VALENCIA: Presentación de "El manantial de los silencios"


El viernes, 3 de diciembre, a las 20,00 h. en Casa del Libro de Valencia, se presenta El manantial de los silencios de Antonio Gómez Rufo.

Participan:
- Fernando Fernández Villa, editor.
- Sergio Villanueva, actor.
- Anika Lillo, directora "Anika entre libros".
- Alfons Cervera, escritor.
- Antonio Gómez Rufo, autor.


CIEZA Y MURCIA: Presentación de "El manantial de los silencios"


Algunas fotos de las presentaciones de Cieza y Murcia.

CIEZA:
Antonio Gómez Rufo y el pintor, José Lucas, visitando el Paseo de Cieza. Este paseo contiene toda una obra que el pintor, nacido en Cieza, realizó y donó en 1986.

En el Paseo podemos ver una obra compuesta por 30 columnas cerámicas -pintadas y personalizadas con versos y citas de escritores universales- y 7 volcánicos murales cerámicos en el suelo.

Fernando Fernández (editor), Antonio Gómez Rufo (autor) y José Lucas (pintor).

Numeroso público asistió a la presentación de "El manantial de los silencios".

Gómez Rufo y José Lucas con algunas asistentes al acto.

MURCIA:
Antonio Ubero, Pedro Guerrero, Antonio Gómez Rufo y Fernando Fernández en el Museo Ramón Gaya.



Totorames


El grupo indígena totorames habitaba en el valle del río Piaxtla al río de las cañas, en los municipios que hoy se conocen por San Ignacio, Mazatlán, Concordia, Rosario y Escuinapa en el estado mexicano de Sinaloa, hasta el río Santiago en el actual Nayarit. Los asentamientos más importantes del grupo fueron Aztatlán, Sentispac y Chametla, la que antaño recibía el nombre de Chiametlán, su principal señorío.

Los totorames eran agricultores y entre sus cultivos estaban los de maíz, frijol, calabaza y algodón, aunque también se alimentaban de los productos del mar que encontraban en la costa, como camarones, ostiones y algunos pescados; de la sal, además de recolectarla para su propio consumo, hicieron producto de trueque para comercializar con otros grupos vecinos. Conocían la apicultura y recolectaban la miel de las colmenas silvestres, elaboraban cerámica, tejían el algodón, labraban la concha y trabajaban el cuero de venado. De sus artesanías destacaban los adornos de plumas, concha, perlas y caracoles.

Entre las artes de pesca utilizadas por los totorames estaba la que aún hoy se conoce y se practica en algunas comunidades del municipio de Escuniapa y que llaman pesca en los "tapos", que consiste en aprovechar las innumerables entradas de mar que tiene el litoral, donde se forman numerosas lagunas y esteros que se inundan al subir la marea. Los pescadores tapan la boca de la laguna con una cortina hecha de cañas, extendida y atada fuertemente, con la que tapan la entrada de la laguna y esperan a que baje la marea, quedando atrapados los peces y camarones en el estero.

En la costa de Escuniapa se han encontrado grandes depósitos de conchas, especialmente de ostión. Pero además del consumo, los moluscos también le sirvieron como material de construcción. Un ejemplo de ello es la monumental pirámide de concha El Calón, en náhuatl Cali huey, que significa "casa grande", orientada y construida de forma idéntica a los templos indígenas de Mesoamérica. Ubicada en el corazón de las marismas nacionales, en la Laguna Agua Grande, a unos 13 kilómetros de Escuniapa y muy cerca de la frontera sur del estado de Sinaloa. Lo especial de esta construcción es que se levantó con moluscos vivos, almejas, caracoles y ostiones que fueron colocados sin abrir, lo que demuestra que no solo les sirvió para alimentarse sino que también como material de construcción, para lo que fueron transportados hasta el lugar.

