Kanjobales


Las migraciones de los pueblos o etnias indígenas en Mesoamérica no es nada nuevo, unas veces forzadas por la situación laboral o económica, otras por problemas sociales y muchas de ellas por situaciones bélicas o violentas que surgen en sus territorios, ajenas a la realidad de los mismos pueblos obligados a buscar nuevos horizontes donde encontrar seguridad y prosperidad. El pueblo kanjobal es uno de ellos, un ejemplo del desplazamiento que han sufrido los pueblos a lo largo de la historia, en este caso en la contemporánea, en un contexto actual marcado por límites y fronteras en cada punto cardinal, lo que no ha supuesto una barrera para la supervivencia, porque por encima de todo, de fronteras y banderas, está el deseo y el derecho de vivir en paz y prosperidad.

No quiere decir con esto que los kanjobales sea un pueblo prospero, desgraciadamente este concepto es difícil de hallarlo entre los pueblos indígenas, sin embargo, la ubicación actual de la mayoría de kanjobales les ha proporcionado una estabilidad que no disfrutaban entonces y que fue el motivo por el cual se vieron obligados a huir del territorio de sus ancestros o antecesores.

El pueblo kanjobal habitó históricamente en la región guatemalteca conocida por Los Altos Cuchumatanes, en el departamento de Huehuetenango, una zona que también comparten otras etnias de la región, como son los chujes, mames, ixiles y jacaltecos, lo que los relaciona no sólo geográficamente si no también en costumbres y forma de vida. Pero la historia de los pueblos que habitan esta zona fronteriza entre Guatemala y México empezaron a diferenciarse significativamente a partir de la integración o creación como estados nacionales, en los últimos coletazos del siglo XIX. No obstante, esto no supuso un obstáculo insalvable para que se dieran las migraciones que se han presentado desde entonces, y que ha dejado como protagonistas a chujes, jacaltecos, man, kaqchikeles y kanjobales, fundamentalmente.

A finales del siglo XIX empezaron a emigrar y a establecerse en territorio mexicano, debido al despojo de tierras que sufrieron por parte del gobierno guatemalteco, en los municipios fronterizos de Las Margaritas, La Trinitaria y La Independencia, en el estado de Chiapas. Más tarde, a partir de la década de los 80 del siglo pasado, una nueva oleada de migrantes kanjobales llegaron a México como refugiados huyendo de la violencia política desatada por el régimen guatemalteco, miles de habitantes del noroccidente de Guatemala llegaron al país vecino y este los acogió como población refugiada, igualmente considerados por organismos internacionales. Entre 1984 y 1985 muchas comunidades indígenas fueron reubicadas en los estados de Campeche y Quintana Roo.

En Chiapas, son aproximadamente 9.000 los hablantes del idioma kanjobal, q'anjob'al, que quiere decir "con lo que hablamos", perteneciente a la familia macro-kanjobal del tronco maya. Principalmente son cuatro los municipios chiapanecos en los que se habla el kanjobal, según el Instituto Nacional de Geografía, por el XII Censo General de Población y Vivienda 2000, se identificaron 65 localidades donde lo habla al menos el 5% de la población.

El territorio que ocupan actualmente en México es accidentado, donde se registran alturas de hasta 3.000 metros por encima del nivel del mar, la mayoría se ubica entre los 1.500 y 2.000 metros, donde el clima es frío y templado.
Los kanjobales viven en campamentos en calidad de refugiados, lo que les impide, en teoría, trabajar y comprar tierras para sus productividad económica, por lo que se dedican fundamentalmente al comercio, especialmente en el ejido Poza Rica, el mercado dominical más grande de la zona, donde se reúnen refugiados y mexicanos de la zona selvática de Las Margaritas. También se alquilan como mano de obra o cultivan la tierra como forma de pago por el campamento donde viven.

El maíz es el cultivo principal, que va destinado para el autoconsumo, cosechado en pequeñas parcelas, junto al café y cacao que comercializan. Estos últimos productos se cultivan en propiedades privadas donde los kanjobales se emplean por un salario inferior al mínimo. Uno de los problemas que más acucian a esta etnia es la falta de tierras donde sembrar y obtener su alimento diario.

La mayoría de los kanjobales practican el cristianismo.


Kaqchikeles


Para conocer la historia del pueblo kaqchikel y los entresijos de su cultura nada más adecuado que los "Anales de los kaqchikeles", también conocidos como "Anales de los Xahil", "Memorial de Tecpán-Atitlán" o "Memorial de Sololá". Este documento fue escrito y guardado en un principio en la ciudad de Sololá, cerca del lago Atitlán, en idioma kaqchikel y por miembros del linaje xahil, entre los que se cuentan Francisco Hernández Arana Xajilá (de 1560 hasta 1583) y su nieto, Francisco Rojas ( de 1583 hasta 1604). Pero por caprichos del destino no fue encontrado hasta 1844, en los archivos del convento San Francisco de Guatemala, donde posteriormente fueron traducidos por el abad Charles Étienne Brasseur de Bourbourg, en 1855.

En este documento se halla reflejada la historia y mitología de los kaqchikeles, conservada por vía oral por generaciones sucesivas de los miembros de esta etnia hasta que fue recogida en el manuscrito. Entre sus líneas se puede encontrar las guerras, logros y conquistas de los reyes kaqchikeles y sus guerreros, las rebeliones internas de los k'iche', cómo y cuándo fueron fundados sus asentamientos o aldeas, la emigración hacia las montañas Razamut donde fundaron Iximché, la capital kaqchikel hasta la llegada de los españoles, o las sucesiones de gobernantes hasta la época de la conquista. Así mismo recoge e identifica el documento a Tulán, como el lugar originario de los kaqchikeles, pero desde ese punto de la historia hacia atrás difiere de otros documentos históricos, como Historia de los Xpantzay de Tecpán Guatemala, el Título de Totonicapán y el Popol Vuh, en el que se recoge que los ancestros llegaron a Tulán "por mar"(ch'aqa palow), "donde el sol desciende"(uqajib'al q'ij), es decir, por el oeste.

Aún hoy se conservan las ruinas arqueológicas de lo que fue su centro político, Iximché, una fortaleza en el actual Tecpán Guatemala, Chimaltenango. La historia cuenta que fueron un pueblo de bravos guerreros, y que se aliaron con los españoles en la lucha contra los k'chés cuando llegaron al continente, pero que después se libraron dos insurrecciones contra los extranjeros, en la primera mitad del siglo XVI. No cabe duda que la conquista española afectó de una manera determinante contra la forma de vida, costumbres y creencias de los kaqchikeles, especialmente las enfermedades se mostraron como un peligro añadido que causó estragos entre la población indígena. Aun así, hicieron alarde de su fortaleza física y emocional para enfrentarse a las nuevas presiones y conservaron su identidad cultural hasta nuestros días.

