INFORME: Paradoja: la clase media está más endeudada pero acelera consumo para licuar gastos

21-9-2010 - Comprar para ahorrar. Un extraño concepto que hace que buena parte de la sociedad siga adquiriendo productos, aun con niveles de endeudamiento creciente. Los argentinos apuestan al “efecto licuación” e incluso la alta inflación les resulta funcional. ¿Cuál es la clave para que sigan de shopping?

Sin prisa pero sin pausa, y a pura cuota fija, el endeudamiento de las familias argentinas ha ido creciendo de manera sostenida.

Y cada vez que se hace referencia a la palabra “deuda”, la expresión “gasto” es la que acompaña casi indefectiblemente.

Sin embargo, los argentinos, desde hace tiempo, al ver cómo la inflación les carcome su poder adquisitivo, hicieron su propio "switch mental" y transformaron ese concepto de “gasto” por el de “inversión”.

Sienten que el mejor negocio que pueden hacer hoy por hoy es “comprar y licuar”.

Es decir, hacerse de un bien, pagarlo en cuotas y que las mismas vayan diluyéndose, en proporción al salario, con el paso del tiempo.

Y cuanto más rápido funcione esa licuadora, mayor es el beneficio que obtienen.

Y esto ha dado lugar, justamente, a una paradoja, que es la que resulta de aplicar este concepto en sentido inverso. Es decir, si la inflación decrece, tal beneficio se reduce.

En buen romance, quienes al día de hoy ostentan una elevada deuda no se ven “molestos” en convivir con una inflación alta, ya que, justamente, es la que les permite seguir licuando.

Claro está, en la medida que perciban que sus empleos no peligran y que sientan que sus sueldos irán ajustándose al alza.

Y justamente es esta conjunción de factores (alta inflación, fuerte apuesta a la licuación de las cuotas y estabilidad del empleo) la que hace que el consumo no cese, a pesar de los pronósticos que vaticinaban un enfriamiento en el nivel de compras para esta parte del año.

Es verdad que en el Mundial se registró un pico. Pero también es cierto que la fiebre consumista está lejos de dar muestras de un descenso en la temperatura.

“Nosotros en el día a día notamos que el ritmo sigue muy fuerte, sin síntomas de que haya un enfriamiento. Y por lo que hablamos con los bancos, hay margen para que las compras con crédito continúen firmes”, afirma Guillermo Olsen, gerente comercial de la cadena de electrodomésticos Frávega.

En la misma línea, Sergio Kahan, gerente de tarjetas del Banco Galicia, sostiene que la tendencia a consumir con crédito continuará en franco crecimiento: “No se vislumbra ningún tope, sino todo lo contrario. Existe todavía un potencial alcista, si comparamos el nivel de endeudamiento de las familias argentinas con el de los países más desarrollados del mundo, e incluso de la región”.

Para este directivo, las perspectivas son la de un incremento en los niveles de utilización de tarjetas de crédito y de pedidos de préstamos personales.

La evolución de las cifras indica que se va en esa dirección. Esto, acompañado por un índice de morosidad que se mantiene controlado, mientras que las ventas suben.

Al respecto, la encuesta de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa muestra que, incluso pasado el “pico” del Mundial de fútbol, el público ha seguido comprando. Y esto se aprecia en la mayoría de las ramas de actividad.

En este contexto, el rubro de electrodomésticos sigue mostrando un robusto repunte del 10%, aun habiendo cesado la fiebre de los LCD, producto estrella del primer semestre. Ahora, el principal motor son las notebooks, netbooks y los productos de línea blanca. Y seguramente luego aparecerá otro para tomar la posta.

“Es natural que, si se compara con el pico de ventas del Mundial, haya una baja, pero nuestra expectativa es las ventas se estabilicen en los niveles se registraron en los primeros meses del año”, señala Olsen.

Y se muestra confiado en que no habrá una saturación del mercado, dado que se prevé una rotación en los productos que liderarán las preferencias de los consumidores.

La importancia del efecto estadístico
Durante el primer semestre de este año, las cifras de incremento en el nivel de compras mostraron -en varios rubros- tasas chinas de crecimiento.

Más allá de que el repunte ha sido innegable, y por cierto muy fuerte, debe tenerse presente que, en el mes a mes, las comparaciones fueron hechas contra un 2009 recesivo, producto del temor de la sociedad por el futuro de la crisis global.

Esto se extendió, principalmente, en la primera parte del año (ene-jul '09). A partir de entonces, el derrumbe mundial encontró un piso, se calmaron los temores y eso alentó a los argentinos a volver a consumir.

Es decir que, para lo que resta del 2010, las comparaciones del mes a mes se efectuarán en base a pisos más altos logrados en 2009.

Y esto, tal como explican los analistas, debe tenerse muy presente. Vale decir: es probable que esas “tasas chinas” ya no sean tales, no porque el consumo se haya enfriado sino porque la base de comparación es distinta.

Por qué la fiesta continuará
A la hora de medir la expansión del crédito, las cifras resultan más que elocuentes:

Se estima que existen 13,4 millones de titulares de tarjetas de crédito. Un estudio de Andrés Méndez, director de la consultora AMF, indica que hay 7 millones que tienen deudas de hasta $10.000, y el promedio es de $2.900 per capita.

Los préstamos destinados al consumo, y particularmente los otorgados con tarjetas, lideran con mucha ventaja al resto de los negocios bancarios. Desde la consultora Econométrica señalan que, en los plásticos, el crecimiento alcanza un 44% anual (en pesos), superando los personales (24 por ciento).