Los totorames no eran un pueblo agresivo, aunque en aquel contexto cabe entender que entraba dentro de la normalidad los enfrentamientos que mantenían con otras tribus para defenderse, especialmente de los xiximes de la sierra que, al contrario que ellos, eran un pueblo muy belicoso; conocieron el arco y las flechas, la macana, la rodela y el dardo arrojadizo. Sus caseríos los construían al descubierto, eran precavidos respecto a las inundaciones, aunque al mismo tiempo se exhibían vulnerables ante los ataques de grupos enemigos.

Al contrario que otros pueblos del altiplano, respecto a la urbanización, sus poblados eran conglomerados de chozas dispersas en amplios espacios. No tuvieron una avanzada organización social y política, aunque sí reconocieron el liderazgo de algunos caciques.

El idioma empleado por este grupo extinto era el pirome o pinutl, con afiliación al grupo cora y procedente del náhuatl.

Son pocas las referencias válidas que existen respecto a sus creencias y prácticas religiosas.



Totonacas


El territorio donde se localizan los totonacas se encuentra a lo largo de la planicie costera del estado mexicano de Veracruz y en la sierra norte de Puebla. La región limita al norte con la Huasteca veracruzana, al sur con la región de las Grandes Montañas y al este con el Golfo de México.

La palabra totonaca es el plural de totonacatl, según la lengua náhuatl, y se refiere a los habitantes de la provincia del Totonacapan. Son varias versiones las que se encuentran referentes al término que da nombre a este grupo étnico. Mientras que algunos lingüistas aseguran que totonaco significa "hombre de tierra caliente", otros dicen que la palabra está compuesta de los términos "tu'tu" o "a'ktu'tu", que se refiere al número "tres", y "nacu", que significa "corazón".

El antiguo Totonacapan se extendía al norte hasta el río Cazones, al sur al río Papaloapan, al oeste tenía por límite Acatlán de Pérez en el estado de Oaxaca y al oeste con la sierra de Puebla. La historia de este pueblo cuenta que en el Preclásico los totonacas estuvieron relacionados y mantuvieron contactos con otros pueblos indígenas de los valles de Puebla, Tlaxcala y la Cuenca de México. Al final de este periodo y comienzos del Clásico hubo grandes movimientos de población de la zona del río Blanco Papaloapan hacia la costa y el centro de México, participando en el proceso de formación de la cultura teotihuacana.

En el Clásico Temprano aparece el barroco como expresión cultural, especialmente en las formas y moldes de la cerámica. De los siglos VI al IX es cuando se da la época de mayor esplendor de la cultura totonaca, con la ciudad de Tajín como su mayor exponente, y es a partir del siglo IX cuando comienza a decaer. De este punto de la historia hasta el siglo XII se generalizó el tratamiento y elaboración de los metales, se incrementó el comercio y el intercambio con los pueblos del valle de Puebla, Tlaxcala y la Cuenca de México y se difundió el uso del calendario tolteca-mexicano. También en esta fecha da comienzo la dominación del pueblo totonaca por parte de la Triple Alianza, alargándose en el tiempo este sometimiento hasta 1.519, año en el que tuvo lugar una reunión entre 30 pueblos totonacas en la ciudad de Zempoala, donde sellaron su futuro y el de todas las naciones mesoamericanas, al establecerse la alianza con el conquistador español Hernán Cortés.

Aquella alianza puso rumbo hacia la conquista de Tenochtitlan y hacia la libertad del yugo azteca. El pueblo totonaca aportó más de 13.000 guerreros, sumados a los 500 españoles a las órdenes del conquistador extremeño. Pero no parece que a los totonacas les saliera bien la alianza con los extranjeros barbudos, porque si es verdad que consiguieron liberarse del sometimiento del imperio mexica, también es cierto que acabaron bajo el yugo de los que fueron sus aliados, evangelizados y aculturizados por las autoridades virreinales.