El pueblo kaqchikel es uno de los 21 grupos étnicos de ascendencia maya que se localizan en Guatemala. Están asentados en 54 municipios diferentes, entre los departamentos de Sacatepéquez, Chimaltenango, Sololá, Suchitepéquez, Guatemala y algunas áreas de Escuintla y Baja Verapaz. Según el INE 2002, XI Censo Nacional de población y VI de habitación, hay 832,968 hablantes del idioma maya kaqchikel, Pero el Programa Nacional Bilingüe Intercultural, afirma que son 1.032,128 las personas que practican esta lengua en todo el país.

La economía kaqchikel se basa en la agricultura a pequeña escala, en las áreas rurales y suburbanas, casi todas las familias cultivan maíz, frijol, verduras y legumbres, para el consumo propio, y algunos, los más afortunados, venden sus excedencias de las cosechas, que supone una importante fuente de ingresos; además de las artesanías. En Chimaltenango, con mimbre y tejidos de fibras duras elaboran canastas, hamacas, redes para carga y variedad de cuerdas; en Sacatepéquez es en la imaginería religiosa donde se han distinguido por sus trabajos, construcciones de tipo colonial, dulcería y productos del cuero; en Comalapa y Tecpán Guatemala se elaboran artículos de plata. En las zonas urbanas es en le comercio informal, en la pequeña y mediana empresa, entre otros empleos, donde también se apoyan económicamente; entre los kaqchikeles existe un número importante de emigrantes que suelen enviar remesas de dinero para sus familiares.

Respecto a su idioma, el Kaqchikel, es el que le da nombre al pueblo y durante la historia precolombina tenía categoría de idioma franco y oficial, tanto en actividades de estado como a otros niveles. Pertenece a la rama K'iche, que hoy la conforman los idiomas K'iché, Kaqchikel, Tz'utujil, Sipakapense, Sakapulteco, Uspanteko, Poqomchi y Poqoman, pero que hace más de 3.000 años era uno solo. Los niños kaqchikeles reciben hoy día una educación bilingüe en las escuelas de primaria.

Jumanos


Los jumanos eran una tribu de indios que habitaban entre el norte de México y el sur de Estados Unidos, ya extinguida, su desaparición se calcula al principio del siglo XVIII. El término jumanos lo utilizaron los conquistadores españoles para identificar al menos a tres grupos de nativos que habitaban por regiones diferentes. Una de ellas tenía su territorio en el área de la junta de los ríos Conchos y Bravo, en el norte del estado de Chihuahua, cerca a las actuales Ciudad Ojinaga y Chihuahua; otro grupo, el menos conocido, se situaba entre el Río Bravo y las llanuras, Texas; y el tercero en las planicies del sur.

Los jumanos eran un pueblo pacífico, seminómada, que vivían en armonía con otras tribus hasta la llegada de los españoles, se estima que hacia el año 1.100, aproximadamente, fue cuando se asentaron en la zona los primeros antecesores del grupo. En 1581 aparecieron los primeros conquistadores por estas regiones desérticas en misión evangelizadora, los primeros frailes franciscanos y los militares que le servían de protección para su labor evangelizadora. Poco a poco la labor de los frailes fue dando sus frutos y con la llegada de los primeros colonizadores fueron aplicándose en nuevas técnicas de cultivo y ganadería, aunque los jumanos ya practicaban la agricultura antes de la aparición de los europeos, no hay que olvidar tampoco que la suya era una agricultura pobre, que sólo cultivaban en temporadas de lluvia, frijoles, maíz y calabaza. Para cuando se fundó la Misión de San Francisco, en el año 1715, en la junta de los ríos, la mayoría de los jumanos ya estaban integrados y bautizados en la nueva religión.

Además de la agricultura, su manera de subsistir se basaba en la recolección de frutos silvestres y raíces, como semillas tunas y chorupes; también la pesca era importante en aquellos tiempos en los que los ríos Conchos y Bravo tenían un gran caudal e infinidad de peces y moluscos que les servían de alimento; al igual que la cacería de animales, entre los que destacaban el búfalo, que no sólo les proporcionaba alimento, también las pieles les servían de abrigo para soportar las bajas temperaturas de los inviernos. Junto al búfalo eran los conejos, liebres y venados, los animales preferidos para la caza, que llevaban a cabo con lanzas y flechas con puntas de piedra afilada.
Sus viviendas las construían de piedra, tierra, ocotillo, carrizo, y las forraban con las pieles de los animales.

Se cree que la extinción de la cultura jumana se debe al pasar del tiempo y al mestizaje, que la absorbió. Al contrario, existen otras teorías, los hay quienes estiman que se trasladaron a las planicies que tradicionalmente eran puntos de comercio, y también quienes creen que fueron expulsados por los apaches que entraron en la zona.

Jacaltecos


Los jacaltecos son un grupo étnico originario de Guatemala, pero es en el estado mexicano de Chiapas donde se ubícan la mayoría de sus componentes. El despojo de sus parcelas en su país de origen, por parte del gobierno guatemalteco, les obligó a emigrar a México, junto a otros grupos indígenas, donde se asentaron desde mediados del siglo XIX. El pueblo jacalteco está relacionado estrechamente con los chuj de Guatemala, concentrados en los altos Cuchumatanes, y su localización mexicana se sitúa en los municipios chiapanecos de Amatenango de la Frontera, Bella Vista, y en los ejidos de Guadalupe Victoria, Paso Hondo, Potrerillo y Descagal, en el municipio de Frontera Comalapa, limítrofe con Guatemala.

La historia de los jacaltecos va unida a la de los chuj en todas las etapas, precolonial, colonial y poscolonial. La llegada de este grupo a su actual ubicación ocurrió en 1866, desde el municipio de Jacaltenango, Guatemala, y se asentaron en un lugar que llamaron El Huisquilar; fue en 1935 cuando cambió el nombre por el que hoy se le conoce, Guadalupe Victoria. Las costumbres y tradiciones de los jacaltecos son calcados con los de los chuj, sus vestimentas, la vivienda, la economía, la religión, organización social... Es tanto así que, aún todavía, los jacaltecos acuden cada año el 2 de febrero a Jacaltenango, día de la Candelaria, a la celebración y ceremonia del ijumitabil, "el cargador del año", de profunda raíz maya.

