Huastecos


La Huasteca es la región mexicana donde habita este grupo étnico que le da nombre, los huastecos. Geográficamente está situada en el noroeste del país, en la planicie costera que se extiende entre el oriente del estado de San Luis de Potosí y el norte de Veracruz, ocupando y extendiéndose también por otros territorios que son parte de los estados de Hidalgo, Querétaro, Puebla y Tamaulipas. Descienden de los mayas y se autodenominan teenek, que quiere decir "los que viven en el campo con su idioma, sangre y comparten la idea". A los teenek se les llama cuaxteca, en la literatura histórica, y según los cronistas se trata de un vocablo relacionado con dos voces del mismo idioma: cuechtic o cuechtli, que significa "caracol menudo o caracolillo", y cuexteca, el nombre que recibía el caudillo que los guió hacia el oriente, relacionado con Quetzacóatl en la caída de Tula. Los términos huaxtecos o guaxtecos, son derivados del sustantivo nahua guaxin, "guaje", leguminosa comestible.

La palabra teenek pertenece a su propio idioma, el Huasteco, que pertenece al tronco mayense, gentilicio de donde derivan teenek cauintalab, "palabra o lengua huasteca", y teenek bitsom, "pueblo huasteco". La lengua huastece se clasifica en el grupo maya-totonaco, tronco mayense, familia mayense, subfamilia yxu. Es la única lengua del grupo que se encuentra separada geográficamente del resto de las lenguas de esta familia. No tiene diferencias dialectales.

Cuando llegaron los conquistadores españoles, los huastecos de dividían en dos grupos, en dos señoríos independientes entre sí, se trataba de una región densamente poblada especialmente cerca de las orillas de los ríos y en las serranías, sometidos al pago de tributos a los texcocanos aunque esto no modificaba sus estructuras gobernativas; en cada pueblo los principales se encargaban de la gobernación y macehuales eran los que trabajaban la tierra.
Anteriormente, en la época prehispánica y durante el periodo clásico, este grupo ocupaba un amplio territorio que hoy conocemos como la Huasteca, y se cree sobre su origen que provienen de una extensión que habitaban los mayas a lo largo de la costa del Golfo de México, que se rompió en dos cuando llegaron los totonacos y mexicas, a finales del periodo formativo. Por aquella época la región estaba habitada por varios pueblos indígenas, además de los huastecos, nahuas, pames, totonacos, chichimecas y tepehuas, fruto de los diferentes procesos migratorios y de las etapas expansionistas de los imperios azteca, teotihuacano y olmeca. Durante el siglo XII, la región Huasteca, estuvo influenciada por las culturas tolteca y chichimeca; en el siglo siguiente, en el XIII, fueron los nahuas los que probablemente ejercieron su influencia con las migraciones en grupos.

Fue en 1519 cuando llegaron los primeros españoles a la región, dejando destacamentos que fueron arrasados y exterminados en Pánuco por la resistencia huasteca. Pero en 1525 los extranjeros consiguieron establecerse y comenzaron una violenta colonización diseñada por guarniciones, que mermó considerablemente a la población. Los huastecos se vendían como esclavos y a cambio de ganado vacuno, lo que propició el inicio de las encomiendas, estableciéndose el corredor ganadero en la planicie que obligó a los nativos a concentrarse en las serranías. Más tarde se estableció un cierto equilibrio social entre los indígenas y los españoles, y aunque las dos comunidades subsistían una junto a la otra, ambas tenían sus propias leyes y formas de vida, sin mezclarse y sin tener grandes conflictos a la vista. El aislamiento de los caminos comerciales de la colonia limitó a la región a la economía latifundista y autárquica, de mestizos e indígenas.

A finales del siglo XVI fueron los latifundistas mestizos los que presionaron con el fin de hacerse con los territorios indígenas, mediante la cesión o la renta, un despojo que se aceleró con las leyes de desamortización que suprimían la propiedad comunal, afectando a los indígenas y condueñazgos. En 1910, durante la Revolución, los grupos caciquiles obligaban a los huastecos a luchar por ellos, lo que se convirtió en un asunto de rivalidad. El carácter conservador de la revolución hizo que las estructuras agrarias no se modificaran hasta los años treinta, fue cuando las comunidades indígenas recuperaron algunas tierras y los mestizos continuaron con la propiedad de la planicie y los valles.

Actualmente, la dispersión de las comunidades huastecas, se presentan como un verdadero obstáculo para la introducción de los servicios básicos, eletricidad, agua potable, colegios y caminos; una situación que repercute en su infraestructura y en el ingreso económico de las familias, que encarece los productos comerciales por el transporte. Aún así, además de los caminos de tierra, existen otros accesos a carreteras federales y estatales en las cabeceras municipales, donde también tienen servicio telefónico, correo y telégrafo, electricidad y agua potable. Los huastecos se trasladan a pie, generalmente, y sólo utilizan el vehiculo para acudir a otras ciudades en caso de enfermedad o se trasladan en camiones de carga de los mestizos los días de plaza. Se alumbran con velas, mecheros de petróleo y leña; el agua la extraen de los pozos o manantiales cercanos y para el consumo doméstico utilizan la leña como principal combustible.

Sus viviendas son distintas, dependiendo de la zona. En San Luis Potosí son chozas redondas con techo cónico, cubiertas de zacate o palma, en cuyo vértice colocan una olla invertida para evitar el escurrimiento del agua y sostienen el techo con horcones de madera; las paredes de varas colocadas verticalmente y atadas con bejucos o cubiertas con barro, con una sola entrada y se utiliza como dormitorio y cocina. En cambio, en Veracruz son rectangulares, un extremo se utiliza como dormitorio y sala y el otro como cocina. El techo de palma lo sostienen con otates y sus muros estucados; su estructura lo conforman horcones de chijol amarrados con bejuco o clavos.

Los teenek o huastecos viven de la agricultura, maíz, frijol y chile son sus principales productos, pero también de la artesanía y pesca, además de la recolección de frutos silvestres. Tanto sus equipos de herramientas agrícolas, cerámicas, y el tejido artesanal del zapupe, son continuidad de la época prehispánica. Son cerca a las 250.000 personas las que constituyen este grupo étnico, que fundamentan sus creencias religiosas en el calendario agrícola con algunas influencias de la religión católica y protestante. La naturaleza, la tierra, los cerros, el agua, las montañas, las milpas, los caminos, para ellos están poblados de seres o guardianes que exigen respeto y reciprocidad; cuando no se cumple con ellos propicia la pérdida de salud individual o la desgracia familiar o colectiva.