Los totonacas pasaron a convertirse en siervos de las nuevas autoridades bajo el sistema de encomiendas. Su nuevo estado fue el de semi-esclavitud, usados como peones en el floreciente cultivo de la caña de azúcar durante la gobernación de Nuño de Guzmán. En ese tiempo comenzó a declinar la cultura de este pueblo y ciudades como Cempoala se desabitó y cayó en el olvido. En el siglo XIX, el arqueólogo e historiador mexicano Francisco del Paso y Troncoso, de nuevo sacó a la luz la cultura totonaca y la recuperó del olvido.

El idioma totonaco pertenece a la familia totonaca y es parte del tronco macro-maya. Los hablantes de la lengua se estiman alrededor de los 200.000 y la mayoría de ellos reside en Puebla y en Veracruz, pero también se encuentran en el estado de México, Quintana Roo, Tlaxcala, Tamaulipas, Campeche, Hidalgo y en menor proporción en Jalisco.

Los totonacas son mayoritariamente agricultores y entre sus cultivos están el maíz, chile, frijol, café, caña de azúcar, plátano, pimienta, naranja, limón, toronja o vainilla, entre otros. La artesanía ocupa una fuente de ingresos importante en las economías totonacas; también se emplean laboralmente en la industria petroquímica, en la obtención de gasolina, parafina, asfalto, plástico y otros derivados.

Sus viviendas tradicionales son de una sola planta, rectangulares o cuadradas. Las paredes se hacen de varas colocadas verticalmente y algunas también con lodo; los techos de zacate, palma u hoja "misanteca". La casa tiene una sola habitación, que se emplea como dormitorio y cocina. Normalmente cuenta con un solar donde se crían las aves de corral y además un tamazcal para los baños de vapor; en las casas donde se produce miel cuelgan los panales en las paredes. En algunas viviendas tienen un tapanco para almacenar maíz y para colgar las mazorcas que se emplearán como semillas.

Practican el catolicismo, sincretizado con otras creencias ancestrales.

CIEZA Y MURCIA: Presentación de "El manantial de los silencios"


En CIEZA se presenta el miércoles, 24 de noviembre, a las 20,00 h. en la Biblioteca MunicipalEl manantial de los silencios de Antonio Gómez Rufo.

Participan:
Fernando Fernández, editor.
José Lucas, pintor.
Antonio Gómez Rufo, autor.

En MURCIA, el jueves, 25 de noviembre, a las 20,00 h. en el Museo Ramón Gaya.

Participan:
Fernando Fernández, editor.
Antonio J. Ubero, crítico literario.
Pedro Guerrero, Catedrático Universidad de Murcia.
Antonio Gómez Rufo, autor.





Los autores de "Morbo Gótico" charlan con el Club de Lectura de la Librería Caballero de Mula (Murcia)


El viernes, 19 de noviembre, Ana Ballabriga y David Zaplana estuvieron hablando de la novela negra Morbo Gótico, con un nutrido número de miembros del Club de Lectura de la Librería Caballero de la localidad murciana de Mula.






Artículo sobre "El manantial de los silencios" en "El Mundo.es"


Con motivo de la publicación de El manantial de los silencios de Antonio Gómez Rufo, Lucía González realiza un artículo sobre el mismo en El Mundo.es.

Para leerlo, pinchar aquí.



JUMILLA: Presentación de "La pintura del monstruo"


El jueves, 18 de noviembre, se presentó en Jumilla (Murcia) la novela La pintura del monstruo de José Emilio Iniesta. Con este acto se cierra el Ciclo "La Biblioteca presenta".

Para ver más fotos y nota de prensa, pinchar aquí.


De izquierda a derecha: José Luis González (Director de la biblioteca), Pedro (librero), Eleuterio Zaragoza (Profesor Secundaria y pintor) y Fernando Fernández (editor). Sentado: José Emilio Iniesta (autor).
Foto: Prensa Ayuntamiento de Jumilla.