Los jacaltecos viven de la agricultura especialmente, entre los que destaca el cultivo del café, intercalándose en las milpas de las laderas. Para su autoconsumo cultivan el frijol, maíz, calabaza, chile, henequén, jitomate, caña de azúcar, y frutales como el plátano, guayaba y lima. También tiene vital importancia la pesca que consiguen en ríos y lagos cercanos, o la cría de aves de corral y puercos. Es común entre los jacaltecos emigrar a plantaciones cercanas como peones, en las fincas cafetaleras y plataneras.

El término jacalteco proviene de los vocablos nahuas, xahcalli, que quiere decir "casa o choza", y teco, "amo o dueño". Su idioma, el jacalteco o abxubal, forma parte del grupo lingüístico maya, de la familia macro-kanjobal.

Los jacaltecos, al igual que los chuj, suelen vivir en congregaciones, con unas plazas en el centro, donde se suelen realizar actos sociales como juntas de la comunidad o juicios; alrededor de ella se suelen levantar los edificios públicos, las escuelas, iglesia o delegación municipal. Sus viviendas son prácticamente iguales al resto de la zona maya; suelen reunirse un grupo de parientes y amigos y juntos las construyen, de bejareque y los techos de paja, o de palma en las zonas cálidas. Son de una planta y por lo general rectangulares, de cuatro por seis metros; algunas tienen un anexo que utilizan de dormitorio, y dejan la principal estancia para cocina. Las familias de mayor recurso económico las construyen con muros de adobe repellados y techos de láminas.

El último Censo General de Población y vivienda arrojó unos datos de censados, hablantes de jacalteco, de 529 personas, de ellas 453 residían en Chiapas, 14 en Quintana Roo, 53 en Campeche, y el resto en otros seis estados de la República.

Ixiles


"Dirigiéndose el ejército al pueblo de Nebah entre bosques muy espesos y peñascos muy elevados... comenzaron a subir la serranía, en cuya cumbre se opuso al paso de nuestras tropas un escuadrón de cuatro o cinco mil indios serranos del pueblo de Nebah... aquí se trabó un reñido y largo combate, en que deshechos los de Nebah desampararon el puesto. Acercóse el ejército español al pueblo de Nebah, ceñido por todas partes de profundísima barranca y como los defensores vieron aproximarse a los nuestros, acudieron todos a impedirnos la entrada y descuidaron de lo demás, asegurados en su profunda quiebra, pero aprovechándose nuestros indios de este descuido y bajando con admirable agilidad, agarrándose a los árboles y bexucos, puestos a la otra parte de aquel foso dieron fuego el pueblo por varias partes. Como los indios vieron arder sus casas abandonaron la defensa de la entrada por acudir al fuego; y en este intervalo, segando los nuestros la quebrada a buena diligencia se hicieron dueños del lugar y prisioneros a los principales personajes. Al día siguiente se herraron todos los vecinos de Nebah y esto fue medio suficiente no sólo para que se rindiese este pueblo, sino también el de Chahul."

Este fragmento pertenece a la obra, del cronista Francisco de Fuentes y Guzmán, Recordación Florida, en la que deja patente que a la llegada de los conquistadores españoles ya existían los tres principales pueblos del área ixil: Nebaj, chajul y Cotzal, pertenecientes hoy al departamento guatemalteco de Quiche. A partir del año 100 de nuestra era es cuando se comienzan a tener constancia de ocupación humana en la región, es en el Periodo Clásico Temprano cuando comienzan a surgir las ciudades mayas del altiplano del norte, en la que la región ixil se incluye, y nacen los primeros asentamientos como Nebaj, Chipal, Tzicuay, Sumal y Xacbal. Los nuevos sitios emergentes conservaron los vínculos de procedencia como Zacuelu y Awakateko. Nebaj nació como centro regional y su nombre correcto sería Xe B'aj,. Para ese periodo seguramente hablarían algún idioma relacionado con el man, pero también es probable que la separación geográfica derivara en otra lengua distinta, que hoy conocemos por ixil.

La tradición oral de los ixiles es muy rica. y en una de sus leyendas se intuye que antecesores de esta etnia procedían de la región mexicana de Chiapas; esta leyenda cuenta que muy cerca de Nebaj existía un árbol llamado de Chiapas, un lugar de veneración y rituales, cada vez que de sus ramas nacía un brote se decía que aquella hoja significaba que alguien moría en la lejana localidad mexicana. El territorio que habitan los ixiles tiene otras riquezas culturales, además de las orales, como son sus sitios arqueológicos de Caquixaj, Chipal y Oncap, Ilom, Xacbal y Hui, que son poco conocidos; también su enclave natural, la reserva de la biosfera Visís-Cabá, en Chajul, en el corazón de la llamada Zona Reina, con densas selvas ricas en flora y fauna.

Dos hipótesis son las que sugieren el origen de la lengua ixil, una de ellas está basada en la relación que mantenían con las zonas vecinas, incluidas las Tierras Bajas de Petén, por esta línea se estima que ixil proviene del vocablo Ijxhiil, que significa "cargador de ollas", la otra posibilidad se apoya en los jeroglíficos descifrados en varios vasos cuya procedencia se cree Nebaj, "Lugar del Jaguar". En estos vasos aparece un gobernante de Nebaj, a quien llaman también señor de los Hix´Balam. Hix significa "Jaguar" e Il, un sufijo que indica procedencia.

La economía de los ixiles se soporta en la agricultura y la artesanía, y es en este último apartado donde tienen un singular reconocimiento las mujeres ixiles, por la creación de sus tejidos, así como sus famosos sombreros y bolsas de Nebaj. De igual manera es importante el manejo que tienen de la pólvora, la que comenzaron a trabajar en 1794, elaborando desde entonces cohetes, ametralladoras y bombas voladoras que se utilizan en las fiestas patronales especialmente.

A mediados del siglo pasado, los ixiles, comenzaron a bajar de las altas montañas del Quiche guatemalteco a las zonas selváticas de la Zona Reina, la que atraviesan los ríos Ixcán y Chajul, afluentes del río Lacantún, que desembocan en territorio chiapaneco. Desde ese tiempo los cauces fluviales eran las vías de comunicación en la recóndita selva, en una zona fronteriza entre Guatemala y México que los ixiles pasaban constantemente de un lado a otro en busca de animales de caza y zonas de cultivo. Entre los años 1980 y 1990 muchos de los ixiles tuvieron que huir de Guatemala, debido a los enfrentamientos de violencia política que se vivieron en el país, asentándose en territorio de Chiapas, especialmente en los poblados de Ixcán y Chajul, donde se calculan unas 1.000 personas, las que se quedaron a vivir después este periodo convulso. La población total de ixiles se estima en un número cercano a las 60.000 personas.

