Popolocas


El grupo étnico denominado popoloca jugo un papel muy importante en el desarrollo de la cultura mesoamericana. Según los estudios llevados a cabo en 1964 por MacNeish, los antiguos popolocas, los proto-otomangues, iniciaron la cultura agrícola hace 7.000 años, lo que hasta entonces era un paisaje natural se transformó en uno cultivado, al principio fueron el chile, el amaranto, aguacate, calabaza, izote, nopal, ciruela, maguey, mezquite, etc., y poco más tarde el maíz, lo que permitió el desarrollo económico y sociocultural de las grandes civilizaciones en Mesoamérica.
Por ese tiempo comenzaron los primeros poblados y con ellos la vida sedentaria. Para el siglo VIII de nuestra era los popolocas ya conocían y domesticaban todas las plantas y animales que conocían todos los pueblos mesoamericanos nueve siglos más tarde, cuando llegaron los españoles al continente.

El desarrollo de este pueblo no se limitó al campo agrícola, también a otros como la ingeniería, construyeron terrazas, canales, y pequeños depósitos a manera de jagüeyes. Además de ser uno de los pueblos pioneros en la elaboración de la cerámica mesoamericana, por la prueba del carbono 14 se conoce que su antigüedad data de entre los años 2.300 y 1.500 antes de nuestra era. Otro de los aportes significativos de los pueblos popolocas es la explotación de la sal, en las áreas de Tehuacán y Zapotitlán de las Salinas, y aunque esta actividad salinera se identifica con los años 150 y 250 de nuestra era, unas fechas relativamente cercanas, no se ha podido comprobar que existiera esta explotación en otras zonas y mas alejada en el tiempo.

En la era del preclásico los popolocas tuvieron una gran expansión pero las migraciones de otros pueblos les obligaron a reducir su territorio. El clásico fue una época de su historia que no dejó mucho para el estudio, sin embargo, se sabe que en esta etapa histórica jugaron un papel relevante en Teotihuacán, con la producción de la cerámica más importante de este periodo. Una época que se antoja fructífera en el apartado comercial, si tenemos en cuenta que por la región habitada por esta etnia pasaba una de las rutas comerciales más importantes de Mesoamérica, el Corredor teotihuacano, que atravesaba poblaciones como Tepeaca, Tecamachalco, Tlacotepec y Tehuacán.

Son significativas las influencias culturales e históricas entre los popolocas y los olmeca-xicalanca, tanto es así que muchos historiadores los situan en el mismo grupo étnico. Su relación es evidente en la formación de pueblos-estado en la región sur de Puebla, como Tehuacán, Viejo, Yepexi el Viejo, Cuthá y Tecamachalco, de la misma manera que en la creación del mismo estilo cerámico, el Mixteco-Puebla, así como en la posible elaboración de los códices del grupo Borgia.
El siglo XI en la zona sur de Puebla fue marcado por las invasiones y guerras que hicieron perder a los popolocas su territorio y conquistadas sus poblaciones, por parte de los grupos nahuas que lucharon por hacerse con la posición estratégica. Entre los grupos que incursionaron se encontraban los toltecas, nonoalcas, chichimecas, tlatelolcas y mexicas. Este nuevo orden político-territorial cambió y se crearon nuevos pueblos y ciudades. Los señoríos popolocas más importantes eran Tepeaca, Tehuacán, Tlacotepec, Tecamachalco, Quecholac, Tzinacatepec, Acatepec, Caltepec, Tepexi, Cuthá y Coixtlahuaca.

El estado mexica se hizo con el poder en la región e implantó un mecanismo de control que centraba la producción y el trabajo. Al mismo tiempo, las alianzas matrimoniales que emparentaban a los señoríos popolocas comenzaron a darse en dos niveles, el interno de siempre, que aseguraba el poder en el interior de la región, y el externo, que garantizaba las buenas relaciones con el imperio mexica. El hecho de que los señoríos se emparentaran con las uniones matrimoniales, no aseguraba una buena relación entre ellos, pues son conocidas las enemistades y guerras entre parte de estos señoríos.

