Olmecas


"Gente del país del hule", ese es el significado en náhuatl del vocablo olmeca, utilizado por primera vez al final de la década de 1920 por Valliant y Saville, para referirse a los componentes de esta cultura que produjo las monumentales cabezas de piedra descubiertas en distintos yacimientos arqueológicos en la llamada área nuclear olmeca. Hay que destacar que el etnónimo utilizado es muy posterior a la propia época en que se desarrollaron como pueblo, su identidad étnica fue desconocida hasta para los mesoamericanos precolombinos y se desconoce cual fue el nombre con el que los olmecas se denominaban así mismos, aunque algunas fuentes mesoamericanas parecen referirse a los antiguos olmecas como los habitantes de Tamoanchan, "el país de la abundancia".

El arte olmeca, antes que por los primeros exploradores modernos que le llamaron de esta manera a sus ruinas, ya fue redescubierto en la época de los mexicas, pues tales ruinas fueron abandonadas por sus creadores más de mil años antes de que estos últimos llegaran a la región. El área nuclear olmeca está regada por caudalosos ríos que bajan de la Sierra Madre de Oaxaca y la Sierra Madre Oriental, como son Coatzacoalcos, San Juan y Tonalá, antiguamente recubierta por una espesa selva tropical y en la actualidad ampliamente modificada por la acción del hombre. Entonces era el hábitat de numerosas especies que hoy están a punto de extinguirse del territorio mexicano, como el jaguar, guacamayas, quetzales y otras aves de precioso plumaje, reptiles y mamíferos como el jabalí y el tapir.

La cultura olmeca se desarrolló en Mesoamérica durante el Preclásico Medio y su zona metropolitana o área nuclear abarca la parte suroeste del estado de Veracruz y el oeste de Tabasco. Sin embargo, aunque se desconoce a ciencia cierta su afiliación étnica, existen numerosas hipótesis que han intentado resolver la incógnita. Tampoco está nada claro el origen que dio paso a su cultura y estilo artístico, ni hasta qué punto sus rasgos culturales son propios de su área nuclear, porque, por ejemplo, se sabe que estos rasgos culturales olmecas pudieron haber aparecido primero en Chiapas o Valles Centrales de Oaxaca, o también en las incógnitas arqueológicas que quedan pendientes y por resolver en la Depresión del Balsas, centro del estado de Guerrero, asociadas a esta cultura. Así mismo se establecieron en Morelos, Puebla y el estado de México, y lejos de las fronteras mexicanas se encuentra su presencia en Guatemala, Belice, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. De todas maneras, independientemente de dónde se situó el origen de la cultura olmeca, la red de intercambios comerciales en toda Mesoamérica contribuyó a la difusión de muchos elementos culturales, como el culto a las montañas o las cuevas, a la Serpiente Emplumada, Quezatcoatl, como deidad asociada a la agricultura, la simbología religiosa del jade o el propio estilo artístico.

Los indicios más antiguos que se recogen sobre la cultura olmeca datan de alrededor del año 1200 a. C. y los más recientes del año 500 a. C., aproximadamente. Los tres centros ceremoniales más importantes de esta civilización son San Lorenzo, La Venta y Tres Zapotes, y aunque su civilización se constituyó alrededor de ellos también se manifestaron en otros sitios como en Laguna de los Cerros. El primero de estos tres centros ceremoniales, San Lorenzo, es el más antiguo de ellos y data del 1150 a. C. aproximadamente, época del inicio del florecimiento de la cultura olmeca, situado en el estado de Veracruz y en la cuenca del río Coatzacoalcos. Este centro fue saqueado en el año 900 a. C. y sus esculturas sufrieron el intento de destrucción, incluso hubo algunas que fueron enterradas y otras trasladadas al centro ceremonial La Venta.

La ubicación de este segundo centro y el más grande de los tres, se encuentra en el actual municipio de Huimanguillo y está trazado sobre un eje Norte-Sur. En él se han hallado un importante número de tumbas con ricos ajuares, cerámicas y figurillas de piedra. Al igual que colosales cabezas y tronos en piedra. Se estima que pudo acoger hasta a 18.000 habitantes y que antes de ser destruido sufrió una gran decadencia, aunque se desconocen los motivos.
El tercero de ellos, Tres Zapotes, es el más conocido por sobrevivir hasta una época más cercana, también fue el último en desarrollarse, aunque por entonces su cultura estaba ya en decadencia y lejos del esplendor vivido por los dos anteriores.
Los centros ceremoniales olmecas funcionaban como ciudades y se construyeron de adobe y tierra, razón por la que sus restos son escasos. Así mismo, se les podría considerar como los percusores de las pirámides mesoamericanas, pues sus templos los construían en la parte superior de montículos de tierra; sus edificaciones eran construidas alrededor de patios centrales.

Corría el año 1862 cuando el viajero mexicano José María Melgar y Serrano descubrió fortuitamente el primer monumento olmeca, una cabeza colosal, en Hueyapan, Veracruz. Entrados ya en el siglo XX, en 1920, Frans Blom de la universidad de Tulane descubrió el primer sitio arqueológico olmeca, La Venta, en el estado de Tabasco, aunque en principio se lo asignara a los mayas. Pero fueron casi dos décadas más tarde, al final de los años 30, cuando se llevaron a cabo las primeras excavaciones de algunos sitios detallados en la costa del Golfo, La Venta, Tres Zapotes y San Lorenzo, por parte del arqueólogo norteamericano Matthew Stirling, del instituto Smithsoniano de Washington. En los años 40, Miguel Covarrubias y Alfonso Caso, afirmaron que la cultura olmeca era tan antigua como para constituir la cultura madre de Mesoamérica, y en los 50 se confirmó mediante la prueba del Carbono 14.

Culturalmente se le asignan a los olmecas, entre otras cosas, el juego de la pelota, el calendario, la escritura y la epigrafía. El descubrimiento de un caso de escritura olmeca en el 2002, que data de 650 a. C., y otro en el 2006, de 900 a. C., la convierte en la más antigua del hemisferio occidental, al superar en tiempo a la escritura zapoteca. Pero si por algo se caracteriza esta cultura es por sus colosales cabezas talladas o labradas en piedra, las que se creen que representan a guerreros o jefes. Son 17 los ejemplares que se conocen y la mayoría de ellos están repartidos entre el Museo de Antropología de Xalapa y el Parque Museo La Venta. Las primeras nueve cabezas que se encontraron estaban enterradas en La Venta, aunque no parece que fuera éste su primer enclave, si no San Lorenzo, que se trasladaron para ser enterradas allí y que podrían representar a enemigos o a jefes, por esa razón fueron enterradas. El material en el que fueron construidas es el basalto, y tuvieron que recurrir a las canteras de la Sierra de los Tuxtlas, situadas a más de 100 kilómetros de San Lorenzo y La Venta, lo que puede dar una idea del nivel de organización, sin animales de carga y sobre suelo cenagoso, con un peso de decenas de toneladas y hasta tres o cuatro metros de altura. También existen otro tipo de escultura, los altares, bloques trapezoidales con representaciones religiosas, que tienen un agujero en forma de boca de jaguar por donde sale un personaje y que probablemente represente el nacimiento de un dios desde el inframundo.

La alimentación de los olmecas era variada, era zona de muchos animales que les servían de alimento, como los tlacuaches, changos, guajolotes, venados, tapires, pavos silvestres, aves acuáticas, peces y mariscos. Aprendieron a cultivar el maíz, frijol y calabaza; numerosos árboles frutales como la guayaba y el zapote; es probable que también criaran abejas para obtener miel.

La religión olmeca era politeísta y su gran número de dioses se relacionaban con la agricultura y otros elementos naturales como el sol, el agua, los volcanes, etc. El culto al jaguar era el centro de culto de su religión, representado en su iconografía con la característica boca olmeca. Otros animales eran considerados dioses y entre ellos estaban los sapos o el caimán, mezclando los cuerpos de unos y las cabezas de otros, creando seres mitológicos. Sus dioses también podrían haber estado relacionados directamente con sus gobernantes y formar parte de una religión dinástica.

