Kikapúes


El pueblo kikapú proviene de los Estados Unidos de América, al menos eso parece apuntar la historia, que dice que a finales del siglo XVII estaban asentados al sur de Wisconsin. Desde entonces su trayectoria ha sido un tanto inquieta, pues han estado en un ir y venir de un territorio a otro y separándose y volviéndose a unir en grupos, para quedar en la actualidad repartidos en dos países, Estados Unidos y México. Los kikapúes se denominan así mismo kikaapoa, que significa "los que andan por la tierra", y según algunos conocedores y autores de la cultura kikapú deriva de ki wika pa wa, que quiere decir "el que está alrededor" o "el que se mueve, aquí o allá".

Parece que a principios del siglo XVIII se trasladaron al oeste del lago Eire, pero no por mucho tiempo, también todo parece indicar que de nuevo regresaron a Wisconsin, para formar dos grupos, en 1730, y desplazarse hacia el sur; unos, el grupo o banda bermellón se dirigieron hacia Indiana, y el otro, la banda de las Praderas, lo hizo dirección Illinois, donde se asentó. Sin embargo, aunque se dispersaron, ambos grupos se coordinaban pero seguían diferentes políticas y movimientos. A mediados de ese mismo siglo se desplazaron hacia Missouri, donde volvieron a juntarse y desde donde se formó una tercera banda. Desde este estado norteamericano se dividieron y en cada uno de los grupos surgieron nuevos líderes, tomando también diferentes direcciones. Uno de esos grupos se dirigió rumbo a Horton, Kansas, donde continúan asentados en la actualidad; otros eligieron Arkansas y Oklahoma, donde permanecen desde entonces, desde 1800-1832, en las poblaciones de Shawnee y Mcleod.

En 1824, varios grupos de kikapúes y shawnees solicitaron permiso para asentarse en su territorio al alcalde de la ciudad de San Antonio Bexar, en el estado de Texas, perteneciente todavía a la recién constituida República mexicana. Entre las razones existentes estaba la de la ocupación de sus territorios por parte de los anglosajones. El presidente Guadalupe Victoria aceptó aquella petición de los grupos indígenas, pero pocos años después, en 1833, los colonos de Texas dependientes del gobierno de Coahuila se rebelaron y pidieron la independencia, lo que consiguieron entre los años 1846 y 1848.

Los avatares políticos de aquellos años volvieron a dejar al grupo de kikapúes sin un territorio donde echar anclas y asentarse, y de nuevo, en 1850 y junto a los seminoles y mascogos, volvieron a solicitar al gobierno mexicano un territorio donde vivir. Poco tiempo más tarde y después de reunirse con los líderes de los tres grupos indígenas, el presidente mexicano, el general José Joaquín Herrera, aceptó a condición de que los tres pueblos solicitantes defendieran a los pobladores mexicanos de los ataques de los comanches, con 200 guerreros en armas y con sus jefes indios sujetos al mando del ejercito mexicano. Y así fue, como lo cuenta la historia, quedando reflejado en el Acuerdo de la Colonización del 25 de octubre de 1850, el mismo año en el que los kikapúes juraron fidelidad al gobierno de México. Posteriormente, a los dos años, solicitaron el cambio de La Navaja, donde estaban asentados, por el de El Nacimiento, lo que les aceptaron además de admitir como colonos a los familiares kikapúes que estuvieran en territorio norteamericano.

La historia también refleja que la convivencia entre los tres pueblos que pidieron asilo en territorio mexicano, kikapués, seminoles y mascogos, no era un remanso de paz precisamente, pues en 1856 rompieron la alianza y exigieron territorio propio y regularizado, junto a herramientas y animales, para el trabajo. En 1859 los seminoles regresaron a territorio norteamericano, y en 1865, Maximiliano aceptó la petición de los kikapúes de permanecer en la posesión de cuatro sitios de ganado mayor, concedidos por el presidente Manuel Arista. La concesión de las tierras de El Nacimiento también fue reconocida por Benito Juárez, convirtiéndose causa de los enfrentamientos que surgieron con los apaches. En 1870, lo que en principio era colonia militar, El Nacimiento, se convirtió en colonia agrícola bajo las mismas condiciones.