Toltecas


Hacia el año 700, a la caída de Teotihuacán, comenzó en Mesoamérica una época de guerras y oscuridad cultural. Las ciudades más débiles en cuanto a fortificaciones se desmoronaron y fueron cayendo en manos de otros pueblos más poderosos, dando pie a religiones más belicosas y sociedades más guerreras que las establecidas hasta entonces. Algunas de estas poblaciones de la cuenca de México huyeron a otras regiones en busca de paz y estabilidad y fundaron nuevas ciudades en nuevas tierras. Una de estas ciudades surgidas fue Tula, fundada hacia el año 950, la capital de los toltecas. La cultura Tolteca fue la máxima expresión de todas las culturas prehispánicas de la época clásica y tuvieron tanta importancia e influyeron de tal manera en la vida de los indígenas mesoamericanos en comparación a la de los propios Olmecas.

Primeramente fue en Tulancingo, donde los toltecas permanecieron cuatro años después de abandonar Teotihuacán, para más tarde trasladarse a un lugar cercano al río Tula, el sitio donde alzarían la "Tollan Xi cocotitlán", en la actual Tula de Allende en el estado mexicano de Hidalgo. Los toltecas eran una tribu chichimeca que llegó del norte a principios del siglo X, conducida por su rey llamado Miscoatl y que se establecieron en Culhuacán, así es al menos cómo describe el principio de su historia una leyenda. También solo leyenda parece que fue la figura de Miscoatl, del que no se tienen otras referencias, no así como su hijo Topiltzin, a quien se le considera el primer personaje de carne y hueso que aparece en la historia de México.

El nombre de Topiltzin y Quetzalcoatl, "Serpiente emplumada", están estrechamente relacionados, tanto es así que dio lugar a muchas confusiones a lo largo de la historia mexicana. Topiltzin sucedió a su padre en el trono tolteca, en su juventud estudió para sacerdote consagrándose al servicio del antiguo dios de Teotihuacán Quetzalcoatl, como era costumbre entre los sacerdotes, escogiendo al dios a quien personificarían. Alrededor del año 950, Topiltzin, trasladó la capital de los toltecas a Tula, la que se convertiría en una gran ciudad donde floreció la cultura y creció la admiración por su celibato y devoción. Sin embargo, según cuenta la leyenda, cometió un error al querer convertir a Quetzalcoatl en el dios principal de los toltecas. A los sacerdotes de Tezcatlipoca no les gustó aquel deseo de Topiltzin, pues su deidad era más bélico y exigía que lo alimentaran con la sangre de los sacrificios humanos.

Ante tal posibilidad, la de que Quetaltcoatl se convirtiera en deidad principal de los toltecas, Tezcatlipoca le engañó manchándole de ignominia, usando sus poderes persuasivos para que los toltecas dejaran de ver en él la pureza. Tezcatlipoca se vistió de anciano y consiguió que se embriagara con pulque, convenciéndole de que lo que le daba era una medicina, se emborrachó y a la mañana siguiente, cuando despertó con una terrible resaca, se dio cuenta de que había perdido la castidad, abdicó al trono y se marchó al exilio con un grupo de fieles. Es fácil de adivinar que lo ocurrido realmente fue la división del pueblo tolteca, entre los seguidores de Quetzalcoatl y Tezcatlipoca, librándose una batalla entre las dos facciones y quedando victorioso este último.

Tras veinte años exiliado, Quetzalcoatl-rey se fue a la costa, es aquí donde empieza a confundirse al rey con el dios, unas versión cuenta que se echó a la mar en una balsa de serpientes y otra que subió al cielo y se convirtió en la estrella de la mañana, Venus. Pero según cuenta la leyenda, antes de marcharse prometió volver en la dirección por donde sale el sol, en fecha correspondiente a 1519. Esta promesa hecha por Topiltzin fue lo que confundió al mismísimo Moctezuma cuando llegaron los conquistadores españoles, al creer que se trataba del regreso de Quetzalcoatl; como decía la leyenda, los españoles usaban barba como él y venían en "pequeñas nubes que flotan sobre el agua", lo que facilitó la conquista de Tenochtitlan.