Ocuiltecos (Tlahuicas)


La comunidad ocuilteca, o tlahuica, tiene su asentamiento en San Juan Atzingo, en el municipio de Ocuilan, en el estado de México, limítrofe con el estado de Morelos y muy cerca a las ruinas prehispánicas de Malinalco y del santuario de Chalma. Su actual localización es el territorio tradicional del grupo étnico, no es la única localidad donde se habla su idioma, el tlahuica, pero sí se considera la única que guarda su esencia como etnia.

Sobre los orígenes de los ocuiltecos existen dos versiones diferentes: la versión de Quesada dice que los mexicas y los colhuas llegaron y se instalaron en Tula después de 1168 y que posteriormente los dos grupos se separaron, los colhuas nahuas fundaron Colhuacan, entre 1179 o 1188, y Xochimilco; una rama de este grupo fue a poblar Malinalco y Ocuilan. La segunda teoría, la de De la Peña, asegura que el grupo matlalzinca salió del actual Estado de Guerrero para establecerse en el territorio actualmente conocido como Ocuilan de Arteaga en el siglo VII.

Quezada también afirma que fue en el siglo XII cuando se fundó Ocuilan, según la concepción indígena sobre las fundaciones de los pueblos, teniendo en cuenta que estos consideraban como nuevas fundaciones a los fenómenos de repoblación que se daban, bien dominando a los antiguos residentes o asimilándolos. Como ocurre en el caso de Ocuilan, que fue fundado en el siglo XII y repoblado por inmigrantes tepanecas en 1439 y 1441, es por lo que se afirma que Ocuilan se fundó 80 años antes de la conquista española.

Los pobladores de los pueblos del valle Matlatzinco se fueron dispersando tratando de evitar el pago del tributo al rey azteca Atzayácatl, cada vez que los conquistaba, al tiempo que escapaban de morir sacrificados a los dioses aztecas. También era costumbre en estos grupos emigrar cuando perdían la guerra y esto fue la causa que provocó el despoblamiento del área matlatzinca. De la misma manera, afirma Quezada, en 1476 fueron conquistados Ocuilan, Tenancingo y Malinalco. Una vez conquistados los ocuiltecos se convirtieron en tributarios de los mexicas y entre las especies que se tomaban como pago estaban las mantas, plumas preciosas, tejidos de algodón o de ixtle. Las mantas ocuiltecas eran muy bien valoradas en tenochtitlan y destacaban como principales piezas de tributación. El pueblo de Ocuilan aparece por primera vez en escritura jeroglífica y en español en el códice "Tributos que pagaban algunos pueblos de México al emperador Moctezuma".

La etapa colonial comienza en el año 1521, el 13 de agosto, cuando el imperio mexica cae en manos de los conquistadores españoles, a partir de 1537 los ocuiltecos empezaron a sentir el peso de los nuevos dominadores, que no sólo le exigieron tributos si no que comenzaron a arrebatarles su territorio repartiéndoselo entre ellos y también a utilizarlos en el trabajo obligatorio para las tierras y las minas. La encomienda se impuso en 1523 y se convirtió en la institución más importante en los inicios de la colonia, cuyo objetivo principal era convertir a los nativos a la religión cristiana. El pago que recibían los encomenderos por su trabajo de evangelización eran las tierras y un número de indígenas que les proporcionaba la Corona Española.

La parte meridional del valle de Toluca estaba invadida por los mexicas desde la segunda mitad del siglo XV y eso favoreció a la implantación del náhuatl en detrimento del matlatzinca-atzinca, que lo desplazó paulatinamente favorecido por los conquistadores, quedando relegado a los tres pueblos donde hoy está confinado. Sin duda 1537 fue un año que marcó a esta etnia, con la llegada de los agustinos y fundando el convento de Ocuilan, se dieron cambios profundos en su modo de vida implantándose una religión ajena y nuevo orden político y social.

En la página de la Revolución Mexicana la región de San Juan Atzingo constituyó una especie de callejón sin salida entre el valle de Toluca y Cuernavaca, donde se libraron batallas entre los zapatistas que ocupaban el Estado de Morelos y los carrancistas, dominantes del altiplano de Toluca. La localidad sirvió de refugio a una multitud de gentes de diverso origen, que se incorporaron a la población y hablando la lengua local.
En el siglo XX, el 26 de abril de 1945, los representantes de la comunidad de San Juan Atzingo solicitaron la titulación de sus bienes comunales y 15 años más tarde, el 19 de septiembre de 1961, se dio el reconocimiento y titulación por resolución presidencial en favor del municipio de Ocuilan, desde entonces se fueron presentando inconformidades ante la justicia y ésta declarándolas improcedentes, hasta el 7 de octubre de 1980, en el que se dejó sin efectos jurídicos la resolución con fecha de 1961.

Los ocuiltecos o tlahuicas se reconocen así mismos como pjiekak'joo, que significa "lo que yo soy, o lo que yo hablo". El idioma tlahuica, también llamado atzinca o ocuilteco, es hablado por más de medio millar de personas, principalmente en la localidad de San Juan Atzingo, y está afiliada al grupo otopame de la familia lingüística otomangueana y con afinidad a la lengua matlatzinca.
Los ocuiltecos mantienen su forma de tenencia comunal, incluyendo terrenos boscosos, su flora es variada y abundan pináceas, encinas, madroños, aguacatillo y fresno. También se dan frutales como la pera, manzana, durazno, capulín y tejocote. La principal actividad económica es la agricultura de temporada, principalmente el maíz, frijol, chile, cebada, avena y trigo. El chícharo se cultiva con fines comerciales. La ganadería es de especies menores, borregos y cabras, tanto para la venta como para el autoconsumo.

Sus viviendas tradicionales son de madera, un material de fácil obtención en la zona, las construyen amplias y normalmente con dos cuartos rectangulares que sirven de dormitorios y una cocina anexa. En el mismo solar se construyen los macheros para caballos y mulas, al igual que también hay chiquero y gallinero; en ocasiones temazcal.

Sus creencias religiosas se basan en el catolicismo.

Nasos (Teribes)


La localización de este grupo indígena de Panamá se encuentra geográficamente al noroeste del país centroamericano, al oeste de la provincia Bocas del Toro, en un área territorial que abarca gran parte de las cuencas de los ríos Teribe y San San. Los componentes de esta etnia se calculan aproximadamente en 3.500 habitantes y se reparten entre 11 comunidades. En el Río Teribe habitan en: Bonyic, Kuikin, Santa Rosa, Sieyik, Solón y Sori; en el Río San San en: Drury, La Tigra, Loma Bandera y San San; también en Charagre, Yorkin y en la ciudad de Changuinola, donde se calculan habitan cerca de 1.000 indígenas naso.

Al pueblo naso o tjer-di, también se le conoce por teribes, pero en la ortografía multiforme que se usó en documentos de los siglos XVI y XVII para referirse a ellos aparecían nombres tan variados como térebes, tervis, tejves, térrebes o térrabas, cuando se extendían a todo lo largo del Río Teribe, Changuinola y la Isla de Toja, hoy conocida por Colón. Los primeros pobladores de esta etnia se establecieron en el área que reúne a los ríos Teribe, Changuinola y Sixaola, en un territorio que iba desde el oeste de la provincia Bocas del Toro hasta el extremo noroeste de Costa Rica. Estaban formados por grupos o parcialidades que ganaban a sus tribus vecinas en belicosos y aguerridos, aunque sólo tenían por verdaderos enemigos a los indios chánguenas o chánguinas, conocidos por su fiereza y a los talamancas, que habitaban a la orilla del Río Sixaola.

Los primeros contactos o conocimientos que se tienen de este grupo étnico, por parte de los europeos, es a raíz del cuarto viaje de Colón, cuando llegó a las costas de Bocas del Toro, a la bahía del Almirante, un lugar conocido por los nasos o teribes con el nombre de Zorabaró, y que Colón renombró como Carambarú. Más tarde, es el conquistador español Juan Vásquez de Coronado el que escucha noticias de una región rica en oro a la que llamaban por nombre Texbi, en 1564, pero no exenta de peligros, la rumorología también advertía de unos indios nativos del lugar que se mostraban muy hostiles con los españoles y rechazaban someterse bajo su dominio. Pero parece que a Vásquez de Coronado no le amedrentaban los rumores hostiles porque se dirigió a la región del Teribe y cuando llegó al pueblo de Corcuru se encontró con varios caciques y logró someter a los nativos. También parece ser que el brillo del oro le cegó tanto a este conquistador que hasta el nombre del Río Teribe lo cambió por el de la Estrella, más acorde para su gusto, por las minas de oro que se hallaban cerca de dicho río.

