OPINIÓN: Un Banco Central igual que otros

9-9-2010 - Las principales bancas centrales del mundo, incluida la de Estados Unidos, tienen objetivos múltiples, además del control de la inflación. La Carta Orgánica modificada en 1992 se restringió a preservar el valor de la moneda. Marcó del Pont ratificó que quiere ampliarla.

La presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, afirmó que es necesario modificar la Carta Orgánica de la entidad. Así lo expresó a la salida de su exposición en el Senado sobre el nuevo Programa Monetario. La titular del BC consideró que los objetivos del instituto emisor deben ser más amplios y contemplar, además de la preservación del valor de la moneda –el control de la inflación–, el sostenimiento de un alto nivel de crecimiento económico y la creación de empleo.

Desde que desembarcó en el Central, Marcó del Pont y sus allegados no ocultaron su crítica el actual diseño institucional neoliberal de la entidad y argumentaban que su reformulación era una cuestión de tiempo. Ayer, la funcionaria dio un paso adelante en ese sentido al sostener que está “absolutamente de acuerdo” con que el Congreso inicie ese debate. Precisamente, el diputado del Frente para la Victoria Héctor Recalde se encuentra ultimando los detalles de un proyecto de ley que trata la cuestión. Los lineamientos generales están en sintonía con la iniciativa que había presentado la misma Marcó del Pont en 2007 cuando era diputada.

“Necesitamos una legislación funcional a la nueva realidad, que no tiene nada que ver con el régimen de acumulación económica de la convertibilidad. Antes de la modificación a la Carta Orgánica realizada en 1992, el Banco Central perseguía objetivos múltiples. Tenemos que reconciliar la estabilidad de precios con el crecimiento del Producto y la creación de empleo”, argumentó Marcó del Pont durante su visita a la Comisión de Economía del Senado, donde también remarcó la necesidad de recuperar el deprimido nivel del crédito (ver aparte).

Esas iniciativas activan señales de alarma de miembros de la ortodoxia, pese a que la incorporación de múltiples objetivos al Banco Central no implicará alteraciones radicales en las políticas monetaria, cambiaria y financiera. En el BCRA sostienen que no se trata de cuestiones de carácter simbólico aunque inquietan a los analistas de la city. Las modificaciones en las metas de la entidad están en línea con el diseño de las principales bancas centrales de todo el mundo. Por ejemplo, el compromiso con objetivos más allá del control de la inflación está presente tanto en la Reserva Federal de Estados Unidos como en el Banco Central de Vietnam. En esos países, como en muchos otros, se deposita explícitamente en la banca central la responsabilidad de preservar un tipo de cambio competitivo y estable, asegurar la estabilidad de la balanza de pagos, la consolidación de la infraestructura nacional o la expansión del crédito productivo.

El proyecto para reformar la Carta Orgánica heredada de la convertibilidad cuenta con el visto bueno de la Casa Rosada y será presentado por Recalde en las próximas semanas. Además de proponer la incorporación de nuevos objetivos, la iniciativa buscará institucionalizar la necesidad de coordinación entre el Banco Central y el Ministerio de Economía. Tanto la presidenta Cristina Fernández de Kirchner como Mercedes Marcó del Pont están estudiando los distintos borradores de esa iniciativa. El texto será analizado también en la comisión directiva de la CGT el próximo martes.

El debate público tomó fuerza la semana pasada durante las Jornadas Monetarias que organiza el BC, cuando CFK enfatizó la necesidad de reformular el rol de las bancas centrales y desterrar las fallidas teorías monetaristas. Esa definición presidencial coincide con el final del mandato de seis directores de la entidad monetaria, incluidos la presidencia y vicepresidencia, el próximo 23 de septiembre.

Marcó del Pont presentó en 2007 un proyecto de ley para terminar de adecuar la Carta Orgánica del BC al escenario posdevaluación. En esa iniciativa, que no prosperó ante la negativa del entonces titular del Central, Martín Redrado, y la indiferencia oficial, la funcionaria argumentaba contra las limitaciones a la capacidad del BCRA para financiar al Estado, la sobreactuada independencia de la entidad en detrimento de la coordinación con el resto de los organismos dedicados a la política económica y la dificultad para que la autoridad monetaria actúe como prestamista en última instancia. Su desembarco en el Central, a comienzos del año, tras la disputa por el uso de una porción de las reservas internacionales para el pago de deuda externa, le permitió reimpulsar los cambios a la Carta Orgánica.

 Por Tomás Lukin - www.pagina12.com.ar