Ixcatecos


Hasta hace poco tiempo se creía que todos los descendientes de la etnia indígena ixcateca habitaban en el mismo municipio, en Santa María Ixcatlán, pero los datos censales del 2000 revelaron que la población ixcateca es un poco más amplia, sí es cierto que no mucho más pero siempre es interesante la suma de componentes, al menos a la hora de preservar tradiciones y costumbres, en definitiva cultura. De los 351 hablantes que se registran a nivel nacional, 207 se localizan en el estado de Oaxaca, México, en su mayoría en Santa María Ixcatlán pero de igual manera en los municipios de Tuxtepec y Nuevo Soyaltepec, también se encuentran en la región de la cuenca del papaloapan, debido al reacomodo que sufrieron en la década de los años 50, cuando se realizó la presa "Miguel Alemán", en San Pedro Ixcatlan. Santa María Ixcatlán se sitúa al norte del estado, en el Valle de Ixcatlán, enclavado en la zona de la mixteca alta, entre los 400 y 500 metros sobre el nivel del mar. Una de las regiones más áridas, erosionadas y pobres del país.

Desde la época prehispánica, según los documentos registrados en el pueblo con fecha de 1578, Santa María Ixcatlán fue cabecera del cacicazgo de Ixcatlán, donde existían otros siete pueblos hoy desaparecidos y de los que sólo quedan sus ruinas que lo evidencian, conocidos como "pueblos despoblados", localizados hacia el oeste, en la zona de Río Seco. Estos pueblos eran: San Juan Viejo, Santiago, Santa Cruz, San Cristóbal, San Antonio Nopala, San Miguel Nopala y San Jerónimo, probablemente abandonados por la falta de agua y el fracaso en la agricultura. Los trabajos arqueológicos llevados a cabo en la zona han demostrado que en la época prehispánica podrían haber llegado a las 10.000 personas en número de habitantes, pertenecientes a Ixcatlán y hablantes de la lengua ixcateca. Pero también se han encontrado restos de cerámica en el lugar que sugieren la existencia de otros pueblos de la cultura mixteca en el mismo territorio.

Gracias a lo inaccesible del terreno los ixcatecos consiguieron mantenerse independientes de otros pueblos hasta finales del siglo XV, en la época de Moctezuma II, en la incursión que llevaron a cabo a la región. En ella fueron conquistados por los mexicas, en esto tuvo mucho que ver que los principales caminos de llegaban a la mixteca pasaban por Tecomavaca y Cuicatlán, lugares cercanos al territorio que habitaban los ixcatecos. También se estima que los ixcatecos se aliaran con los mazatecos en la guerra que mantuvieron con los mixtecos

El clima de la zona es muy seco, la vegetación escasa, y la agricultura ha pasado a un segundo plano por su poca productividad; cultivan maíz, trigo, cebada, frijol, calabaza y haba; sus suelos son propensos a la erosión, conformados por una capa de tepetate y otra delgada de tierra fértil. La alcalinidad del suelo favorece la producción de un tipo de palma que utilizan para elaborar sombreros y canastos, lo que representa su fuente de ingresos más importante, junto a la cría de puercos y aves de corral.

Ixcateco es un gentilicio aplicado por los antiguos nahuas al grupo indígena que habitaba la región, a la que llamaron Ixcatlán. Este término proviene de dos voces: Ixcatl, "algodón", y tlán, "lugar de", que viene a significar "lugar de algodón". Actualmente ya no se cultiva en la zona pero es muy probable que sí se cultivara en el pasado, como demuestra que Huautla, que tiene el mismo clima que Ixcatlán, tributara algodón a los mexicas. Su lengua, la ixcateca, pertenece al tronco otomangue, familia popoloca.

Sus viviendas tradicionales tienen forma rectangular, sus paredes son de tepetate y quiote, sostenidas con troncos de palma; el techo es de hojas de la misma planta. Lo común es que tenga dos anexos a la habitación principal, un baño construido con tepetate y una cueva, el lugar húmedo donde se teje y se almacena la palma.

Humis


Sobre los humis no quedó mucho escrito, aparte de lo que los historiadores recogen compartiéndolo con otros pueblos vecinos de la zona, quizás porque hasta su manera de extinguirse la compartieron, las epidemias que sufrieron por las nuevas enfermedades para las que sus organismos no estaban preparados ni la inmunidad para defenderse de los nuevos virus que llegaron con los primeros conquistadores, entre ellos el sarampión. Pero la causa principal de la desaparición como pueblo no se le puede achacar sólo al apartado de salud, otros condicionantes como la represión y persecución padecida, los trabajos forzosos a los que fueron sometidos o el mestizaje, tuvieron también mucha importancia y un protagonismo determinante para su desaparición.

A los humis también se les conocía por humas o humes, y su extinción se dio con la presencia de los conquistadores españoles. Su territorio se situaba entre los estados de Sinaloa y Durango, México, en las riveras de los afluentes del río Piaxtla, en su parte media, en los poblados que hoy se conocen como Ixpalino o Castilaca (Contra Estaca) en Sinaloa y la sierra de Durango. Entre Tenchoquelite, poblado de San Ignacio, hasta el de Guarizamey en San Dimas Durango.

Los patrones de subsistencia eran casi calcados a los de sus vecinos los hinas, xiximes, tepehuanes y acaxees, Eran guerreros y se pasaban la vida entre trifulca y trifulca, supongo que defendiendo sus territorios y cobrando alguna ofensa en forma de venganza, pero de todo este grupo vecinal los más temidos eran los acaxees, que pasaron a la historia como pueblo feroz y aguerrido donde los hubiera. Su forma de vida era seminómada y al contrario de los pueblos costeros totomares, que llevaban una existencia sedentaria y dedicados a la pesca y la recolección de la sal, los serranos, entre los que se incluye a los humis, practicaban una agricultura pobre, sembraban maíz, calabaza, frijol y chile, y recolectaban frutos silvestres, frutas y miel, además de practicar la cacería. Sus incursiones a la costa eran frecuentes y no siempre con intenciones bélicas, también se relacionaban intercambiando sus productos excedentes por otros marinos, especialmente con los totomares.