A principios del siglo XVII, en 1604, es el conquistador Diego de Sojo el que logra controlar a los indios que habitaban el Río Sixaola y reúne a los demás grupos dispersos que habitaban el Valle de Duy, entre los que se encontraban los térrabas, pero estos parece que seguían en sus trece de no hacer buenas migas con los españoles porque se rebelaron contra ellos. Diego de Sojo consiguió controlar y sofocar la rebelión de los teribes, pero no por mucho tiempo, porque un lustro más tarde de nuevo se rebelaron y en 1618 atacaron a los misioneros franciscanos que evangelizaban la región y quemaron la iglesia. A finales del siglo XVII eran unos 1.200 indígenas nasos los que habitaban dispersos por el valle de Talamaca y Duy, y las rebeliones contra los españoles y otros grupos indígenas no daban tregua. Los misioneros buscaban la manera más sencilla de evangelizar la región y como veían que no les iba a resultar fácil la empresa idearon el traslado de grupos de indígenas pacíficos hacia el sur, en el lado del Océano Pacífico, así que en 1695 un grupo de indios teribes fueron enviados a la región de Boruca, al suroeste de Costa Rica, y fundaron el pueblo de San Francisco de Térraba.

Los traslados de nativos fueron continuados y en 1702 pretendieron trasladar a todos los teribes a San Francisco de Térraba, a lo que encontraron la negación por parte de muchos de ellos, que recibieron el nombre de norteños, según cuenta la historia con este traslado masivo se trataba de salvar a los teribes de la extinción. Parece que el problema más acuciante que surgió fue la aparición de los misquitos en Talamanca, el Río Teribe y Changuinola, desde Bluefields, Nicaragua. Las guerras y enfrentamientos entre unos y otros, durante la ocupación de los misquitos, hicieron relegar a los nativos hacia las montañas, lo que provocó que a finales del XVII sólo quedaran cuatro subgrupos. Sin embargo, esta hostilidades entre nativos no quedaron ahí, en el siglo siguiente, el XIX, de nuevo los teribes entraron en disputas, esta vez contra los bribri, y no fue hasta el año 2004 cuando resolvieron sus diferencias.

Después vino un periodo de paz y progreso a la región, de la mano del Rey Lázaro Santana, al que le sucedió en el trono su hijo Simeón que promovió la comarca indígena en 1973, pero la muerte repentina de éste y ante la falta de herederos que lo sucediera se decidió adoptar un método más democrático y fue elegida como Reina Rufina Santana. No parece que se quedaran muy satisfechos los nasos con la labor de su reina, que de nuevo realizaron elecciones y esta vez fue elegido César Santana, en 1988, quien prosiguió con la confección y aprobación de la ley que establecía la comarca.

Desde tiempos inmemoriales el pueblo teribe es regido por un rey y según la tradición sólo podían acceder al trono los varones, hasta su muerte. Cuando esto sucedía el título recaía sobre el hermano mayor, que era príncipe hasta entonces. Si se extinguía la dinastía se reunían los varones casados de la tribu para elegir a un nuevo rey, dentro de la familia poderosa del pueblo.

La lengua de la etnia naso se le conoce por teribe, pertenece a la familia lingüística chibcha, en el grupo de lenguas talamancas.
Es el grupo indígena más pequeño de panamá y viven en pequeñas aldeas o aislados. Como sus asentamientos están ubicados a orillas del Río Teribe, sus casas las construyen sobre fuertes pilares y en pequeñas lomas, para protegerlas del agua, hechas de madera y techos de hojas de palma tipo yambú. Para su transporte utilizan canoas talladas en cedro o laurel.

La supervivencia de este grupo étnico se basa en la agricultura, en la que participan tanto hombres como mujeres, y cultivan plátano, maíz, arroz, cacao, café y pixbae; cosechan frutas como el jobo, la guanábana, la piña, la guayaba y los cítricos como la naranja, toronja y limón. También se da la pesca y la caza, en la que las escopetas son las más utilizadas en detrimento del arco y las flechas; de venado, zaino y conejo es la carne que más consumen; la cría de pavos, patos y gallinas es para consumo particular.
Su artesanía es diversa y elaborada con materias naturales, entre las que destacan el tallado en jícaras y piedra que muestran animales y otros elementos propios de su entorno natural y cultural; también elaboran canastas, hamacas y utensilios caseros en madera.
Las creencias religiosas de los teribes o nasos son católicas en su mayoría, aunque sus creencias tradicionales están dirigidas a Sbö, dios supremo y creador del mundo. Creen en la vida en el más allá y su mitología está rodeada de elementos zoomórficos que adquieren apariencia semi humana.

Nahuas


Los nahuas representan el grupo indígena más grande de México y se localiza actualmente en los estados de México, Morelos, Puebla, Veracruz, Hidalgo, Guerrero y Tlaxcala, fueron una de las civilizaciones más importantes del norte de América y Mesoamérica, junto a los mayas, los olmecas, los zapotecas, los mixtecos y los toltecas. Llegaron al centro de México después de los chichimecas y constituyeron siete tribus de la misma nación, que salieron de la mítica Aztlán, los xochimilcas, cholcas, tepanecas, colhuas, tlahuicas, tlaxcaltecas y mexicanos.

Las dos tribus nahuas más grandes, los acolhuas de Texcoco y los tapanecos, se unieron a otro grupo migratorio procedente del norte, los chichimecas, y formaron la Triple Alianza, lo que se conoció como los aztecas. Desde principios del siglo XIV hasta la llegada de los conquistadores españoles, durante 200 años, los aztecas dominaron y gobernaron la mayor parte de la antigua Mesoamérica, desde la ciudad de Tenochtitlán, en lo que ahora se conoce por el valle de México, hasta Costa Rica, en la frontera con Panamá. Los nahuas eran nombrados de diferente manera según la región donde habitaban: en México se llamaron mexicas; en Guatemala, cachiqueles; en El Salvador, pipiles; en Nicaragua, nicaranos o chorotegas y en Costa Rica, guatusos.

La historia de los nahuas es relativamente reciente en Mesoamérica, situada en torno al año 500 d.C. o probablemente después, porque según las leyendas mexicas fue entre los siglos XI y XIII cuando salieron de Aztlán. Los nahuas construyeron un impresionante poder económico, administrativo y guerrero en todo el valle de México. A la llegada de los españoles les impusieron una nueva forma de vida y los dominantes pasaron a dominados, sometieron a los nativos a la explotación, a la esclavitud, y los obligaron a mezclarse con ellos para crear una cultura mestiza y mixta. Aún así, los pueblos que vivían en las afueras del valle de México no se contaminaron de la nueva cultura llegada de Europa, continuaron con sus tradiciones hasta nuestros días, como es el caso del idioma, el náhuatl. Los nahuas establecieron su lengua desde el occidente y centro de Mesoamérica, hasta el sur de Veracruz, Chiapas, el estrecho de Tehuantepec, Guatemala, Cuzcutlán en El Salvador y Ometepe en Nicaragua.

En la actualidad los nahuas, sus descendientes directos, se localizan diseminados, en su gran mayoría, en los municipios de la zona conurbada con la ciudad de México y el oriente del estado, aunque también se hallan en los estados de Morelos, Puebla, Veracruz, Hidalgo, Guerrero y Tlaxcala.

El náhuatl deriva de nahua-tl, que quiere decir "sonido claro o agradable", y tlahtol-li, "lengua o lenguaje". Es una lengua uto-azteca y surgió aproximadamente en el siglo VII, desde la expansión de la cultura tolteca. El náhuatl es la lengua nativa que más hablantes tiene en México, aproximadamente un millón y medio de personas; su uso se extiende hasta Centroamérica o Estados Unidos.