Tula quedó bajo el control de Tezcatlipoca y se tornó otro tipo de ciudad alejada de la mítica Teotihuacán, que se levantaba indefensa en la llanura, Tula se alzaba en una cima fácilmente defendible. Su sociedad era militarizada, gobernada por los militares, y mantenida por las riquezas que proporcionaban las conquistas de otros pueblos. Fue el primer estado en Mesoamérica en imponer tributos claramente definidos, una pauta gubernamental que continuó hasta la llegada de los españoles.

Poco tiempo después de la fundación de Tula, los ejércitos toltecas, mezcla de razas y tribus, se habían esparcido por la mayor parte del territorio mexicano, de costa a costa, al sur hasta Guatemala y al norte hasta las tierras de sus antepasados chichimecas. Cercano al año 1.000 llegaron hasta Yucatán, donde aún florecía la cultura Maya. En el encuentro con esta cultura tienen en su contra la destrucción de muchas ciudades, pero también a su favor la creación de otras, como en Chichen itza, donde participaron en la mayor parte de su construcción, utilizando su magnífico arte en la escultura, representada en sus pirámides. En Chichen se conoció un nuevo estilo de sacrificio humano desconocido en Tula, las doncellas elegidas por sus dotes y gran belleza eran arrojadas al Senote al amanecer, junto con joyas y objetos de gran valor. Si lograban sobrevivir hasta la tarde las sacaban del agua y les pedían que repitieran los mensajes de los dioses.

Para el año 1.160 Tula fue destruida y quedó desierta, es probable que por una nueva ola de invasiones como la que dio lugar a su fundación. Algunos grupos nómadas se dispersaron por todo el territorio mexicano y otros llegaron hasta el sur de Nicaragua, estableciéndose donde pudieron o convirtiéndose en la nueva clase dominante de otros pueblos.

El gentilicio Tolteca deriva del náhuatl toltécatl, que en su origen designaba a los nativos de Tollan, pero en la época mexica pasó a convertirse en sinónimo de artesano o artista. El arte tolteca está muy ligado a la arquitectura, la escultura y el relieve. También destaca el estilo cerámico tolteca, que se caracteriza por el color rojo y café de sus vasijas.

Respecto a su economía, los toltecas eran principalmente agricultores, cultivaban maíz, frijol, chile, algodón y maguey, con el que elaboraban pulque; eran buenos artesanos y fabricaban tejidos de algodón.

Sus creencias religiosas eran politeístas, aunque reconocían por encima de todos a un dios supremo, llamado Tloque Nahuaque, a quien adoraban ofreciéndole flores y resinas aromáticas. También adoptaron dioses de otras culturas, como Tlahuízcalpantecuhtli (el lucero del alba y una de las advocaciones de Quetzalcoatl), Itzpapálotl (el dios mariposa), Cintéotl (la diosa del maíz) y Tláloc (dios de la lluvia).

MADRID: Presentación de "El manantial de los silencios"


El martes, 16 de noviembre, fue presentado en la Librería Fuentetaja (Madrid), El manantial de los silencios de Antonio Gómez Rufo.

Con una sala totalmente llena de público, el escritor Marcos Giralt Torrente y el Director General del Libro del Ministerio de Cultura, Rogelio Blanco, hablaron de la obra que recoge tres de las mejores novelas del autor, Las lágrimas de HenanEl alma de los peces yAdiós a los hombres en un solo volumen.


"El manantial de los silencios" en Librería Fuentetaja de Madrid.

Antes de la presentación, Marcos Giralt Torrente, Fernando Fernández, Antonio Gómez Rufo y Rogelio Blanco (Foto de Josefina Blanco).