Aunque su evangelización no se terminó por llevarse a cabo hasta finales del siglo XVIII, cuando empezó el auge minero, su proceso evangelizador comenzó mucho antes, junto a los hinas, en las misiones de San Ignacio, San Javier, Ajoya, Cabazán, San Agustín y Santa Apolonia, todas dentro del territorio de San Ignacio, Sinaloa.

Huicholes


El huichol, también conocido por wirrárika, es un grupo étnico que habita en el oeste central de México, en la Sierra Madre Occidental, donde convergen los estados de Jalisco, Nayarit, Zacatecas y Durango, aunque es en los dos primeros donde se concentran un mayor número de población. Los componentes de esta etnia se llaman a sí mismos wirrárika, que significa "la gente", en su lengua, llamada por los lingüistas wixaritari o vaniuki, a la que también se le conoce por lengua huichola, o huichol. La palabra huichol es un etnómino despectivo que los mexicas dieron a los wixaritari mucho antes de que los conquistadores españoles aparecieran por sus tierras.

Actualmente, los puntos de referencia para su localización, se encuentran en los municipios de Mezquitic y Bolaños, al norte del estado de Jalisco, en la Yesca y el Nayar en el estado de Nayarit, y algunos grupos minoritarios en los estados de Zacatecas y Durango. Sus gobiernos tradicionales están instalados en cinco centros ceremoniales, que son: San Andrés Cohamiata (Tateikie), Santa Catarina Cuexcomatitián (Tuapurie), San Sebastián Teponahuaxtlán (Wautia) y Tuxpan de Bolaños (Tutsipa) en el estado de Jalisco, y Guadalupe Ocotán ( Xatsitsarie) en Nayarit. Aunque están asentados de manera dispersa dentro del territorio, en Jalisco han logrado que los mestizos no se instalen en sus comunidades, todo lo contrario ocurre en Nayarit, donde la convivencia con mestizos y coras es frecuente dentro del mismo territorio.

No está muy clara la procedencia de este grupo, ni siquiera para los antropólogos e historiadores, que basándose en la mitología, arqueología y lengua de los wixaritari, que es como se les llama en forma plural, es probable que provengan de distintos grupos que en otro tiempo fueron asentándose en la Sierra Madre Occidental. Algunas hipótesis estiman que procedían de tribus pertenecientes a la familia yuto-azteca, que posiblemente huyeron de algún imperio mesoamericano y que al llegar se encontrarían con otros grupos establecidos en el territorio. Los antepasados wixaritari, al menos eso parece ser, fueron independientes y no formaban parte de los grandes imperios, y es muy probable que algunas tribus de indios del norte, teochichimecas , formaran parte de los antiguos huicholes, si nos atenemos al Códice Florentino de fray Bernardino de Sahagún, donde se describe un ritual teochichimeca semejante al que realizan los huicholes con el peyote. Así mismo, se cree que, al igual que con las tribus del norte, se mezclaran en otras épocas con otros grupos de las tierras bajas de la costa, a juzgar por lo que recogen sus tradiciones orales que dicen que los dioses salieron del mar y fueron peregrinando hacia el oriente de la sierra.

Ya en el periodo de la conquista, la historia cuenta que las tropas españolas que se adentraron en la zona iban comandadas por Nuño de Guzmán, quien fue destruyendo el estado de Nayarit a su paso hacia el noroeste, dejando un rastro de sangre y forzando a los sobrevivientes a huir hacia la sierra, lugares que escaparon de la conquista por su difícil acceso. En la última década del siglo XVI y principios del XVII comenzaron a poblarse sus alrededores y para delimitar el territorio conquistado los españoles fundaron los pueblos de Colotlán, Mezquitic, Huajimic, Huejuquilla y Tenzompa. Las leyes de desamortización, en el periodo Independiente, provocaron el despojo de sus tierras y durante la rebelión de Manuel Lozada, el "Tigre de Álica", algunos huicholes lo apoyaron. Más tarde, en 1887, durante el gobierno de Porfirio Díaz, nuevamente se intentó deslindar las tierras, provocando una nueva ola de violencia y enfrentamientos entre las propias comunidades. La Revolución no fue ni mucho menos pacífica en la sierra, que fue paso de distintos grupos armados, lo que hizo que los huicholes sufrieran las consecuencias, aún sin aliarse a ningún bando en concreto. Seguidamente fue la guerra cristera la que llevó más violencia a la zona y en la actualidad continúan en guerra, más pacífica y sin violencia, la lucha por defender sus tierras por la invasión constante de los mestizos que presionan por apoderarse de los recursos de su territorio.

Su lengua forma parte de la familia yuto-azteca y está emparentada con el nanáhuatl, el yaqui, el pueblo, el cora y el tepehuano. Junto con el cora forman un subgrupo dentro del grupo sonorense de la rama meridional. Los huicholes llaman a su idioma tewi niukiyari, que quiere decir "palabras de la gente". La lengua huichol contiene influencias significativas del náhuatl y del español.
La accidentada topografía de la zona registra una amplia variedad de climas, pero ofrece pocas superficies cultivables por su inclinación. La mayoría de las zonas de la región son boscosas, explotadas por las compañías de Jalisco, que han proporcionado pocos beneficios a la población indígena pero en cambio han erosionado el suelo.
Sus tierras de labor son comunales y en ellas se cultivan principalmente el maíz, calabaza, amaranto, frijol y chile, para lo que se sigue utilizando el sistema de estacas y la yunta de bueyes cuando el terreno lo permite.
La migración temporal está muy arraigada entre los huichiles, que tienen organizada de tal modo su vida, religión, política y economía, que pueden trasladarse de un lugar a otro y regresar tiempo después.
La artesanía del pueblo wirrárika es importante y variada, que se clasifican en dos grupos, los que se elaboran con fines comerciales y los que tienen un fin o reflejan vivencias religiosas. Los primeros están representados artísticamente en cuadros de estambre elaborados sobre tablas de madera con cera, o con las piezas formando figuras trabajadas con chaquira sobre bules, violines, tortugas, etc. Los objetos rituales tradicionales reflejan sus sentimientos religiosos, plasmados en ropa, en la construcción de templos y en instrumentos musicales.

Sus viviendas están construidas en su mayoría con adobe, pero también las hay de piedras recubiertas de lodo y techos de paja, principalmente de una sola habitación que sirve de dormitorio y cocina a la vez. Para sus deidades y ancestros suelen dedicar unas pequeñas construcciones hechas de adobe junto a las viviendas, que reciben el nombre de ririki, "Casas de Dios". Se agrupan en ranchos y frecuentemente las parejas jóvenes recién casadas se suelen ir a vivir con la familia del hombre, sin ser ésta una costumbre generalizada.