La mayoría del grupo nahua ya no vive de la agricultura como otros pueblos indígenas mexicanos, a diferencia de otros se asientan en núcleos urbanos por lo que sus actividades se emplean en sectores secundarios y terciarios de la sociedad. En cambio, los asentados en zonas rurales, sustentan su economía en lo que produce la tierra que cultivan, como el maíz, frijol, haba y avena, por lo general, y al igual que otros pueblos indígenas cultivan en tierras comunales, que destinan al autoconsumo y lo excedente para la venta. También se da la cría de ganado ovino, porcino y en mayor número las aves de corral; practican la caza y la pesca.

Las creencias religiosas de los nahuas se sincretizan entre el catolicismo y su propia visión del mundo espiritual, tanto celebran las fiestas tradicionales católicas como sus rituales y ceremonias ancestrales. Consideran que el mundo natural está vivo y es sagrado, sobre todo el maíz, del que se dice, se originó en esta zona. Sus ceremonias van destinadas en distintas direcciones, para pedir el orden natural de las cosas y las bendiciones de una serie de dioses que se manifiestan en formas naturales.

Mochós (Motozintlecos)


Entre las leyendas e historias que contaban los ancianos de la etnia mochó o motozintleco está la que decía que hubo una vez en que una plaga de murciélagos obligó a los pobladores de San Jerónimo, hoy Belisario Domínguez, a huir en diferentes direcciones. Contaban que aquella plaga les molestaba mucho y les mordía las orejitas, unos huyeron hacia el cerro de La Campana, en los márgenes de la actual comunidad de Motozintla de Mendoza, cuando este lugar era un desierto, y la otros tomaron rumbo a lo que actualmente es el municipio de Tuzantán.

Más tarde llegaron los conquistadores españoles a estos territorios donde se habían asentado, para entonces ya tenían su milpa sembrada y su ganado pactando libremente en el sitio, fue cuando se presentaron tres días con sus tres noches seguidas lloviendo sin parar. Cuando escampó, dos indígenas mochó decidieron ir en busca de su ganado que estaba al otro lado del río, pero al hacerlo comprobaron que el caudal de éste había crecido demasiado y acordaron esperar a que el nivel del agua menguara. Durante la larga espera vieron bajar por entre la corriente tres bultos que parecían tres canoas y pensaron que quizás con aquellas embarcaciones podrían cruzar el río hasta el otro lado. Se pusieron de acuerdo y mano a la obra, cuando el primero de los bultos flotantes pasó frente a ellos trataron de hacerse con él valiéndose de sus pieles, pero no lo consiguieron; después lo intentaron con el segundo y tampoco surtió efecto la idea, pero al tercero la suerte les cambió, este sí consiguieron atraerlo hasta ellos. La sorpresa fue cuando al sacarlo del agua comprobaron que no se trataba de una canoa, como creían, si no de la imagen de una persona tallada en madera.

El desconcierto les hizo olvidarse por un momento del ganado y salir en busca del chamán de la localidad para que les dijera de qué se trataba el hallazgo. El chamán parece que enseguida reconoció la imagen de San Francisco de Asís tallado entre sus vetas y les dijo que lo llevaran a la iglesia. Así lo hicieron los dos mochós junto al chamán, acompañados de una comitiva de nativos que acudieron al revuelo que supuso "la aparición religiosa" río abajo. Al día siguiente la imagen desapareció del templo donde la habían llevado y de nuevo volvió a aparecer en el mismo lugar donde la hallaron por primera vez. Al día siguiente repitieron lo mismo que el día anterior y de nuevo el santo volvió al lugar del encuentro. Así que, ante la tozudez del santo en cuestión, el chamán, aconsejó que se le hiciera una fiesta en su honor para que estuviera contento y les ayudara a proteger los cultivos ante las frecuentes lluvias torrenciales que se dan en la región. Le hicieron la fiesta y parece que el halago contentó a San Francisco de Asís porque ya no volvió a irse, desde entonces cada 1 de octubre celebran un festejo en su honor. También se dice que los otros dos bultos que bajaban flotando río abajo eran las imágenes de San Martín Caballero y del señor Santiago, la primera fue a parar a Mazapa de Madero y la segunda a Amatenango de la frontera, ambas poblaciones cercanas a Motozintla de Mendoza.

Existe un pequeño sitio arqueológico por el camino que lleva a Chimalapa, donde se encuentra un montículo principal de unos tres metros de altura, un testimonio que da cuenta de los asentamientos humanos prehispánicos que llegaban hasta las faldas del cerro de La Campana, el lugar donde llegaron huyendo de la plaga de murciélagos que contaban los ancianos mochós. En esta zona arqueológica se han encontrado piezas del periodo Clásico Tardío, entre los años 600 y 900 d.C., entre las que destacan figuras de murciélagos.

La fundación de Motozintla de Mendoza se considera que se dio el mismo día que se inauguró la hacienda ganadera de San Francisco, en 1620, propiedad de los asturianos Alfonso y Fernando Urrutia. Por aquel tiempo Motozintla pertenecía a lo que hoy conocemos por República de Guatemala, entonces departamento de Guatemala. Motozintla pasó a formar parte de México en 1894, 12 años después de los tratados que limitaban las fronteras de ambos países. Más tarde, en tiempos de la reforma agraria, tanto el gobierno nacional de Lázaro Cárdenas como el estatal de Victorio Grajales, implantaron medidas para suprimir las tradiciones y las lenguas de los indígenas que vivían en la frontera. Se quemaron imágenes religiosas, trajes tradicionales, se expulsaron a los sacerdotes católicos y se prohibió el uso de las lenguas indígenas en la zona fronteriza.

Algunos años más tarde, en la década de los 60, las políticas cambiaron de tendencia y se emprendió una revitalización de las culturas prehispánicas, pensando también en integrar a los indígenas a la vida nacional. A partir de los 80, los inmigrantes guatemaltecos que huían del régimen represivo instalado en su país, hicieron crecer notablemente la población de Motozintla, donde poco a poco han ido tomando responsabilidad en puestos administrativos del gobierno local.

La etnia mochó viven en la zona fronteriza entre México y Guatemala. Se asienta principalmente en los barrios aledaños a la cabecera municipal de Motozintla de Mendoza, Campana, Canoas, Chelajú Grande, Chelajú Chico, Guadalupe y San Lucas; también en otros municipios como Tuzatán, Tuzatán de Morelos y Belisario Domínguez, en la Sierra Madre de Chiapas, México.

El origen del vocablo mochó fue impuesta por los españoles, según una anécdota histórica que no me resulta ni nueva ni original, también con otros pueblos sucedió lo mismo. Parece ser que los españoles, cuando llegaron a estas tierras, preguntaron por el nombre del lugar y los nativos lo único que respondían era mochó, que en su lengua significa "no hay".

La lengua motozintleco o mochó, está casi extinta, la hablan alrededor de 400 personas en Chiapas. Se clasifica dentro del tronco lingüístico maya y la mayoría de los especialistas en lenguas mayenses la consideran derivada del tronco kanjobalano, proveniente del jacalteco y asociada al ixil y al aguacateco.

Este grupo étnico basa su economía principalmente en la agricultura, en los cultivos de maíz, frijol, haba, chile y jitomate; el café, la papa y el cacao se cultivan para la venta; el aguacate, naranja y plátano son cultivos secundarios. También la ganadería tiene su importancia, la cría de borregos y aves de corral, al igual que la elaboración de objetos de barro y prendas de lana que son destinadas al uso familiar. El cultivo del cacao siempre tuvo un papel relevante desde la época prehispánica, hasta que el café lo relegó a un segundo término en el siglo pasado.

Las viviendas tradicionales de los mochós las construían antiguamente con paredes de tejamanil (madera de pino) y el techo con el mismo material y hojas de palma. Actualmente las paredes suelen construirse de adobe, techos de láminas de zinc y suelo de cemento; cada casa cuenta generalmente con dos cuartos.

