Chinantecos


Catorce municipios son los que se consideran el corazón de la Chinantla, estos son San Juan Bautista Tlacoatzintepec, San Pedro Sochiapan, Ayotzintepec, San Felipe Usila, San José Chiltepec, San Lucas Ojitlán, Santa María Jacatepec, San Juan Bautista Valle Nacional, San Juan Lalana, San Juan Petlapa, Santiago Jocotepec, San Pedro Quiotepec, San Pedro Yolox y Santiago Comaltepec; repartidos entre los distritos de Cuicatlán, Tuxtepec, Choapan, Etla e Ixtlán. La Chinantla es la región donde habitan el pueblo chinanteco y se encuentra a 100 Km. de la ciudad de Oaxaca, México. Los chinantecos se llaman así mismo tsa ju jmí´, que quiere decir "gente de palabra antigua". Cada uno de los pueblos posee además su propio apelativo que va precedido por la palabra tsa, dsa o alla, que significa "gente", y que combina con otros términos que hacen referencia a un origen común; a todos se les reconoce como pobladores de Chinantla.

Los antecedentes históricos de los chinantecos proceden del año 1100, aproximadamente y según fuentes locales. Fue en este año cuando el rey Quiana fundó en Chinantla un gran señorío, pero algunos conflictos internos provocaron la división de la población y se establecieron en dos señoríos, conocidos como Chinantla Baja y Chinantla Pichinche. Pasados 300 años la Pichinche se dividió de nuevo y gran parte de estos habitantes se desplazaron a Usila, donde se establecieron como nuevo señorío. Sin embargo, todo este trajín de señoríos en divisiones constantes acabó con el mismo fin, dominados por los mexicas, junto a los mazatecos, cuicatecos y popolocas, esto sucedía alrededor de 1455, cuando los mexicas decidieron establecerse en Tochtepec (Tuxtepec). No obstante, a la llegada de los españoles fueron los chinantecos los que se establecieron en Tuxtepec para aliarse con los extranjeros y acabar con el dominio azteca. Por último fueron los chinantecos de Usila los que se levantaron contra los conquistadores hacia el año 1530.

Debido a los condicionantes o circunstancias de la calidad de sus tierras y la cercanía con Veracruz la región chinanteca se convirtió en una de las zonas agrícolas más importantes de la Nueva España, donde los españoles impusieron el cultivo del café, plátano y tabaco; sin embargo, el idioma fue un problema muy importante para los misioneros, que no les fue nada fácil la conquista espiritual de los indígenas. Más tarde, y ya en el Porfiriato, fueron afectadas las regiones indígenas, debido a la alianza entre los grupos regionales hegemónicos y la dictadura, época en la que algunos poblados mestizos de la región fueron dotados con servicios. De igual manera y en la misma época, en Valle Nacional, fueron muchos los extranjeros que acudieron a establecerse en sus tierras, atraídos por las facilidades para adquirir tierras, las plantaciones agrícolas surgieron por toda la región y se convirtieron en verdaderos campos de trabajo forzado para los rebeldes y opositores o enemigos políticos del régimen. Entre las décadas de los años veinte y los treinta del siglo pasado fueron los cultivos de tabaco y plátano los que provocaron un fuerte impulso en la agricultura y economía en la Chinantla Baja. Aún así, sucedió lo mismo que en otras regiones indígenas y en otros tiempos, este auge no hizo si no convertir a los chinantecos en peones de su propio territorio, cuando la Standard Fruit y la United Fruit decidieron establecer su dominio en la zona. Una década más tarde, en 1941, la Reforma Agraria redistribuyó las tierras y las grandes compañías extranjeras tuvieron que abandonar sus campos de cultivo, lo que pasó a manos de los pequeños y medianos propietarios, aunque la comercialización aún continúa bajo control de extranjeros y mestizos.

De todas estas etapas del pueblo chinanteco, quizás la última sea la más traumática que haya sufrido como pueblo, la que ha causado una aguda fragmentación en su cultura indígena, propiciada por la pérdida de su hábitat tradicional. La construcción de presas destinadas a generar electricidad en la zona inundó más de 26.000 hectáreas fértiles, la presa de Cerro Gordo en 1972 afectó a 300 familias chinantecas que fueron reubicadas en otras zonas de Oaxaca y en el sureste de Veracruz, lo que significó un proceso de dispersión y el consiguiente desmembramiento en lo relacionado con el parentesco.

Las casas de los chinantecos se construyen de distintos tipos, en los centros urbanos modernos se opta por materiales más modernos y actualizados, otra cosa es las maneras tradicionales chinantecas en la construcción de sus hogares. En la zona alta es el adobe con techo de teja lo que predomina, aunque cada vez más se sustituye la teja por láminas; en la zona baja son de madera rolliza o jonote y el techo de palma, y de igual manera el jonote se va sustituyendo por tablas de madera; en cambio, en la parte intermedia o de transición se construyen en madera y los techos de palma o tejamanil. En todos los casos sus tejados se construyen a dos aguas. Normalmente se levantan en terrazas o sotaventos, para protegerlas del viento, y sus formas son rectangulares, comunicadas con la cocina mediante un pequeño corredor; sus ventanas son pequeñas y cubiertas por lo general. Es importante la ayuda de todos los integrantes de la familia, que son convocados para construirla cuando la pareja a reunido los materiales. El tiempo dedicado a la construcción del nuevo hogar suele llevar de tres a cuatro días y durante ese tiempo los interesados aportan la comida y bebida de todos los que colaboran en el trabajo, los hombres en la construcción y las mujeres en la cocina. Al final de cada jornada hacen una fiesta para consolidar el compromiso de apoyo reciproco entre la familia.

El chinanteco es un idioma tonal que pertenece al grupo otomangue, independiente de las otras lenguas derivadas del otomangue en Oaxaca. La distribución entre los que hablan el idioma se reparte por 17 municipios de cinco distritos oaxaqueños. La lengua chinanteca está dividida en cinco dialectos y es vínculo de una fuerte identidad territorial. En cuestiones de salud son tres las especialidades en que se dividen: los sopladores, los hierberos y los curanderos. Los primeros son los encargados de curar el espanto, los segundos se encargan de los remedios medicinales de plantas tradicionales y por último los que cuidan a la persona, que son conocedores de todas las prácticas y remedios curativos de Chinantla. La figura femenina es tradicionalmente la encargada de ejercer de partera. En su producción económica cabe destacar, además de la agricultura, la artesanía hecha por mujeres, en la hechura de huipiles, aunque es toda la familia la que se involucra en la obtención de la materia para manufacturarlos. Los hombres suelen hacer redes de pita y de ixtle con las que elaboran atarrayas y chinchorros. Sus creencias religiosas se basan en la concepción de un mundo de una totalidad integrada por elementos que se oponen y complementan. El mito del sol y la luna explican la oposición de dos mundos que cristalizan en el día y la noche, diferencian lo humano de lo animal y lo bueno de lo malo. El alma y el cuerpo son diferentes, la primera reside en el corazón y el segundo, tras la muerte, es llevado por un gran perro negro o una araña.





















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