Sus creencias religiosas están basadas en cuatro deidades principalmente: Maíz, Águilas, Ciervos y Peyote, descendientes todos del sol, al que nombran "Tau". Sus ceremonias o actos religiosos se llevan a cabo en el monte Wirikuta o "Quemado", en el estado de San Luís Potosí, que dividen en dos, un lado destinado a las mujeres y el otro a los hombres, donde suelen hacer uso del peyote, el cactus alucinójeno. Para los huicholes la historia verdadera se encuentra en los mitos, en el arte y en todas las expresiones o manifestaciones simbólicas del pueblo.

Huetares


Los huetares, o güetares, es el nombre que recibían un importante grupo indígena que habitaba el centro de Costa Rica en el siglo XVI y que actualmente se localizan en los territorios de Quitirrisí en el Cantón de Mora, y Zapatón en el Cantón de Puriscal de la provincia de San José. Nada tiene que ver el número de habitantes que componían el grupo por aquellos tiempos en los que llegaron los conquistadores españoles con los censados en la actualidad, según el INEC, 2000, son 1006 personas las registradas y la mayor concentración se halla en Quitirrisí, 952 componentes.

No está nada claro cuales son los pueblos indígenas costarricenses que se debieran considerar como huetares, porque a juzgar por su idioma parece que se trataba de una lengua franca que hablaban, o al menos entendían, la mayoría de las comunidades indígenas del siglo XVI que pertenecían al espacio cultural conocido como Área Intermedia, situada especialmente en el Valle Central y la cuenca de los ríos Virilla y Grande de Tárcoles, hasta la desembocadura de este último en el Pacífico. Los patrones de asentamiento de estas comunidades, relativamente disperso, es una de las características que tenían en común estos grupos étnicos; al igual que su agricultura, basada en el maíz, frijoles y otros cultivos; o el refinamiento que mostraban sus trabajos en piedra, como son los metates, esculturas, mesas y altares ceremoniales; y la no práctica de la antropofagia o canibalismo. Pero a pesar de tantos puntos en común no parecía que existiera un relación de unidad entre ellos, ni política; sus relaciones entre grupos iban desde la subordinación y la alianza pasando por la enemistad y los enfrentamientos bélicos. Algunos de estos reinos principales se suponen que eran los del Rey Garabito, en la vertiente del Pacífico; el reino de Pacaca, y los dominios de los reyes Guarco y Correque, cuyos territorios se extendían desde el río Virilla hasta Chirripó.

La historia tradicional de este pueblo los ha dividido en dos grupos, los huetares de Occidente y Oriente, marcando el río Virilla como punto de referencia separador. Aún así, según Molina Montes de Oca, entre los reinos de Garabito y Pacaca no parece que existiera relación alguna de subordinación o dependencia, perteneciendo al mismo grupo cultural, por lo que los denomina en dos grupos, catalogándolos como huetares del norte y huetares del sur. También parece que Garabito tenía un cierto poder sobre otros reyes, según se puede extraer de un documento existente fechado en 1569, en el que enumeran los nombres Cobobici (probablemente Corobicí), Abazara, Chucasque, Barva y Yoruste; también menciona que este último confinaba con Curriravá (Curridabat), población situada geográficamente en la parte occidental del Valle Central de Costa Rica, al sur de la cuenca del río Virilla, insinuando así que los dominios de Garabito se extendían desde este río a la costa del Pacífico. Con respecto al reino de Pacaca, independiente de Garabito, en 1560 gobernaba un rey llamado Coquiva, que al parecer se sometió a los españoles demasiado pronto, quizás fuese buscando alianza y protección porque su territorio no se estima muy vasto en su ámbito geográfico. Por aquellas fechas, entre los nombres de reyes huetares de Oriente, figuran los nombres de El Guarco y Correque, que después se bautizaría con el nombre de Don Fernando Correque, que alcanzaría un extenso territorio en dominación, desde el río Virilla hasta Chirripó, que incluía numerosos reyes y pueblos vasallos, entre los que se encontraban Aserrí, Corrirava, Ujarrás, Atirro y otros.
De entre los llamados huetares quedan excluidos otros pueblos del sur y sudeste de Costa Rica, que también pertenecían a la llamada Área Intermedia, como los Quepo, Boruca, Tariaca, etc. Estos hablaban otras lenguas, otros distintivos culturales distintos y sin relación alguna entre sí.

La primera referencia que se tienen de los huetares pertenece al encuentro que tuvo con ellos Gil Gonzáles Dávila, entre 1522 y 1523, posiblemente en las inmediaciones de la actual población de Tabarcia, en la vertiente del Pacífico costarricense. Entre 1524 y 1526 fueron sometidos los primeros huetares, los indígenas de Pacaca, al régimen de encomiendas creado por los conquistadores a su favor, avecindados en la villa de Bruselas, en la banda oriental del Golfo de Nicoya. Se tiene constancia, por un documento existente de 1548, que el conquistador Francisco Hernández de Córdoba repartió a los indígenas de las regiones vecinas a Bruselas "y al dicho Juan Esteban encomendó en los términos de la dicha villa de Bruselas, los indios de Nicopasaya y Pacaca en los Bueteres". El nombre de Bueteres es el nombre que se intuye dieron en un principio a los huetares y que fueron llevados como esclavos a Bruselas, que desapareció definitivamente en 1527 y permitió con ello que los huetares recuperaran su libertad.

El pueblo huetar fue gradualmente sometido por los españoles en la segunda mitad del siglo XVI, desestructurando casi por completo sus sociedades. Tanto Garabito como Correque acabaron por rendirse al avasallaje de los españoles y se les obligó a seguir las normas que establecieron las nuevas autoridades extranjeras y la iglesia. Quedaron sometidos a la encomienda y, al repartimiento, las enfermedades, trabajos forzados y la destrucción de su modo de vida tradicional, acabaron por diezmar la población huetar y con ello la desaparición total de su lengua, fruto del proceso de aculturación llevado a cabo. Se sabe que para 1675 todos los indígenas del Valle Central de Costa Rica ya hablaban español.
Su lengua pertenecía a la familia chibcha, desaparecida en el siglo XVII, de la que solo se conocen de ella algunas palabras, conservadas principalmente en la toponimia de varios lugares costarricenses.