La mayoría de los componentes de esta etnia son católicos, aunque también los hay protestantes, sincretizadas con antiguas creencias relacionadas con los duendes de la naturaleza, a quienes les dedican ofrendas y rituales, solicitando lluvia y buenas cosechas.

Mixtecos


La Mixteca es el nombre que recibe actualmente el territorio donde se localiza el grupo étnico que le da nombre, mixtecos. Tiene una superficie superior a los 40.000 kilómetros cuadrados, situada entre el sur de Puebla, el este de Guerrero y el poniente de Oaxaca, México. Sin embargo, no es ésta la denominación por la que se conocía a este territorio si no por Mixtecapan, vocablo adjudicado por los mexicas y que significa literalmente "país de los mixtecos", pero en la lengua antigua mixteca el país recibió el nombre de Ñuu Dzahui, que quiere decir "país de la lluvia".

El pueblo mixteco es uno de los más antiguos de Mesoamérica y de su ocupación humana en la región que lleva su nombre existen indicios desde el quinto milenio antes de la era cristiana, aún así el origen de esta cultura, la mixteca, no se inició hasta después del desarrollo de la agricultura en Mesoamérica. A partir del tercer milenio a. C. fue cuando comenzaron a aparecer los primeros poblados agrícolas, basados en cuatro cultivos básicos, chile, frijol, maíz y calabaza. En el periodo Preclásico Medio, en el 1500 a. C., aproximadamente, la región sufrió una revolución urbana que permitió el crecimiento de los núcleos de población y se integraron en la amplia red de intercambios que unió a los pueblos mesoamericanos. En esta época, como en la mayor parte de las sociedades de la región, los mixtecos no formaron una red política, si no que estaban organizados en pequeños estados compuestos por varias poblaciones enlazadas jerárquicamente.

Por este tiempo fue cuando florecieron las aldeas agrícolas de Yucuita y Monte Negro, en la Mixteca Alta. Más tarde aparecieron en la Mixteca Baja los centros como Cerro de las minas, contemporáneos de Teotihuacan y Monte Albán. No obstante, fue en el Posclásico cuando la cultura mixteca alcanzó su mayor apogeo, durante el reinado del señor Ocho Venado-Garra de Jaguar. En la siguiente página de la historia se habla de la conquista de varios señoríos mixtecos de la Mixteca Alta y Baja por parte de los mexicas, aunque Tututepec, antiguamente Yucudzáa, continuó conservando su independencia.

Ya en la conquista española, podríamos decir que se llevó a cabo en esta región con poca violencia, fruto de la poca resistencia que opusieron algunos señoríos contra ella, una actitud que les otorgó ciertos privilegios durante la colonia, en la que la mixteca fue una región floreciente y su principal producto era la grana cochinilla. La aceptación del vasallaje por parte de estos señores mixtecos les supuso mantener sus cacicazgos con reconocimiento por parte de las autoridades de la Corona española, pero no solo a los señores les fueron otorgados o mantenidos privilegios, también las comunidades indígenas obtuvieron títulos de propiedad sobre los bienes comunales, aunque de igual manera hay que resaltar que los conflictos por las tierras entre pueblos o entre indígenas y otros terratenientes fueron frecuentes.

Algunas de las regiones de la Mixteca formaron parte del movimiento independentista uniéndose a él, durante la Guerra de Independencia, con especial protagonismo en la Mixteca Baja, donde Valerio Trujano levantó a los pobladores del lugar durante la campaña de José María Morelos. La Independencia no supuso un cambio sustancial en las condiciones de vida de los mixtecos, sólo, y hasta la segunda mitad del siglo XVII, se vieron afectadas varias comunidades por la supresión de la propiedad comunal, para restituirse después de la Revolución de 1910, que derrocó la dictadura de Porfirio Díaz, de ascendencia mixteca. Los zapatistas fueron los que operaron durante esa guerra civil en la Mixteca Poblana. En el siglo pasado, siglo XX, las condiciones de vida en la Mixteca se fueron deteriorando y sus pobladores comenzaron a emigrar hacia zonas urbanas y más tarde hacia los Estados Unidos, donde se estiman viven en número superior a los 100.000. Los mixtecos representan el cuarto grupo étnico en importancia de México, después de los nahuas, los mayas y los zapotecos. El pueblo mixteco no constituye una unidad, según algunos antropólogos su identidad básica es la comunidad, particularidad que permite entender la rivalidad existente entre varias localidades habitadas por sus componentes.

El idioma mixteco, o tu'un sávi, que significa "palabra de la lluvia", es la lengua de esta etnia, que ocupa la cuarta posición en números de hablantes en México, con una cantidad superior a las 510.000 personas. La lengua mixteca es la más hablada de las llamadas lenguas mixtecanas, de la familia otomangue. En realidad se trata de un complejo de dialectos y lenguas regionales que en muchos casos son ininteligibles entre sí. En la actualidad el gobierno mexicano reconoce más de 60 lenguas mixtecas repartidas en diferentes puntos geográficos.

La fuente principal de su economía está basada en la agricultura, y entre los cultivos más importantes predominan el maíz, frijol y trigo. También se elaboran tejidos de palma, algodón, lana, artículos de ixtle, cuero y barro, en la Mixteca Alta; en la Mixteca Baja elaboran tejidos de palma; y en la costa fabrican objetos de barro, confeccionan textiles en telares de cintura y panela. La artesanía mixteca tiene una producción artesanal muy diversa. Manufacturan pozahuancos, jícaras, mascaras, jarcería, textiles de algodón y lana como: servilletas, cobijas, huipiles, morrales, ceñidores, refajo, bordados, camisas, cotones, rebozos y enredos de lana; cestería de carrizo y talabartería, cohetes, cuchillos, herrería, metates, escobas y sombreros finos de palma real, procedente del istmo y el resto de palma criolla recolectada en la región.

La religión de los mixtecos en la época prehispánica era de corte animista. Según la información que se obtuvo de documentos pictográficos producidos por los antepasados mixtecos, análisis arqueológicos y otras fuentes históricas coloniales, se puede decir que comparte rasgos muy característicos con otras religiones mesoamericanas, entre ellos la creencia en un principio dual primigenio que dio origen al mundo como se le conoce, o la de que el mundo ha sido creado y destruido en varias ocasiones. En la actualidad predomina el catolicismo.

Mixes


Los mixes, o ayuuk, son una etnia mexicana que habita en el norte del estado de Oaxaca, en una región situada en la llamada Sierra Mixe y parte del Istmo de Tehuantepec, colindando con los distritos de Villa Alta, Choapan, Yautepec, Juchitán, Tehuantepec y con el estado de Veracruz. Son 19 los municipios donde se asientan los componentes de este grupo indígena, repartidos en tres subregiones de acuerdo a su altura. Entre las montañas más altas se encuentra el Zempoaltepetl, el cerro de la Malinche y el Monte Blanco, elevaciones que rondan los 3,300 metros sobre el nivel del mar. Algunos de estos municipios habitados por los mixes son: Tlahuitoltepec, Ayutla, Cacalotepec, Totontepec, Tamazulapan, Zacatepec, Mazatlán y Guichicovi, entre los más importantes.

Como sucede con muchas etnias, no se encuentra mucha información sobre su historia prehispánica, algunos apuntes y muchas conjeturas, que dan más para un relato de ciencia ficción que para sacar conclusiones y analizar los entresijos de la cultura mixe, eso sí, siempre se supone que su origen ancestral, como en muchos otros casos, se pierde en la noche de los tiempos. Para el apartado histórico de este grupo indígena me he servido del trabajo del antropólogo social y doctor en Historia de las Religiones y de los Sistemas de Pensamiento, Gustavo Torres Cisneros. En su trabajo sobre los pueblos indígenas del México contemporáneo, "Mixes", cuenta que al respecto de esta etnia existen múltiples versiones sobre su origen, algunas fantásticas y otras descabelladas. Por ejemplo, expone las suposiciones del padre Antonio Gay, en el siglo XIX, autor de la "Historia de Oaxaca", según las cuales, los mixes provienen de Europa central, y están relacionados con los pueblos dálmatas o polacos, asegurando que éstos podían entender la lengua mixe, unas afirmaciones que no tienen por donde cogerse ó agarrarse, no tiene ningún sustento.

