada Yé-tupí-caribe, sin embargo, ese parentesco aún no está demostrado.

La descripción que sobre los caribes nos trasmiten las crónicas históricas es que se trataba de un pueblo practicante de la antropofagia. De la palabra karib, los conquistadores derivaron "caribelismo", que con el transcurrir de los años evolucionó hacia las palabras caníbal y canibalismo. Aunque todavía sobrevive la falsa teoría de que las herramientas de corte para los sacrificios humanos eran cuchillos de sílex, la realidad es que las evidentes pruebas arqueológicas demuestran que se fabricaban en oro y con el mango en forma de figura que representaba al cacique, como las utilizadas por la etnia caribe pijao, en Colombia. Los sacrificios humanos llevados a cabo con estas herramientas de grandes proporciones se realizaban con un movimiento de abajo a arriba, con la víctima inmovilizada hincada de rodillas o en pie. Un método que no decapitaba pero que dejaba marcas de las hojas en las primeras vértebras cervicales, como las encontradas en diferentes estudios forenses de osamentas en levantamientos arqueológicos.