Cuando llegaron los españoles un nuevo cambio se dio a todos los niveles en la vida de los popolocas. 1.520 marcó en la historia el inicio de la conquista de los más importantes señoríos, con ayuda de totonacos, tlaxcaltecas y huejotzincas los extranjeros conquistaron las cabeceras más importantes, Tecamachalco-Quecholac, Tepeaca, Tecali y Acatzingo. Sin embargo, no todos los pueblos fueron conquistados con las armas, algunos nobles nahuas y popolocas se entregaron pacíficamente, por lo que fueron recompensados con ciertos privilegios para conservar sus tierras y súbditos. Luego llegó con ellos otro peligro igual o más peligroso que los propios españoles, las epidemias de la viruela y disentería, lo que provocó una severa reducción de la población. Las primeras órdenes franciscanas comenzaron a edificar sus conventos y seguidamente furon las encomiendas, una época brutal en la que se dio el despojo de sus tierras y el abuso y explotación de los indígenas por parte de los colonos mestizos que para el siglo XIX ya eran mayoría en la región.

En el movimiento de independencia, el sur del estado de Puebla no quedó ajeno al enfrentamiento, y en él se dieron luchas entre los insurgentes y realistas, por lo que se supone que también participaron en ellos los pobladores de San Marcos Tlacoyalco y San Luis Temalacayuca, las poblaciones más grandes por aquel entonces. Al principio del siglo XX surgió la Revolución Mexicana y los pueblos popolocas no quedaron al margen, participando activamente con los revolucionarios y sufriendo los estragos provocados por la lucha armada. A partir de 1.915 se inició el reparto de tierras y en 1.933 se construyó la carretera federal México-Veracruz, que supuso un importante inicio para el desarrollo económico de la región.

Actualmente los popolocas se localizan en tres fracciones sin continuidad geográfica. Una se sitúa al noroeste de Tehuacán, que abarca parte de los municipios de Tlacotepec de Benito Juárez y Tepanco de López; otra algo más al sur, en los municipios de San Gabriel Chilac y Zapotitlán Salinas y la tercera se sitúa al norte de Acatlán de Osorio y al oeste de Tehuacán, en los municipios de Tepexi de Rodríguez, San Juan Izcaquixtla, Santa Inés Ahuatempan y San Vicente Coyotepec.

Las lenguas popolocas constituyen una macrolengua que se habla principalmente en Oaxaca y junto con el chocho, ixcateco y mazateco forman la rama popolocana de la familia lingüística otomangueana. El término popoloca proviene del háhuatl y se trata de un exónimo despectivo que significa "que habla incompresiblemente".

La agricultura de subsistencia es la actividad económica fundamental de este grupo étnico y sus cosechas son el maíz, principal cultivo, el frijol y el trigo, este último con fines comerciales. Abunda el guaje y sus semillas sirven como alimento complementario, junto a la tuna y diversos vegetales. La ganadería es pobre, casi inexistente, pequeños hatos de cabras, cerdos, pavos y gallinas.
La artesanía también ocupa un papel importante en sus economías, desde los petates elaborados con tejido de palma a los huipiles y mantas de algodón, tocados de plumas, cerámica negra y roja sin vidriado, trabajos en madera o los artículos de palma y otate.

Sus viviendas tradicionales suelen ser rectangulares, sus paredes se levantan con troncos de guaje o de quiote, unidos con mecates de palma. El techo a cuatro aguas y elaborado con palma o pencas de maguey, con un orificio orientado al viento predominante para permitir la ventilación. La puerta al frente, una ventana y el suelo de tierra.

Los popolocas son de creencia católica, en lo que a religión se refiere. El culto a sus antiguos dioses desapareció totalmente.