Huaves


Los huaves son uno de los pocos pueblos de México que hicieron de la pesca y de los productos del mar su manera de subsistir, mientras que la mayoría de grupos étnicos mexicanos, e incluso de Mesoamérica, se arroparon al abrigo del maíz, creando una cultura a su alrededor y haciendo de él un centro de referencia. Y así como el maíz ejerce de punto principal en las creencias y representaciones de muchos pueblos, para los hueves es el agua, el elemento que articula y conecta la mitología con la economía. Ya en los primeros registros históricos que existen de la región, elaborados por las autoridades de la colonia, queda plasmada la importancia y el papel que ejercían los huaves como abastecedores de los productos marítimos que circulaban en las cabeceras políticas coloniales.

Desde el siglo XVI, y particularmente en los Libros de Tasaciones o en las Relaciones Geográficas, los datos en las listas de mercancías con las que los pueblos pagaban sus tributos a la Corona reflejan al camarón y al pescado como productos específicos del mar y a los huaves como sus principales tributarios con este tipo de productos. En 1580, el alcalde mayor de Tehuantepec, Juan Torres de Laguna, elaboró una lista en la que describe y ubica a ocho poblaciones huaves que dominaban y controlaban los afluentes que ascendían por el río Tehuantepec desde las saladas lagunas. En este documento, uno de los primeros que existen de la región, deja especificado la existencia de una isla en medio de las extensas albuferas, donde se asentaban los pueblos de Guazontitlán y Ocelotlán, a los que hoy se conocen con los nombres de San Mateo del Mar y Santa María del Mar.

En 1674, Burgoa, en su Geográfica descripción, sugirió que los huaves eran originarios de Nicaragua, después de que un fraile de este país entendiera una conversación en huave entre un sacerdote y su criado, de lo que extrajo dos hipótesis, la de buscar inútilmente un parentesco con la subfamilia mangue y la que sostiene que los huaves procedían de Centroamérica, desplazando a los mixes que habitaban anteriormente el istmo.
No obstante, durante el periodo precolombino, los huaves ya representaron un importante apoyo comercial a los comerciantes mexicas, cuando esta región constituía una zona estratégica para las rutas comerciales, entre el altiplano central y la región del Soconusco. Por aquella época este grupo étnico ocupaba una importante parte de la costa al sur de Tonalá, en la que tenían como vecinos cercanos a los zoques de los Chimalapas, en el hoy estado de Chiapas. El control que ejercían sobre las salinas del Istmo de Tehuantepec era claro, extendiéndose por el occidente hacia la zona chontal de Astata Huamelula. Sin embargo, este control sobre el territorio se redujo a un conjunto de poblaciones costeras, debido a la libertad que los huaves concedían a los comerciantes mexicas en su paso hacia el Soconusco y que provocó la incursión de los zapotecos en el istmo. Estas poblaciones, a cuyos pobladores se les conoce por "mareños", con el tiempo cambiaron de nombre, viniéndose a llamar San Mateo, San Dionisio y San Francisco del Mar, actualmente principales puntos geográficos en la localización de los huaves.

Huave es un término propiedad de los zapotecos, creándolo para definir a los integrantes de esta etnia y que significa "gente que se pudre en la humedad", desde luego un término descriptivo si se tiene en cuenta lo que el agua significa para este pueblo. Además de "mareños", a los huaves también se les conoce por huazantecos, y clasifican a los hombres en tres categorías: a los extranjeros moel, a los del istmo missig, y a los componentes de poblaciones que hablan el huave mero ikooc, que significa "verdaderos nosotros". El territorio donde habitan se ubica en el litoral del Golfo de Tihuantepec, en dos de las terceras partes de una extensión de 40 Km. que separa el océano Pacífico de las dos grandes lagunas conocidas como Mar Superior y Mar Inferior. Pertenece al distrito de Tihuantepec y económicamente dependen del enclave petrolífero de Salina Cruz, la ciudad con un mayor índice de crecimiento en las últimas décadas en el estado de Oaxaca.

La filiación lingüística del huave es incierta. Radin lo catalogaba dentro del grupo zoque-maya-totonaco, en 1916; sin embargo, a mediados del siglo XX, Swadesh, lo ubicaba en el grupo macro-mixteco; pero para otros, como a Lomgacre, les resulta un grupo lingüístico totalmente independiente. En cambio, para los huaves, su lengua así como sus antecedentes, provenían de Perú o Nicaragua, apoyándose en la crónica de Burgoa, que recoge la anécdota vivida por un fraile nicaragüense en el siglo XVII, la del dialogo mantenido entre un sacerdote y su criado.
La pesca, agricultura y ganadería son, por este orden, las actividades productivas de las que subsisten los huaves, a la que hay que añadir la importancia que la artesanía tiene en sus economías. Los hombres son los encargados en la fabricación de redes y atarrayas, mientras que el bordado de servilletas, huipiles y manteles, son tareas que llevan a cabo las mujeres. El hecho de que la producción artesanal esté fomentada por distintas dependencias gubernamentales ha provocado que el mercado se haya saturado, lo que ha obligado a las cooperativas de artesanas a evolucionar y diversificar los antiguos diseños y tintes originales para aumentar la producción, una situación que no ha alterado que las materias primas continúen siendo las mismas en el modo tradicional de tejido con las remotas técnicas del telar de cintura.

Con respecto a sus viviendas, aunque se van generalizando en un tipo de vivienda más de nuestro tiempo y con materiales más actuales, aún es posible encontrar las tradicionales casas hechas de horcones, carrizo enjarrado y palma real, especialmente en San Mateo del Mar. Sus patios, sobre los que se construyen enramadas, sirven tanto como espacio para el descanso como para el trabajo, y al igual que en él se cuelgan las hamacas también se ponen a secar el pescado y el camarón. Se podría decir que el patio es el espacio más utilizado de la casa, en el que también se recibe a los visitantes y donde generalmente se sitúa la cocina, que consiste en fogón y horno, lo que deja el interior prácticamente para exclusividad del dormitorio.

Las creencias religiosas de los huaves son católicas, desde el siglo XVI, tiempo en el que comenzó la evangelización, discontinua, llevada a cabo por los dominicos, lo que dio como fruto la fusión armónica entre las divinidades cristianas y las vernáculas. Para los huaves, entre dios y los hombres, existe una amplia cadena de santos, vírgenes y monteoks, que actúan como intermediarios y centralizan las actividades del culto. Los cerros de la comarca son lugar donde se refugian los monteoks, desde que abandonaron las comunidades huaves por la perdida de la tradición y el respeto, desde ahí gobiernan a las fuerzas naturales y se hacen presentes en los rayos y relámpagos que cruzan el horizonte.