Otras de estas teorías fantásticas es la que se refleja en un documento de Juan Nepomuceno, "La historia antigua de los Mixes" donde asegura el autor que este pueblo proviene del Perú. Un documento plagado de anacronismos y neologismos formados a partir de la lengua mixe, donde también se menciona a Moctezuma y al rey zapoteco Zaachila. Este documento se tiene por falso porque la imaginación del autor se mezcla con datos históricos, y aunque sociológicamente se considera interesante esta idea, la de que los mixes provienen del Perú, los hechos históricos y las comparaciones lingüísticas demuestran su falsedad histórica. Una idea formada muy probablemente en la época colonial, cuando el contacto con el Perú era más frecuente como parte del Imperio español y cuando el clero era más proclive a difundir este tipo de contactos. Por aquel tiempo, flotaba en el ambiente la llegada de Santo Tomás a tierras americanas y se llegó a considerar que a México arribó por el Perú, razón por la que otros grupos étnicos como los huaves, vecinos de los mixes, también creen en esta hipotética procedencia.

Gustavo Torres Cisneros también nos cuenta que, probablemente, los mixes vivieran en pequeñas aldeas de carácter clánico, en la época prehispánica, y que algunos centros importantes existieron en Moctum, donde quedan vestigios arqueológicos de sus antepasados, en Totontepec, Quetzaltepec y Jaltepec de Candayoc. También cree que los mixes tuvieron roces, sus más y sus menos, con los zapotecos del Valle y de la Sierra, que los aztecas penetraron en la región y atacaron Totontepec y Quetzaltepec, después de que los mixes emboscaran a los pochtecas o mercaderes mexicas.

Desde que Cortés supo que Tuxtepec proveía de oro al Imperio mexica el interés por la región creció por parte de los españoles y fueron muchos los esfuerzos de los conquistadores por entrar en la zona, como Gonzalo de Sandoval en 1522 o Rodrigo Rangel en 1523, y en 1524 Luis Barrios y Diego de Figueroa. Parece que la decisión de encontrar tan preciado metal estaba por encima de cualquier manera de conseguirlo, porque en el caso de Diego Figueroa se dedicó a buscarlo en las tumbas de los caciques. En 1526 fundó la colonia española de Villa Alta de San Ildefonso, bajo las órdenes de Marcos de Aguilar y Alonso de Estrada.

La conquista de la Sierra se dio en 1529, cuando la Primera Audiencia designó a Luis de Berrio primer alcalde mayor de Villa Alta. Un personaje siniestro para la historia de los mixes y los zapotecos del Rincón, pues su gobierno fue implacable y brutal contra ellos, empleando perros, como describe Antonio Herrera. Por esta época las mujeres mixes y chontales abortaban y se negaban a procrear. Sin embargo, como sucedió en la mayoría de los episodios de la conquista, los españoles contaron con la ayuda de otros grupos étnicos, en este caso fueron los indios naboríes del centro de México, especialmente de Tlaxcala.

A principios de 1558 comenzó el proceso de evangelización del pueblo mixe, con la llegada de fray Jordán de Santa Catalina y sus colegas dominicos. En 1570 una doctrina se estableció en Totontepec y en el siglo XVII se crearon dos residencias en Juquila y en Quetzaltepec. El fin de la hegemonía dominica comenzó a principios del siglo XVIII, cuando el obispo Maldonado secularizó 27 doctrinas dominicas en todo el arzobispado.

Ya en el siglo XIX, la región mixe estuvo aislada prácticamente de la vida de la nación, aunque algunas leyes como las de desamortización de los bienes comunales repercutieron en sus comunidades. El cultivo del café a pequeña escala se extendió rápidamente a finales de este siglo cuando se introdujo en la Sierra Norte de Oaxaca, debido a que suponía unos ingresos extra. En 1936 se estableció oficialmente, por el gobernador Constantino Chapital, el Distrito judicial y rentístico de los mixes, y Zacatepec como municipio de cabecera.

La palabra mixe es una derivación de mixy, "hombre varón", pero el antónimo mixe es Ayuukjä'äy, compuesto por las raíces a (idioma, palabra), yuuk (montaña, florido) y yä'äy (gente), es decir, los mixes se llaman así mismos en su lengua "pueblo de la lengua florida".
El idioma mixe pertenece al grupo mexicano de la familia lingüística mixe-zoqueana y lo hablan alrededor de 140 mil personas.

La actividad económica de los mixes se basa en la agricultura, en la zona alta y parte media, en la primera son los cultivos de maíz, papa y chile lo que prevalece, en la segunda es el plátano, frijol, café y caña de azúcar. En la parte baja se dedican principalmente a la ganadería, la que se ha intensificado actualmente.

La vivienda tradicional la construyen con techos de palma, a dos aguas, paredes de tablas o bajareque y piso de tierra. Actualmente las casas de adobe, ladrillo, blok y piedra, con techos de teja, láminas galvanizadas, de asbesto o de concreto y pisos de cemento, han ido sustituyendo a las tradicionales a un ritmo acelerado. Su forma es rectangular y cuentan, por lo general, con un espacio para cocina-comedor, uno o dos cuartos como dormitorios y almacén o estancia. La mayoría también cuentan con un patio destinado a árboles frutales, plantas de ornamentación y medicinales, además de un espacio para los animales de cargas.

La religión de los mixes se sincretiza entre el catolicismo y sus creencias prehispánicas, el culto a Jesús Nazareno, el Señor de Alotepec, se combina con el de las deidades naturales presididas por el rayo, la luna y los espíritus de la montaña.

Misquitos

Aunque los propios representantes de esta etnia y algunos estudiosos afirman que los misquitos desde siempre han existido como pueblo, la realidad es que el origen de este grupo étnico no está nada claro. También son muchos los especialistas en el estudio de los misquitos que coinciden en afirmar que surgieron como pueblo en el siglo XVII, mezcla biológica de tres continentes, de las etnias nativas bawinkas, tawahkas o sumos, de los europeos que llegaron al continente americano y de los africanos negros que llevaron los colonizadores como esclavos para trabajar en las plantaciones, que al recobrar la libertad se fusionaron para dar origen a una sociedad multirracial con identidad propia.

"En el año de 1641 se perdió un navío cargado de negros en la costa del mar del norte y en la parte entre la boca del Río San Juan, provincia de Nicaragua y la ciudad de Trujillo provincia de Honduras... recogiéndose la tercera parte de los negros y los demás se retiraron y guarecieron entre las malezas de aquellas montañas ocupadas por indios caribes que celosos y recelosos de aquellos nuevos huéspedes le hicieron guerra entre sí muy cruda, vencieron con el tiempo los negros a los caribes, retirándose éstos montaña adentro hacia las tierras de Segovia y Chontales... quienes hoy en día tienen fiera enemistad con ellos... Con las mujeres de los vencidos se fueron multiplicando los vencedores, y porque ya murieron aquellos primeros huéspedes se llaman hoy sus descendientes zambos por ser hijos de negros y de indios". Éstas son palabras escritas por el obispo de Nicaragua en 1711 para describir el origen de los misquitos ó zambos, como también se les conoce.

El hecho de que la mayoría de los reyes misquitos fueran semi-deidades, dejó parte de la información histórica de este pueblo y sus reyes difuminada, y no fue hasta 1687 cuando se comienza a tener registros del primer rey confirmado. Su estructura política en la sociedad tradicional está fuertemente anclada, y aunque había un rey no disponía de un poder absoluto, lo compartía con un gobernador, un general, y, en la década de 1757, un almirante. Esta forma de gobierno permitió a los misquitos mantener su independencia durante el mandato español, y en las Provincias Unidas de Centroamérica. Así, de esta manera, fueron incluidos en 1894 en Honduras.