La consultora Deloitte estima que el endeudamiento de las familias sigue creciendo y que en el mediano plazo promediará los 2,2 salarios por titular (alcanzando así el registro de 2008 y superando al de 2009, que fue de 1,8).

Desde PriceWaterhouseCoopers, Javier Casas Rua aporta otro dato interesante: el sector bancarizado registra una deuda promedio equivalente a 4 ingresos familiares, mientras que en el no bancarizado esa cifra se ubica en 1,4.

Mucha deuda, poca deuda
¿Es alto el nivel de deuda que tienen las familias argentinas? ¿O todavía existe margen para que siga subiendo? Quienes siguen muy de cerca la evolución de este indicador señalan que:

Creció mucho desde la recesión. Sin embargo, si se lo analiza en términos históricos, aún hay margen para que éste siga en ascenso.

Un mismo nivel de deuda es percibido de forma muy diferente en un entorno de precios estables que bajo un contexto sostenido de suba de precios y salarios. Los argentinos saben que si toman un crédito en cuotas fijas, la inflación les juega a su favor por el mencionado “efecto licuación”. Por eso, se muestran más propensos a tolerar mayores niveles de endeudamiento en momentos como el actual.

El factor determinante para que una familia decida acelerar o frenar su ritmo de consumo es la percepción de estabilidad en el empleo. En un marco de recuperación de la economía y sin señales de aumento del desempleo, las condiciones están dadas para que el motor consumista siga a toda velocidad.

Nuevo invento argentino: consumir para ahorrar
“Está funcionando bien el incentivo a comprar. Sobre todo bienes durables, porque la gente entiende que así le gana a la inflación. De todas formas, hay como un techo en todo esto. Y es que, por cuestiones culturales, los argentinos tienden a no endeudarse a más de un año”, sostiene Guillermo Barbero, socio de Deloitte.

Lo cierto es que la realidad está confirmando los pronósticos sobre la “fuga al consumo”. Es decir que a mayor suba de precios, mayor será la propensión a comprar productos, siempre que el empleo se mantenga.

“Buena parte de la sociedad, más allá de analizar cuánto le representa la cuota de un bien durable en relación con su sueldo, especula con que los futuros aumentos que irán recibiendo, le irán licuando esa deuda. Pero, por sobre todo, muchos razonan que por la alta inflación podrían verse obligados a consumir menos el día de mañana. Entonces tratan de comprar aquello que pueden”, analiza Méndez, de AMF.

“Algunas cosas no se pueden adquirir por adelantado. Nadie puede adelantar cortes de pelo, ni comer el doble de tomates ahora, pensando que el año que viene van a estar más caros. Pero sí pueden hacerse de un electrodoméstico o cambiar el auto. Desde ese punto de vista, más que consumo lo consideran como un sucedáneo del ahorro”, agrega el economista.

Y destaca que estos niveles de compra no podrían explicarse si no fuera, además, por la existencia de tasas de interés negativas, en términos reales, como las que ofrecen el dólar o el plazo fijo.

En este contexto, hay algunos analistas que no dudan en calificar a la actual situación como de “populismo financiero”.

Es el caso de Alejo Espora, economista del Banco Ciudad, quien destaca un dato clave para explicar esta coyuntura: mientras el consumo vuela, el crédito hipotecario no logra repuntar.

“Es la contracara del boom de los electrodomésticos y los autos. Se evita incurrir en tomar alta deuda a largo para privilegiar el corto plazo. Por otra parte los bancos lo prefieren, porque su riesgo es menor”, advierte Espora.

En este sentido, Casas Rua, de PWC, aporta datos que confirman la escasa tendencia al ahorro o a la capitalización de largo plazo.

“El sector medio-bajo, que siente que no puede aspirar a una vivienda y que percibe que ahorrar no vale la pena, se dedica a comprar. Y a diferencia de lo que ocurría antes, no se trata de un consumo de marcas 'B', sino que busca una gratificación con las llamadas ´A´ o de primera línea. No es sólo la clase alta la que compra zapatillas de marca, o la que llena los estadios cuando viene alguna estrella pop del exterior a dar un recital”, argumenta.

Miedo a que la inflación… ¿baje?
Como siempre, el punto más caliente del debate es cuánto dura esta situación. O, en otras palabras, a partir de qué momento la inflación dejará de ser un combustible para el consumo y empezará a transformarse en un freno.

“Los bancos ahora viven un furor porque ven crecer su rentabilidad, pero saben que estos ciclos son cortos y tienen que considerar los riesgos implícitos. Hoy lo que existe es un peligro de espiralización, en el cual los salarios deban incrementarse nominalmente todo el tiempo para sostener el poder adquisitivo”, afirma Casas Rua.

Y, profundizando en este concepto, Méndez analiza que el riesgo argentino es el de adoptar una actitud confortable respecto de la suba de precios: “La verdad es que la actual situación le viene bien a muchos. A los que reciben aumentos salariales, porque les licúa la deuda, y al Gobierno porque le permite ganancias contables”.

“Si, hipotéticamente, se llegara a un acuerdo de estabilización para bajar la inflación, los que están endeudados se quedarían sin tal efecto. Es por eso que a muchos el entorno inflacionario, atado a alzas salariales y estabilidad laboral, les garantiza seguir consumiendo”.

En conclusión, otra vez la Argentina desafía los manuales de economía política: un país donde el nivel de actividad depende de que haya baja propensión al ahorro y en el cual la gente aumenta su consumo porque siente que ahorra comprando.

Paradoja de estos tiempos. Difícil de entender, pero real.

Fernando Gutiérrez - ©iProfesional.com