Rogelio Blanco, Antonio Gómez Rufo, Marcos Giralt y Fernando Fernández (Foto de Josefina Blanco).





El autor, Antonio Gómez Rufo y Rogelio Blanco, Director General del Libro del Ministerio de Cultura.

Tolupanes


A los componentes del grupo étnico Tolupán se les conoce también por el nombre de xicaques o jicaques, un término que utilizaron los colonizadores españoles para referirse a los rebeldes de Taguzgalpa, y a todos los grupos no conversos u hostiles de la frontera sur de México hasta Nicaragua y Costa Rica. Los tolupanes actuales se localizan entre seis municipios de los departamentos hondureños de Yoro y Olancho, constituidos en 28 tribus que agrupan algo más de 100 aldeas, a las que hay que sumarle otras dos tribus en la Montaña de la Flor, en el municipio de Orica, en el departamento Francisco Morazán, a donde emigraron en el siglo XVIII.

El difícil acceso de la región que habitan es el principal inconveniente para precisar con exactitud la cantidad de componentes tolupanes que existen en la actualidad. La estimación que se tiene al respecto es que pueden rondar los 12.000, aunque solamente conservan su lengua materna los que viven en la Montaña de la Flor. Los tolupanes hablan un conjunto de lenguas estrechamente emparentadas llamadas tol o jicaque, agrupadas en la familia jicaque-tol, emparentadas a su ves con las lenguas tequistlatecas, habladas en el estado mexicano de Oaxaca, y que forman la familia tequistlateco-jicaque. También existen versiones en las que se sitúa a este último grupo relacionado con las lenguas hokanas de Norteamérica.

En la época prehispánica, los tolupanes era un grupo seminómada, cazador-recolector, y por los rasgos históricos y etnográficos se deduce que se dispersaban por una amplia región, sin embargo, la llegada de los españoles les hizo replegarse, desde la desembocadura del río Ulúa hasta las inmediaciones de Trujillo, en los límites norteños de Comayagua, Olancho y Francisco Morazán. Se cree que este repliegue fue debido a la persecución que sufrieron por parte de los conquistadores. Para esa época, la palabra tolupanes o xicaques era como decir salvaje, bravo, valiente, indomable... Esta fama se la ganaron por la resistencia que opusieron durante la conquista de Honduras, en la que lucharon con valentía para defender su libertad, gobernados por su cacique Cicumba y frente a las tropas dirigidas por Pedro de Alvarado.

Como todos los pueblos conquistados, los tolupanes sufrieron de un modo especial las primeras etapas de la colonización española, marcada por la característica hondureña, donde se dio un fuerte tráfico de esclavos hacia las islas mayores del Caribe, y por los trabajos forzados. Esta fuerte resistencia a su sometimiento supuso otra más dura reacción por parte de los conquistadores, desatándose una persecución contra ellos que les obligó a refugiarse en las selvas y montañas de la región centro-norte del país. Obligándoles a una huida constante y adaptándose a lo que las circunstancias les ofrecían. Un pueblo que comenzó viviendo a la orilla del mar y de los ríos, para más tarde huir tierra adentro y por último emigrar a las montañas, pero que nunca fueron sometidos, en parte por su rebeldía y su espíritu de independencia.

Esa gran movilidad que tuvieron los grupos tolupanes, necesario para la caza, les impidió que se dedicaran a la agricultura y establecerse en grandes poblados, aunque se les catalogue como agricultores, cazadores y recolectores. Su organización se da en tribus que abarcaban diversos caseríos y aldeas, aunque también hubo tribus de un solo caserío; se apoyan en una extensa familia y el Consejo Tribal.

La economía actual del pueblo tolupán se basa en productos de auto-subsistencia, como el maíz y frijoles.
Sus viviendas suelen ser pequeñas champas de palos amarrados que en ocasiones cubren sus huecos con barro, especialmente el lado donde más azotan los vientos. Los techos son de manaca o zacate y a dos aguas. En el interior de la champa siempre está presente el fuego, en el centro o a un lado del habitáculo. Las aldeas suelen estar compuestas de pocas viviendas, 10 o 12 a lo sumo y rara vez hasta las 20.