El juramento que hicieron los kikapúes lo cumplieron a lo largo de los años posteriores, defendiendo la frontera de los ataques provenientes de los Estados Unidos, los mismos que le ofrecieron, por parte de su gobierno, trasladarlos a una reserva norteamericana con tal de apartarlos de la frontera ante la tenaz defensa que de ella hacían, ofrecimiento que los kikapúes rechazaron. En 1873 un pueblo kikapú fue atacado por 500 soldados estadounidenses al mando del coronel Mackenzie, mientras los hombres se encontraban de cacería, mataron a 16 personas y secuestraron a otras 39, trasladados a los Estados Unidos, entre los que se encontraban mujeres, niños y ancianos. Los kikapúes formaron concejo de guerra para perseguir a los invasores asesinos por el desierto de Chihuahua y el gobierno mexicano interpuso reclamaciones diplomáticas y ofreció a los invasores el regreso voluntario de los kikapúes si a cambio regresaban sus mujeres e hijos secuestrados. En 1873, 500 kikapúes se marcharon a la reserva de Kansas y otros 90, aproximadamente, decidieron quedarse en México. Los que se quedaron fueron trasladados a Saltillo y de ahí a Durango, para después, en 1874, 22 familias regresar a repoblar el Nacimiento y continuar defendiendo la frontera.

Las invasiones norteamericanas continuaron sucediéndose en Coahuila y Nuevo León, con la excusa de perseguir a los comanches y lipanes para atacar así el territorio kikapú. Para evitar conflicto con sus vecinos del norte, el gobierno mexicano trasladó a los kikapúes de San Juan Sabinas a Saltillo y de ahí a ciudad de México; algunos fueron enviados a la sierra de Tolimán, en el estado de Querétaro y otros expulsados del país o encarcelados. En 1883 fue cuando se creó la reserva Kikapú de Oklahoma, en Estados Unidos, y en 1890 el congreso aprobó entregar a cada kikapú que se integrara en el territorio 80 acres de tierra, una oferta que no fue del agrado de los kikapúes mexicanos, que de nuevo rechazaban otro ofrecimiento por parte de las autoridades estadounidenses. En 1899 los seminoles reclamaron las tierras comunales recibidas en 1850, lo que aprovecharon los kikapúes, de México y Estados Unidos, para reclamar también los títulos de propiedad de El Nacimiento a Porfirio Díaz, asunto que consiguieron llevar a buen puerto y conseguir así lo que se proponían. En los primeros años del siglo XX, unos 200 kikapúes, se trasladaron a vivir de El Nacimiento a Tamichopa, en el municipio de Baserac, Sonora, a los que se unieron poco después otro grupo procedente de Oklahoma, donde viven actualmente un grupo de unos 130 kikapúes, aproximadamente.

La lengua de este grupo étnico recibe el nombre de su pueblo, Kikapú, y pertenece a la familia algonkiniana, originaria de las tribus que habitan en los Estados Unidos, y es hablada por todos los miembros de la comunidad, junto a un deficiente inglés y español.

Los kikpúes son principalmente cazadores, y de esta actividad se abastecen de carne y pieles. La cacería tiene un carácter ritual y se realiza siempre en grupo y durante todo el año, especialmente en los meses de enero a abril. La actividad agrícola es secundaria, en pequeñas parcelas individuales cultivan trigo, avena, maíz, cebada, frijol y calabaza. También tiene importancia la recolección de nueces y chile kipín o la artesanía elaborada con pieles curtidas de venado.

Las casas de los kikapúes son de dos tipos, las indias y las mexicanas. La casa tradicional india se renueva dos veces al año, en verano e invierno, la primera es de forma rectangular, con paredes de carrizo, techo elíptico de tule y con un anexo en frente. La de invierno, de forma elíptica, tiene estructura de troncos delgados y cubiertos de tule a lo largo formando grandes tapetes. La construcción de las casas se realiza entre todas las familias en un ambiente religioso, los hombres acarrean y recolectan los materiales y las mujeres elaboran los petates o esteras. Las mexicanas son de concreto y lozas y con todos los servicios de la vida moderna.

Kitzihaiata es el dios de los kikapúes, a los que escogió como pueblo para poblar la tierra, debiéndo de cumplir sus mandatos y estar preparados para enfrentar el momento del fin del mundo, que les permitirá ir con él a cazar venados de manera permanente. Las celebraciones siempre van acompañadas de carne de venado y el momento culminante de sus oraciones consiste en el consumo de la lengua de este animal. El venado representa el centro de la vida kikapú.