Lacandones


Hach winik, de esta manera es como se llaman así mismos los indígenas de la etnia lacandón, que quiere decir "verdaderos hombres". Este vocablo, lacandón, se cree que se refería a un grupo que vivía en una isla del río Lacantún en el extremo sur de la selva, en tiempos de la reconquista, y que hablaban el idioma chortí. Se autodenominaban "los de Lacantún", que en chortí significa "gran peñón" o "piedra erecta". El término lacandón viene de la españolización del vocablo que utilizaban para autodefinirse los de esta etnia.

En 1530 tuvo lugar el primer encuentro entre lacandones y los conquistadores españoles, en el territorio donde geográficamente estaban definidos como etnia desde sus orígenes. Este territorio, reducido, en el que habitaban, se sitúa en el sur de la selva lacandona, y tiene como centro la laguna Lacan-Tun, hoy conocida como Miramar. Por su lengua se le consideraba parte de la familia lingüística que ocupaba por aquel entonces un extenso territorio, que formaba media luna, desde el río Cupilco en el estado de Tabasco hasta el río Ulúa en Honduras. Los lacandones fueron un pueblo insumiso que no se dejó someter hasta bien entrado el siglo XVII, a la par que los itzáes del Petén.

A finales del siglo XVI, una expedición militar proveniente de la ciudad de San Cristóbal de las Casas destruyó la ciudad lacustre que habitaban, este ataque les obligó a huir y retirarse hacia el suroeste, a pocos kilómetros del río Lacantún, donde se asentaron y levantaron una nueva cabecera que llamaron Sac-Bahián. Este retiro geográfico les permitió que continuaran su independencia por un siglo y medio más, pero finalmente, en 1695, Sac-Baián fue invadida por tropas españolas procedentes de Chiapas y Guatemala, lo que les obligó a someterse a los conquistadores.

Aún así, la extinción de aquel pequeño grupo de indígenas no se debió al uso de las nuevas armas llegadas desde otro continente, los condicionantes para su exterminio se debieron en gran medida a las epidemias, deportaciones y encarcelamientos colectivos. Para dar fin a este proceso de aniquilación al que fueron sometidos los lacandones, los españoles trasladaron a los remanentes de la etnia al poblado de Dolores, cerca de la frontera con Guatemala, para más tarde continuar el exilio a Santa Catarina Retalhuleu. Fue aquí, en este último enclave, donde en 1769 se documentaron las tres últimas personas pertenecientes a la etnia, dos hombres y una mujer ancianos. La selva lacandona estuvo prácticamente desierta en el periodo que comprenden los siglos XVIII - XIX.

Los lacandones de hoy son el fruto de la mezcla de distintos pueblos, provenientes de la Península de Yucatán y del Petén guatemalteco. Se cree que los emigrados pertenecían a varios grupos asentados en una vasta región de habla maya-yucateco, que abarcaba no sólo la selva chiapaneca si no también parte de Yucatán, Petén y Belice, y que se diferenciaban e identificaban a través de un amplio sistema de linajes. En principio se asentaron en la selva lacandona formando pequeñas colonias, a las que se fueron agregando fugitivos de otras zonas con diferentes lenguas, tzeltal, tzotzil, tojolabal y chol. El hecho que los nuevos asentados tuvieran en común con los antiguos lacandones la rebeldía, fue el motivo por el que los españoles e indios pacificados de Chiapas les continuaron llamando con el mismo vocablo.

La localización del pueblo lacandón se sitúa en el estado mexicano de Chiapas y parte de Guatemala. Se dividen en dos grupos, denominados los del norte, que habitan principalmente en las localidades de Nahá y Metzaboc, y los del sur, ubicados en la localidad de Lacan ha Chan Sayab. El número de habitantes ronda el millar y su lengua es un dialecto del maya-yucateco, en todas las comunidades lacandonas se mantiene y se usa el idioma maya de forma cotidiana oralmente, sólo unos pocos integrantes se han interesado en desarrollar su escritura.

La agricultura de subsistencia es principalmente el sistema productivo de los lacandones, el café, cacao, tabaco, albahaca, hierbabuena, son sus producciones más importantes, en una extensión de territorio que se aproxima a las 662.000 hectáreas y que representa para este pueblo un vasto cúmulo de recursos naturales. El uso múltiple de la tierra, en la que aprovechan varias zonas ecológicas, la milpa, la selva, el acahual, y las zonas acuáticas y semiacuáticas, les posibilita una extensa variedad de productos, animales, vegetales y minerales. El sistema de roza, tumba y quema, es el más utilizado en la agricultura. Otras actividades económicas como la ganadería son de vital importancia para este pueblo, en los terrenos que se encuentran en periodo de descanso o barbecho. También se practica la caza y la pesca.

Las viviendas de los lacandones se sitúan cercanas a ríos, arroyos o lagunas, lo que les permite, además de la pesca, el abastecimiento de agua potable. Consisten en un cuarto como dormitorio y otro como cocina, que bien pueden ser de forma rectangular o circular, el material de construcción es básicamente hojas y fibra de palma, aunque en la actualidad se van modificando costumbres y se utilizan maderas y láminas metálicas. El fogón es imprescindible en cualquier cocina, que además de utilizarse para preparar los alimentos, es aprovechado para calentarse en las noches frías, para ahuyentar a los insectos y para ahumar y conservar la carne.

El patrón de asentamiento tradicional se caracteriza por núcleos de parientes que oscilan entre 6 y 15 individuos, agrupados en torno a un jefe, que suele ser el miembro familiar de más edad y que sirve de guía espiritual. La poligamia era una práctica extendida entre los lacandones en décadas pasadas, hoy en día, y a causa de la introducción de prácticas protestantes, se tiende a formalizar el matrimonio con una sola mujer. Las creencias religiosas de los lacandones están basadas en el Cristianismo, protestantismo y catolicismo, sincretizadas con la religión maya.