Huastecos


La Huasteca es la región mexicana donde habita este grupo étnico que le da nombre, los huastecos. Geográficamente está situada en el noroeste del país, en la planicie costera que se extiende entre el oriente del estado de San Luis de Potosí y el norte de Veracruz, ocupando y extendiéndose también por otros territorios que son parte de los estados de Hidalgo, Querétaro, Puebla y Tamaulipas. Descienden de los mayas y se autodenominan teenek, que quiere decir "los que viven en el campo con su idioma, sangre y comparten la idea". A los teenek se les llama cuaxteca, en la literatura histórica, y según los cronistas se trata de un vocablo relacionado con dos voces del mismo idioma: cuechtic o cuechtli, que significa "caracol menudo o caracolillo", y cuexteca, el nombre que recibía el caudillo que los guió hacia el oriente, relacionado con Quetzacóatl en la caída de Tula. Los términos huaxtecos o guaxtecos, son derivados del sustantivo nahua guaxin, "guaje", leguminosa comestible.

La palabra teenek pertenece a su propio idioma, el Huasteco, que pertenece al tronco mayense, gentilicio de donde derivan teenek cauintalab, "palabra o lengua huasteca", y teenek bitsom, "pueblo huasteco". La lengua huastece se clasifica en el grupo maya-totonaco, tronco mayense, familia mayense, subfamilia yxu. Es la única lengua del grupo que se encuentra separada geográficamente del resto de las lenguas de esta familia. No tiene diferencias dialectales.

Cuando llegaron los conquistadores españoles, los huastecos de dividían en dos grupos, en dos señoríos independientes entre sí, se trataba de una región densamente poblada especialmente cerca de las orillas de los ríos y en las serranías, sometidos al pago de tributos a los texcocanos aunque esto no modificaba sus estructuras gobernativas; en cada pueblo los principales se encargaban de la gobernación y macehuales eran los que trabajaban la tierra.
Anteriormente, en la época prehispánica y durante el periodo clásico, este grupo ocupaba un amplio territorio que hoy conocemos como la Huasteca, y se cree sobre su origen que provienen de una extensión que habitaban los mayas a lo largo de la costa del Golfo de México, que se rompió en dos cuando llegaron los totonacos y mexicas, a finales del periodo formativo. Por aquella época la región estaba habitada por varios pueblos indígenas, además de los huastecos, nahuas, pames, totonacos, chichimecas y tepehuas, fruto de los diferentes procesos migratorios y de las etapas expansionistas de los imperios azteca, teotihuacano y olmeca. Durante el siglo XII, la región Huasteca, estuvo influenciada por las culturas tolteca y chichimeca; en el siglo siguiente, en el XIII, fueron los nahuas los que probablemente ejercieron su influencia con las migraciones en grupos.

Fue en 1519 cuando llegaron los primeros españoles a la región, dejando destacamentos que fueron arrasados y exterminados en Pánuco por la resistencia huasteca. Pero en 1525 los extranjeros consiguieron establecerse y comenzaron una violenta colonización diseñada por guarniciones, que mermó considerablemente a la población. Los huastecos se vendían como esclavos y a cambio de ganado vacuno, lo que propició el inicio de las encomiendas, estableciéndose el corredor ganadero en la planicie que obligó a los nativos a concentrarse en las serranías. Más tarde se estableció un cierto equilibrio social entre los indígenas y los españoles, y aunque las dos comunidades subsistían una junto a la otra, ambas tenían sus propias leyes y formas de vida, sin mezclarse y sin tener grandes conflictos a la vista. El aislamiento de los caminos comerciales de la colonia limitó a la región a la economía latifundista y autárquica, de mestizos e indígenas.

A finales del siglo XVI fueron los latifundistas mestizos los que presionaron con el fin de hacerse con los territorios indígenas, mediante la cesión o la renta, un despojo que se aceleró con las leyes de desamortización que suprimían la propiedad comunal, afectando a los indígenas y condueñazgos. En 1910, durante la Revolución, los grupos caciquiles obligaban a los huastecos a luchar por ellos, lo que se convirtió en un asunto de rivalidad. El carácter conservador de la revolución hizo que las estructuras agrarias no se modificaran hasta los años treinta, fue cuando las comunidades indígenas recuperaron algunas tierras y los mestizos continuaron con la propiedad de la planicie y los valles.

Actualmente, la dispersión de las comunidades huastecas, se presentan como un verdadero obstáculo para la introducción de los servicios básicos, eletricidad, agua potable, colegios y caminos; una situación que repercute en su infraestructura y en el ingreso económico de las familias, que encarece los productos comerciales por el transporte. Aún así, además de los caminos de tierra, existen otros accesos a carreteras federales y estatales en las cabeceras municipales, donde también tienen servicio telefónico, correo y telégrafo, electricidad y agua potable. Los huastecos se trasladan a pie, generalmente, y sólo utilizan el vehiculo para acudir a otras ciudades en caso de enfermedad o se trasladan en camiones de carga de los mestizos los días de plaza. Se alumbran con velas, mecheros de petróleo y leña; el agua la extraen de los pozos o manantiales cercanos y para el consumo doméstico utilizan la leña como principal combustible.

Sus viviendas son distintas, dependiendo de la zona. En San Luis Potosí son chozas redondas con techo cónico, cubiertas de zacate o palma, en cuyo vértice colocan una olla invertida para evitar el escurrimiento del agua y sostienen el techo con horcones de madera; las paredes de varas colocadas verticalmente y atadas con bejucos o cubiertas con barro, con una sola entrada y se utiliza como dormitorio y cocina. En cambio, en Veracruz son rectangulares, un extremo se utiliza como dormitorio y sala y el otro como cocina. El techo de palma lo sostienen con otates y sus muros estucados; su estructura lo conforman horcones de chijol amarrados con bejuco o clavos.

Los teenek o huastecos viven de la agricultura, maíz, frijol y chile son sus principales productos, pero también de la artesanía y pesca, además de la recolección de frutos silvestres. Tanto sus equipos de herramientas agrícolas, cerámicas, y el tejido artesanal del zapupe, son continuidad de la época prehispánica. Son cerca a las 250.000 personas las que constituyen este grupo étnico, que fundamentan sus creencias religiosas en el calendario agrícola con algunas influencias de la religión católica y protestante. La naturaleza, la tierra, los cerros, el agua, las montañas, las milpas, los caminos, para ellos están poblados de seres o guardianes que exigen respeto y reciprocidad; cuando no se cumple con ellos propicia la pérdida de salud individual o la desgracia familiar o colectiva.