Uno de los aspectos más interesantes de este pueblo es el no consumo de alcohol. a diferencia de otros muchos pueblos indígenas. Para ellos el alcohol embota los sentidos, enferma el cuerpo y rebaja la libertad y la dignidad del hombre.

El machismo está presente en las costumbres de los tolupanes, aunque suele tener cierta libertad para salir de la casa, la mujer respeta y se somete al marido, incluso le acompaña en sus trabajos. Pero si la relación matrimonial se deteriora en alto grado, la mujer puede sentirse libre a marcharse con otro hombre.

Su religiosidad está relacionada con el mundo de los animales y sus espíritus, aunque tienen cierto respeto por la religión católica, de la que tienen buen concepto de credibilidad y prestigio, por la ayuda y protección que a lo largo de la historia ha recibido de la institución religiosa.


JUMILLA: Presentación de "La pintura del monstruo"


El jueves 18 de noviembre, se presenta en Jumilla la novela La pintura del monstruo de José Emilio Iniesta.

El acto está enmarcado dentro de las actividades de la "Biblioteca presenta" y tendrá lugar en el Centro Cultural "Roque Baños" a las 20,30 h.

Participarán:

Fernando Fernández, editor.
Eleuterio Zaragoza, Profesor Secundaria y pintor.
José Emilio Iniesta, autor.





MADRID: Presentación de "El manantial de los silencios"


El martes, 16 de noviembre, a las 20,00 h. en librería Fuentetaja de Madrid, se presenta El manantial de los silencios de Antonio Gómez Rufo.

Participarán:

- Fernando Fernández Villa, editor.
- Rogelio Blanco, Director General del Libro.
- Marcos Giralt Torrente, escritor.
- Antonio Gómez Rufo, autor.


MURCIA: Presentación de "Solo guerras perdidas"


Se presentó, el martes 9 de noviembre, en el Museo Ramón Gaya de Murcia, la novela Solo guerras perdidas de Pascual García.

Ante una sala abarrotada de público, Antonio Arco habló de la última novela de Pascual García.

Antonio Arco, escritor y periodista, Pacual García, autor, y Fernando Fernández, editor.

Pascual García, firmando ejemplares.

Tojolabales


La mayor parte de la comunidad indígena Tojolabal se localiza geográficamente en el estado mexicano de Chiapas, dentro del término municipal de Las Margaritas. También se encuentra un número más limitado de tojolabales en los municipios vecinos de La Independencia, Altamirano, La Trinitaria y Comitán. La zona donde se ubica este grupo étnico tiene una extensión aproximada de 6.000 Km., en el este del Altiplano y las estribaciones de las Montañas de Oriente.

Los tojolabales se llaman así mismos tojolwinik'otik, que quiere decir "hombres legítimos o verdaderos". El nombre por el que se les conoce es el de su lengua, el tojolabal, cuyas raíces son tojol, "legítimo", y ab'al, "palabra". Pertenece al grupo maya-totonaco, está emparentado directamente con el chuj guatemalteco y no presenta variaciones dialécticas de importancia. Con este pueblo, con los chujes, tienen una relación intensa de amistad y de intercambio comercial. La dificultad de censar a la población, tan dispersa e incomunicada, hace que no se tengan datos contrastados respecto al número de habitantes pertenecientes a la comunidad. Como referencia sirvan los 35.000 hablantes del tojolabal que habían en 1990, de los cuales el 60% hablaban también español, aunque se considera que esta cifra está muy por debajo del número real de tojolabales.

