Tojolabales


La mayor parte de la comunidad indígena Tojolabal se localiza geográficamente en el estado mexicano de Chiapas, dentro del término municipal de Las Margaritas. También se encuentra un número más limitado de tojolabales en los municipios vecinos de La Independencia, Altamirano, La Trinitaria y Comitán. La zona donde se ubica este grupo étnico tiene una extensión aproximada de 6.000 Km., en el este del Altiplano y las estribaciones de las Montañas de Oriente.

Los tojolabales se llaman así mismos tojolwinik'otik, que quiere decir "hombres legítimos o verdaderos". El nombre por el que se les conoce es el de su lengua, el tojolabal, cuyas raíces son tojol, "legítimo", y ab'al, "palabra". Pertenece al grupo maya-totonaco, está emparentado directamente con el chuj guatemalteco y no presenta variaciones dialécticas de importancia. Con este pueblo, con los chujes, tienen una relación intensa de amistad y de intercambio comercial. La dificultad de censar a la población, tan dispersa e incomunicada, hace que no se tengan datos contrastados respecto al número de habitantes pertenecientes a la comunidad. Como referencia sirvan los 35.000 hablantes del tojolabal que habían en 1990, de los cuales el 60% hablaban también español, aunque se considera que esta cifra está muy por debajo del número real de tojolabales.

Aunque no existen datos que lo certifique, y según la tradición oral, los tojolabales proceden del área de los cuchumatanes, Guatemala. A la llegada de los conquistadores españoles pronto se dieron cuenta de las bondades que ofrecía la fértil región comiteca, convirtiéndola en el eje comercial de la colonial provincia Los Llanos, frontera geográfica y militar, a través de la cual se llevaría a cabo el comercio entre Guatemala y la Nueva España.

A partir de la segunda mitad del siglo XVI los dominicos comenzaron a apropiarse de tierras en la zona, especialmente de las cálidas, cuando Comitán no pasaba aún de ser un pueblo de mucha importancia en la alcaldía mayor de Las Chiapas, en comparación con Ciudad Real (hoy San Cristóbal de las Casas) o la propia Chiapas de Indios. pasado el tiempo, y con la baja demográfica de los tributarios y las acciones de la monarquía contra la encomienda, los españoles asentados en Ciudad Real comenzaron a interesarse por la región comiteca, donde proliferaron las estancias ganaderas, los trapiches y las labores, y junto a estas actividades las castas y el creciente mestizaje, una convivencia que propició la transformación de la comunidad indígena local.

La actividad productiva que se desarrollaba en las haciendas de Comitán atrajo a la ciudad un importante flujo de corrientes migratorias de indígenas hasta bien entrado el siglo XIX. En el XVIII las fincas se extendieron hacia Las Margaritas, la región oriental y menos poblada, a costa de las tierras de los indios. Un despojo que se estimuló con los regímenes liberales que siguieron, lo que dio lugar a la destrucción de las empobrecidas economías comunales. En 1893, las autoridades de Chiapas ofertaban al mejor postor las antiguas posesiones comunales de los indígenas, que para ese tiempo estaban reducidos a peones en las fincas del entorno comiteco.

Los tojolobales comenzaron a ocupar los barrios periféricos marginales de la antigua Comitán (Balún Canán), para continuar en poblados circunvecinos, en fincas y milperías de la región. Fue en las antiguas fincas donde surgió la mayor parte de los ejidos que actualmente se perciben como indígenas. Ya en el siglo XX, las primeras décadas, fueron tiempos de enfrentamiento y sangre en Chiapas, volcándose la victoria siempre del lado de los hacendados. En 1914, la "ley de obreros", promulgada por el gobierno carrancista que instauraba un salario mínimo y jornada laboral de ocho horas, no se pudo aplicar en Chiapas por la resistencia que opusieron los finqueros. En 1921, Obregón firmó los acuerdos que llevó la paz con los hacendados chiapanecos, garantizando sus derechos de propiedad. Diez años más tarde comenzaron los primeros y escasos repartos de tierra, pero la servidumbre de los indígenas no ha dejado de ser un componente esencial en la agricultura de la región.

Sus casas son de planta rectangular, construidas con materiales que varían dependiendo del área ecológica en que se encuentren. Los pisos de las viviendas son de tierra, generalmente, con poco mobiliario en el interior, varias sillas, una mesa y un cofre donde guardar la ropa. En el sitio se tiene el gallinero, el chiquero, el troje, el corral y el temascal. Las viviendas se construyen con ayuda de familiares y vecinos, y al terminarla se celebra una ceremonia llamada k'a och nich mal naj, cuya traducción es "que entren las flores a la casa".

La productividad económica de los tojolabales se basa especialmente en la agricultura, en los cultivos tradicionales de maíz, frijoles y calabaza; junto a otros de carácter comercial como café, plátano y frutales. También tiene su importancia las artesanías, blusas bordadas, cerámicas y productos de jarcería

Entre sus creencias religiosas se entremezclan los rituales tradicionales cristianos con otros de origen prehispánico.