Los británicos siempre estuvieron muy unidos a los intereses de los misquitos, de los que se sirvieron para luchar contra la corona española, unos aliados muy importantes para su piratería contra los navíos españoles que navegaban por la zona cargados de riquezas y para defender sus intereses económicos de Honduras Británica, hoy Belize. Esto les permitió a los misquitos hacerse de importante armamento moderno, adquirido a sus socios europeos. También en Nicaragua los británicos crearon un país pensado para los misquitos, fue tan fuerte el arraigo entre unos y otros que los historiadores piensan que los misquitos lo que realmente pretendían era que se les reconocieran como británicos, hasta sus vestimentas llegaron a ser comunes e incluso el mismo rey vestía a la manera británica.

Los exploradores misquitos se unieron a los zambos y juntos comenzaron a atacar asentamientos de españoles en Honduras, en ocasiones para rescatar a miembros esclavizados de la etnia antes de que fuesen enviados a Europa, pero la mayoría de las veces estos ataques sólo tenían un interés, el de esclavizar a otros indígenas de otras etnias, pues el ego de los misquitos les hacía considerarse por encima de otras tribus de la región, a los que consideraban salvajes. Luego, estos indígenas esclavizados eran vendidos a los británicos para trabajar en Jamaica. La inaccesibilidad a la región misquita permitió que siguieran dominándola gracias a su superioridad numérica y a la experiencia adquirida militarmente y no fue hasta 1787 cuando llegaron los primeros colonos españoles con la intención de asentarse por aquellas tierras.

Se tiene constancia de que la Nación Misquita existió desde antes de 1625 y se sabe que su primer rey, del que se tiene información, fue Oldman, "viejo hombre", fue el hijo de un rey misquito sin nombre. Los primeros contactos con los británicos fue precisamente durante el reinado del rey sin nombre y su hijo, el Rey Oldman, tuvo el honor de viajar a Gran Bretaña enviado por su padre, al que recibieron con todos los honores en audiencia por el rey Carlos I. Estos contactos dieron su fruto en forma de tratado, el Tratado de Amistad y Alianza, que se formalizó en 1740, que dio paso al nombramiento de un Superintendente en 1749 y a la creación de un protectorado en la Nación Misquita.

La unión entre misquitos y británicos continuó durante las guerras revolucionarias americanas, atacando a las colonias españolas, y consiguieron muchas victorias. Sin embargo, todo esto no sirvió de nada después de firmar la paz en 1783, pues los británicos tuvieron que abandonar la costa y ceder su control. Aunque se continuó manteniendo un protectorado no oficial sobre el reino para proteger los intereses misquitos de las agresiones españolas, el abandono británico terminó a finales de junio de 1787. A mediados del siglo siguiente, el XIX, la región comenzó a dejar de interesarles a los británicos y el estado misquito desapareció en 1894, cuando fue ocupado por Nicaragua. De nuevo volvieron a tener protagonismo sus aliados europeos pero en esta última ocasión fue efímero, se restableció la Nación Misquita en Julio de ese mismo año y un mes más tarde Nicaragua la recuperó.

El territorio misquito se extiende desde Cabo Cameron en Honduras hasta más al sur del Río Grande de Matagalpa en Nicaragua. Su población étnica ronda las 200.000 personas, que tienen como idioma el misquito, perteneciente al grupo misumalpa que se deriva del chibchano.
La economía misquita está basada en la agricultura de subsistencia, la que complementan con trabajos asalariados estacionales. También en los últimos años la industria langostera ha dado empleos a más de 700 hombres misquitos, quienes trabajan de buzos y cayuqueros para pequeñas empresas ladinas, casi siempre en condiciones precarias.
La dieta alimenticia de esta etnia está constituida por yuca, plátano, malanga, ñame, arroz, frijol y productos de la caza y pesca, carne de gallina y cerdo; bebidas como el gaubul y el ulang; embriagantes como mislas de yuca, maíz, caña de azúcar y supa.

La mujer es quien asume el rol primordial en la sociedad tradicional misquita. Sus patrones son matriarcados y los recién casados se instalan siempre cercanos a la madre de la esposa, formando clanes frecuentemente. Las tierras se heredan a través de la línea femenina, quienes tienen derecho desde el nacimiento a parcelas. La abuela o cuca representa a la autoridad y es reconocible por el turbante que portan, collar de cuentas y pipa.
La religión de este pueblo es la cristiana, pero aun creen en un ser superior al que llamaban Wan-aisa, "nuestro padre", y también en otros dioses menores, como Yulaptael, "sol", Alwlani, "trueno", y Kati, "luna"; de igual manera dedican culto a la naturaleza.

Mexicaneros


Entre los mitos y leyendas de los mexicaneros existe el de la creación de su pueblo, y cuenta que el padre de los mexicaneros nació en San Pedro Jícoras, después del asentamiento en su peregrinación hacia el norte de Tenochtitlan, y que allí se puso de acuerdo con la serpiente y el águila para darles la costumbre. Le dejó la costumbre del águila, el xuravét, para aclamar al agua, al águila, al sol, a todo lo existente en la tierra, a las cosas, a los mares, a todos los santos... Los santos que crearon la costumbre lo hicieron en el patio en cinco días, el cuarto por la noche bailaron, ellos mismos buscaron el venado para bailar, lo hicieron chuina y lo comieron, bendijeron los elotes y ya cuando amaneció presentaron tamales para aclamar a Dios.

Esta es la parte romántica, pero la historia real de esta etnia dicta mucho de lo que cuentan las leyendas, en verdad no existen datos arqueológicos e históricos de este grupo étnico en el estado de Durango y en el municipio del Mezquital para dar consistencia a sus orígenes como pueblo. En Los Mexicaneros de Durango no son de Tlaxcala, de Leopoldo Valiñas, 1981, se mencionan algunas hipótesis o teorías al respecto, y van desde que son grupos nahuas que siempre habitaron la zona, que son grupos nahuas de occidente llevados a la zona por españoles, que los mexicaneros fueron originariamente hablantes de otras lenguas (coras, tepehuán y huichol) y que fueron nahuatlizados, hasta la teoría de que son descendientes de gente que hablaba una variante del náhuatl y que huyó hacia la sierra.

La parte fiable de su historia se sitúa en épocas más recientes, un ejemplo es el del capítulo referente a la Revolución y Guerra Cristera, en la que no se menciona la participación de los mexicaneros en estos movimientos sociales, sin embargo, si se puede constatar los levantamientos de la población de San Pedro Jícoras y la comunidad de Huazamota como punto de reunión Cristera en la región. Fue ésta una época convulsa de la historia, donde prevalecían los robos, incendios, violaciones, hambre y ataques de vandalismo por parte de los grupos indígenas y mestizos de la región, junto a esporádicos enfrentamientos con grupos "gobiernistas".

La localización geográfica de esta etnia se halla en la región que abarca los estados mexicanos de Durango, Nayarit, Jalisco y Zacatecas, una región interétnica donde conviven y se relacionan con otros grupos, como huicholes, tepehuanos y coras. Entre las principales comunidades mexicaneras cuentan las de Santa Cruz en Nayarit, o San Agustín de Buenaventura y San Pedro Jícoras en Durango. Esta última población pertenece al municipio del Mezquital, colinda al norte con los municipios de Durango y Nombre de Dios; al noreste con Suchil; al noroeste con Pueblo Nuevo, todos éstos del estado de Durango; Al sur con el estado de Nayarit y al sureste con Jalisco. En el Mezquital conviven huicholes, tepehuanos y mexicaneros; la población mestiza se asienta en la cabecera municipal, en los aserraderos y en los centros comerciales de la zona.

Su idioma recibe el nombre de mexicanero y se trata de un dialecto del náhuatl, una lengua del tronco Uto-azteca. Se trata de la variante más septentrional de esta lengua, aunque la familia Uto-azteca se halla difundida más al norte. Los hablantes de esta lengua se estiman alrededor de los 1000 y residen principalmente en las comunidades rurales de San Pedro Jícora y San Agustín Buenaventura, en el municipio de Mezquital en Durango. El mexicanero es uno de tantos dialectos nahuas, lo único que lo diferencia de otros es que utiliza el sufijo -lo para expresar sujetos en plural.