Aunque no existen datos que lo certifique, y según la tradición oral, los tojolabales proceden del área de los cuchumatanes, Guatemala. A la llegada de los conquistadores españoles pronto se dieron cuenta de las bondades que ofrecía la fértil región comiteca, convirtiéndola en el eje comercial de la colonial provincia Los Llanos, frontera geográfica y militar, a través de la cual se llevaría a cabo el comercio entre Guatemala y la Nueva España.

A partir de la segunda mitad del siglo XVI los dominicos comenzaron a apropiarse de tierras en la zona, especialmente de las cálidas, cuando Comitán no pasaba aún de ser un pueblo de mucha importancia en la alcaldía mayor de Las Chiapas, en comparación con Ciudad Real (hoy San Cristóbal de las Casas) o la propia Chiapas de Indios. pasado el tiempo, y con la baja demográfica de los tributarios y las acciones de la monarquía contra la encomienda, los españoles asentados en Ciudad Real comenzaron a interesarse por la región comiteca, donde proliferaron las estancias ganaderas, los trapiches y las labores, y junto a estas actividades las castas y el creciente mestizaje, una convivencia que propició la transformación de la comunidad indígena local.

La actividad productiva que se desarrollaba en las haciendas de Comitán atrajo a la ciudad un importante flujo de corrientes migratorias de indígenas hasta bien entrado el siglo XIX. En el XVIII las fincas se extendieron hacia Las Margaritas, la región oriental y menos poblada, a costa de las tierras de los indios. Un despojo que se estimuló con los regímenes liberales que siguieron, lo que dio lugar a la destrucción de las empobrecidas economías comunales. En 1893, las autoridades de Chiapas ofertaban al mejor postor las antiguas posesiones comunales de los indígenas, que para ese tiempo estaban reducidos a peones en las fincas del entorno comiteco.

Los tojolobales comenzaron a ocupar los barrios periféricos marginales de la antigua Comitán (Balún Canán), para continuar en poblados circunvecinos, en fincas y milperías de la región. Fue en las antiguas fincas donde surgió la mayor parte de los ejidos que actualmente se perciben como indígenas. Ya en el siglo XX, las primeras décadas, fueron tiempos de enfrentamiento y sangre en Chiapas, volcándose la victoria siempre del lado de los hacendados. En 1914, la "ley de obreros", promulgada por el gobierno carrancista que instauraba un salario mínimo y jornada laboral de ocho horas, no se pudo aplicar en Chiapas por la resistencia que opusieron los finqueros. En 1921, Obregón firmó los acuerdos que llevó la paz con los hacendados chiapanecos, garantizando sus derechos de propiedad. Diez años más tarde comenzaron los primeros y escasos repartos de tierra, pero la servidumbre de los indígenas no ha dejado de ser un componente esencial en la agricultura de la región.

Sus casas son de planta rectangular, construidas con materiales que varían dependiendo del área ecológica en que se encuentren. Los pisos de las viviendas son de tierra, generalmente, con poco mobiliario en el interior, varias sillas, una mesa y un cofre donde guardar la ropa. En el sitio se tiene el gallinero, el chiquero, el troje, el corral y el temascal. Las viviendas se construyen con ayuda de familiares y vecinos, y al terminarla se celebra una ceremonia llamada k'a och nich mal naj, cuya traducción es "que entren las flores a la casa".

La productividad económica de los tojolabales se basa especialmente en la agricultura, en los cultivos tradicionales de maíz, frijoles y calabaza; junto a otros de carácter comercial como café, plátano y frutales. También tiene su importancia las artesanías, blusas bordadas, cerámicas y productos de jarcería

Entre sus creencias religiosas se entremezclan los rituales tradicionales cristianos con otros de origen prehispánico.

MURCIA: Presentación de "Solo guerras perdidas"


El martes, 9 de noviembre, a las 20,00 h. en el Museo Ramón Gaya de Murcia, se presenta la novela Solo guerras perdidas de Pascual García.

En el acto participarán:

- Fernando Fernández Villa, editor.
- Antonio Arco, escritor y periodista.
- Pascual García, autor.