Tolupanes


A los componentes del grupo étnico Tolupán se les conoce también por el nombre de xicaques o jicaques, un término que utilizaron los colonizadores españoles para referirse a los rebeldes de Taguzgalpa, y a todos los grupos no conversos u hostiles de la frontera sur de México hasta Nicaragua y Costa Rica. Los tolupanes actuales se localizan entre seis municipios de los departamentos hondureños de Yoro y Olancho, constituidos en 28 tribus que agrupan algo más de 100 aldeas, a las que hay que sumarle otras dos tribus en la Montaña de la Flor, en el municipio de Orica, en el departamento Francisco Morazán, a donde emigraron en el siglo XVIII.

El difícil acceso de la región que habitan es el principal inconveniente para precisar con exactitud la cantidad de componentes tolupanes que existen en la actualidad. La estimación que se tiene al respecto es que pueden rondar los 12.000, aunque solamente conservan su lengua materna los que viven en la Montaña de la Flor. Los tolupanes hablan un conjunto de lenguas estrechamente emparentadas llamadas tol o jicaque, agrupadas en la familia jicaque-tol, emparentadas a su ves con las lenguas tequistlatecas, habladas en el estado mexicano de Oaxaca, y que forman la familia tequistlateco-jicaque. También existen versiones en las que se sitúa a este último grupo relacionado con las lenguas hokanas de Norteamérica.

En la época prehispánica, los tolupanes era un grupo seminómada, cazador-recolector, y por los rasgos históricos y etnográficos se deduce que se dispersaban por una amplia región, sin embargo, la llegada de los españoles les hizo replegarse, desde la desembocadura del río Ulúa hasta las inmediaciones de Trujillo, en los límites norteños de Comayagua, Olancho y Francisco Morazán. Se cree que este repliegue fue debido a la persecución que sufrieron por parte de los conquistadores. Para esa época, la palabra tolupanes o xicaques era como decir salvaje, bravo, valiente, indomable... Esta fama se la ganaron por la resistencia que opusieron durante la conquista de Honduras, en la que lucharon con valentía para defender su libertad, gobernados por su cacique Cicumba y frente a las tropas dirigidas por Pedro de Alvarado.

Como todos los pueblos conquistados, los tolupanes sufrieron de un modo especial las primeras etapas de la colonización española, marcada por la característica hondureña, donde se dio un fuerte tráfico de esclavos hacia las islas mayores del Caribe, y por los trabajos forzados. Esta fuerte resistencia a su sometimiento supuso otra más dura reacción por parte de los conquistadores, desatándose una persecución contra ellos que les obligó a refugiarse en las selvas y montañas de la región centro-norte del país. Obligándoles a una huida constante y adaptándose a lo que las circunstancias les ofrecían. Un pueblo que comenzó viviendo a la orilla del mar y de los ríos, para más tarde huir tierra adentro y por último emigrar a las montañas, pero que nunca fueron sometidos, en parte por su rebeldía y su espíritu de independencia.

Esa gran movilidad que tuvieron los grupos tolupanes, necesario para la caza, les impidió que se dedicaran a la agricultura y establecerse en grandes poblados, aunque se les catalogue como agricultores, cazadores y recolectores. Su organización se da en tribus que abarcaban diversos caseríos y aldeas, aunque también hubo tribus de un solo caserío; se apoyan en una extensa familia y el Consejo Tribal.

La economía actual del pueblo tolupán se basa en productos de auto-subsistencia, como el maíz y frijoles.
Sus viviendas suelen ser pequeñas champas de palos amarrados que en ocasiones cubren sus huecos con barro, especialmente el lado donde más azotan los vientos. Los techos son de manaca o zacate y a dos aguas. En el interior de la champa siempre está presente el fuego, en el centro o a un lado del habitáculo. Las aldeas suelen estar compuestas de pocas viviendas, 10 o 12 a lo sumo y rara vez hasta las 20.

Uno de los aspectos más interesantes de este pueblo es el no consumo de alcohol. a diferencia de otros muchos pueblos indígenas. Para ellos el alcohol embota los sentidos, enferma el cuerpo y rebaja la libertad y la dignidad del hombre.

El machismo está presente en las costumbres de los tolupanes, aunque suele tener cierta libertad para salir de la casa, la mujer respeta y se somete al marido, incluso le acompaña en sus trabajos. Pero si la relación matrimonial se deteriora en alto grado, la mujer puede sentirse libre a marcharse con otro hombre.

Su religiosidad está relacionada con el mundo de los animales y sus espíritus, aunque tienen cierto respeto por la religión católica, de la que tienen buen concepto de credibilidad y prestigio, por la ayuda y protección que a lo largo de la historia ha recibido de la institución religiosa.