Las actividades económicas de los mexicaneros se basan en la pesca y la agricultura. La pesca es una actividad exclusiva de los hombres y los niños. Del río San Pedro extraen distintas especies como la mojarra, bagre, trucha, matalote, xalmich o pez de arena, aguja y camarón. El único cultivo que se realiza es el del maíz, en un promedio de siembra de cinco a diez medidas por familia, cada medida es igual a 4.35 Kg., su cultivo se realiza en pendientes pedregosas con el método de roza; también se dan algunos árboles frutales en la ribera del río San Pedro. La explotación forestal ya no se practica, por la falta de áreas madereras. La fauna la constituyen ardillas, conejos, coyotes, zorras, tejones, mapaches, gatos de monte, tigres, águilas, urracas, zopilotes, iguanas, escorpiones y alacranes.

Entre las artesanías que manufacturan los mexicaneros se encuentran los utensilios que emplean para uso cotidiano, canastas, cestos y chiquihuites de carrizo, bateas de madera, morrales de algodón, ollas, cazuelas, platos y comales de barro. También se fabrica un arco musical, o tahuitol, de madera y guacima o frijolillo, con una cuerda de ixtle este arco es colocado sobre una jícara o xical que funciona como caja de resonancia al percutir la cuerda con dos palitos de madera.

El patrón bajo el cuál se asientan los mexicaneros respecto a su residencia es patrilocal y en grupos domésticos. Los nuevos matrimonios buscan un nuevo terreno donde levantar su vivienda generalmente cercano al del padre del marido, para lo que nesecitan permiso de la comunidad. El levantamiento de la nueva vivienda se hace con ayuda de familiares y amigos o vecinos.
Son dos tipos de vivienda las que existen entre los mexicaneros, una para la temporada "de secas", cercana a las siembras, y otra para el tiempo "de aguas", éstas se construyen por lo general en los cerros. Las viviendas para el tiempo de lluvias facilitan subir a los animales a pactar sin necesidad de exponer las milpas. Las construcciones son rectangulares con paredes de adobe y techos de paja a dos aguas y sostenidos por estructura de madera. Cuentan con tres secciones, un dormitorio, cocina y carretón, donde se guarda el grano.

La religión de los mexicaneros es el catolicismo, pero también entre sus costumbres está la celebración de los xuravét, ritos donde se recrea la mitología. Estas ceremonias tienen carácter agrícola y en ellas se pide a Dios por la salud, las cosechas, la vida, todas las cosas de la tierra, el agua, las plantas, los animales, el sol, los santos, los mares... Estas peticiones las realiza el Mayor, que es la persona elegida por Dios para organizar y conducir el xuravét durante toda su vida.

Mexicas


De todos los temas referentes a la historia de Mesoamérica, la de los mexicas, junto a los mayas, son los más estudiados, quizás porque al respecto se conservan muchas fuentes documentales, arqueológicas y testimonios que se hicieron posteriormente a la Conquista de México. A los mexicas se les confunde o conoce, especialmente en occidente, por el nombre de aztecas, no obstante, el pueblo mexica fue uno de los tres pueblos que conformaban el imperio azteca, junto a Tlacopan y Texcoco. Sin embargo, cabe destacar que los mexicas no se llamaban a sí mismos de esta manera, si no que se produjo por una confusión o mala designación posterior a la conquista, en las crónicas posteriores les llamaron con el término de mexicanos o los de México.

La etnohistoria mexica cuenta que eran una de las tribus nahuas del norte árido que llegaron a la cuenca de México, la leyenda cuenta que realizaron un largo recorrido desde el mítico Aztlán, o Aztatlán, "lugar de garzas o de blancura", posiblemente situado en una isla de la laguna de Mexcaltitlán en la costa del estado de Nayarit. La salida fue entre los años 890 y 1111, un largo recorrido en el atravesaron primero algunas regiones del norte de Jalisco, para después seguir el curso del río Lema, entre Guanajuato y Michoacán. Su peregrinación se completó cuando llegaron a un islote al poniente del lago Texcoco, hoy desecado prácticamente y donde se asienta la actual ciudad de México, en el que vieron una serpiente y un águila luchar sobre un nopal, tal como se los anunció el dios de la tribu, Huitzillopochtli. En este islote fundaron México-Tenochtitlan en el año 1345, que significa "donde está el nopal silvestre", estudios recientes han demostrado que previamente los mexicas se establecieron en varias poblaciones, e incluso antes fundaron otras ciudades como fue el caso de Huixachtitlán. Cuando los mexicas o tenochcas, como también eran conocidos, llegaron a la cuenca de México ya estaba ocupada por otras tribus y tuvieron que someterse al señorío de Culhuacan, gobernado por descendientes de los toltecas. La aceptación del asentamiento final se dio con Azcapotzalco como altepetl supremo, tributándole periódicamente y obligados a obediencia.

En 1357 otro grupo mexica se estableció en un islote contiguo y fundaron Tlatelolco, también sometidos al señor de Azcapotzalco. Ténoch, el caudillo-sacerdote que auspició la fundación de Tenochtitlan y que le dio su nombre, junto al de México, en honor de Huitzllopochtli o también conocido como Mexitlí, conservó la suprema autoridad hasta su muerte en 1369, dos años después de que los mexicas conquistaran Culhuacán en provecho del señor tapaneca Tezozómoc. Éste decidió convertir a los tenochcas en sus socios, que hasta ese momento eran soldados mercenarios, y de igual manera a los tlatelolcas, que habían conquistado Tenayuca en 1371, los dos alcanzaron el rango de señoríos, Tenochtitlán y Tlatelolco. Tezozómoc y sus aliados mexicas conquistaron Texcoco en 1418, la que entregó dos años más tarde al tirano de Azcapotzalco Chimalpopoca, que cuando subió al trono permitió que los tenochcas disfrutaran de situación privilegiada, lo que no sentó nada bien a los tepanecas. Nezahualcóyotl, mientras tanto, que había estado viviendo exiliado entre los huejotzingas y tlaxcaltecas desde que perdiera su trono, Texcoco, en 1418, consiguió ayuda militar de ellos, con los que había trabado amistad, y celebró una alianza con Itzcóatl, y junto a los tenochcas o mexicas, que se sentían resentidos por los agravios de Maxtla a Chimalpopoca, emprendió una lucha contra Maxtla que gobernaba Azcapotzalco en 1427.

Aunque había caído la capital de los tapanecas y Nezahualcóyotl e Itzcóatl eran ahora aliados del señor tapaneca de Tacuba, tuvieron que continuar luchando contra otros señoríos que habían formado parte del imperio derrotado. En 1431 Nezahualcóyotl recuperó su trono y tres años más tarde se constituyó la triple Alianza, entre los señores de Texcoco, Tenochtitlan y Tacuba, dando paso al Imperio Azteca, se repartieron los territorios y establecieron el convenio que estipulaba los tributos que debían de pagar los futuros pueblos conquistados: dos quintas partes a Texcoco, la misma cantidad a Tenochtitlan y sólo una parte a Tacuba.

Los mexicas llegaron a convertirse en el centro de uno de los Estados más extensos que se dio en Mesoamérica. Cuando llegaron los españoles, los mexicas o tenochcas, no eran buenas relaciones las que mantenían con los altépetl sometidos, debido a las fuertes cargas tributarias que les imponían. La situación existente fue aprovechada por los europeos cuando llegaron en 1519, que rápidamente establecieron alianzas con los zempoaltecas y los tlaxcaltecas. Tras la caída de México-Tenochtitlan, la élite gobernante mexica fue sometida e integrada gradualmente a la sociedad colonial, recuperando sus cargos y privilegios muchos de ellos.
El pequeño islote donde se fundó Tenochtitlan fue ampliado artificialmente de forma sucesiva, hasta quedar unida a los islotes de Tlatelolco, Nonoalco, Tultenco y Mixhuca, mediante ingeniería hidráulica de rellenos, pilotes y canales internos, diques contenedores de agua y puentes, hasta alcanzar los 13,5 kilómetros cuadrados. La ciudad de Tenochtitlan, según estiman los historiadores, podría haber tenido una población entre 80.000 y 230.000 personas, lo que la situaba por encima de las grandes ciudades de su época en el resto del mundo, París, Venecia o Constantinopla.

* Consultar Aztecas