Garífunas


Los garífuna son un ejemplo claro del encuentro entre dos mundos, o mejor de tres, pues los europeos en un principio sólo tuvieron el deshonroso honor de acercar a los africanos como esclavos a las tierras arrebatadas a los nativos del nuevo mundo. Luego el tiempo se encargó de unir a representantes de dos continentes para crear un único pueblo, garífuna o garinagu, término usado para la colectividad de las personas. Este grupo afro descendiente se extiende por varias regiones de Centroamérica, Caribe y Estados Unidos, en Honduras, Belice, Guatemala, Nicaragua, el sur de México y Estados Unidos. La población representativa de esta etnia se calcula en 600.000 personas que también son conocidos por Garifune o Caribes negros.

El año 1635 es la fecha en la que se da por punto de partida en la creación de este pueblo, cuando dos barcos españoles que transportaban esclavos desde Nigeria hasta las Indias Occidentales fueron a pique. La providencia quiso que los dos navíos naufragaran cerca de la isla de San Vicente, una oportunidad para recuperar la libertad robada que los africanos no dejaron escapar, lo que consiguieron alcanzando la isla, donde los caribes les recibieron y ofrecieron protección. La unión entre indígenas y negros no tardó en llegar y entre ellos formaron el pueblo garinagu, un nombre que derivó en Kalipuna, término que usaron los caribes para referirse a ellos. Pero no sólo fueron los esclavos que escaparon de aquellos dos barcos españoles la parte foránea de aquella unión, también se fueron uniendo los esclavos que los caribes capturaron en sus luchas contra los ingleses y franceses en las islas vecinas.

Sin embargo, las aguas de la historia de este pueblo no dejaron de agitarse y continuó dando tumbos en el siglo siguiente, en 1796, cuando los ingleses invadieron la isla de San Vicente y se opusieron a la alianza de los franceses con los caribes, a los que habían conquistado. Fue entonces cuando a los caribes negros los consideraron enemigos y los deportaron, primero a Jamaica y más tarde a la isla de Roatán, Honduras. Los ingleses los separaron por los rasgos, a los que mantenían apariencia indígena les permitieron quedarse en San Vicente y a los más negros los deportaron declarándolos como "reales enemigos". De los aproximadamente 5.000 caribes negros deportados a Roatán sólo la mitad sobrevivió a la deportación, la causa principal fue que la isla era demasiado pequeña e infértil para mantener a la nueva población. Ante esta circunstancia los garífunas pidieron a las autoridades españolas que gobernaban Honduras, que les permitieran asentarse en tierra firme, permiso que recibieron pero a cambio de usarlos como soldados, y de esta manera se extendieron por la costa centroamericana del Caribe.

Los asentamientos garífunas actualmente se localizan en el Golfo de Honduras, al sur de Belice, en la costa guatemalteca en los alrededores de Livingston, en ciudades costeras de Honduras y Nicaragua, sur de México y varias ciudades de Estados Unidos. Por lo general los garinagu tienen al español como idioma materno, salvo en Belice y Estados Unidos, que suelen tener el inglés; pero en todos los casos practican una lengua en común que hablan la mayoría de garífunas, el Igñeri, una mezcla del Arahuaco, Francés, Suahili y Bantú. Las características culturales en la sociedad garífuna no ha sufrido muchos cambios en los últimos años y se manifiesta en su estructura social y familiar, tan peculiar y arcaica. Conservan muchas de sus costumbres como las danzas circulares, el baile Punta, sus cuentos y leyendas, prácticas religiosas, el cultivo del banano y el sacrificio de gallos y cerdos entre ellos mismos.

La manera de subsistir aún se basa en el cultivo, que tiene un importante potencial de producción, aunque los jóvenes piensan diferente y creen que los cultivos, aún siendo una tierra fértil, no son una buena fuente de ingresos y prefieren la pesca que genera dinero más rápido. La mayoría de los garífunas son pobres y eso lo reflejan las estadísticas, que dicen que más de un 70% de los niños menores de 12 años sufren malnutrición severa y que tres de cada diez niños mueren antes de cumplir los dos años de edad. Los descendientes de los caribes negros no creen en la política, piensan que son demasiado pacíficos y para solucionar sus diferencias prefieren el diálogo entre las partes enfrentadas sin la necesidad de la intervención de la fuerza policial.

Sus viviendas tradicionales son pequeñas champas elaboradas con palma, caña de azúcar, el techo de paja y el suelo de tierra apisonada, aunque en los últimos tiempos se está generalizando el uso de bloques de cemento y las placas de zinc en el techo.
En sus creencias religiosas se han incorporado elementos católicos, pero su religiosidad está basada en el llamado Gubida garífuna, que es la concepción de los sueños y los rituales de posesión de conciencia en estados alterados, por los participantes y los creyentes, causada por la posesión de una entidad espiritual.





Cuicatecos


El origen del pueblo cuicateco se desconoce, sin embargo, se le ha relacionado con los grupos mixtecos por su idioma, por haber emigrado a esa región los grupos dispersos toltecas tras la caída de Tula en el siglo XI, derrotados por los chichimecas. Aunque todavía no se han estudiado en profundidad las ruinas arqueológicas del territorio cuicateco, sí se conocen algunos detalles referentes a la historia de este pueblo oaxaqueño, en especial las de Concepción Pápalo, Tecomavaca y Quiotepec. En este último lugar, son grandes fortalezas al parecer de origen tolteca, y en todas las zonas arqueológicas se han encontrado objetos de jade, obsidiana y oro, lo que parece confirmar la primera teoría o hipótesis. Aún así, no todo está claro, porque también los hay que discrepan de esa posibilidad por la razón de que sólo por el dominio que ejercieron sobre ellos imponiéndole su idioma no se les puede emparentar con la familia tolteca o mixteca.

Lo que sí se sabe de los cuicuatecos es que los que se establecieron a orillas del río Cuicatlán fueron invadidos por gente de Almaloya. No obstante, consiguieron liberarse de ellos, eso sí, con ayuda del señorío mixteco de Yanhuitlán, pero no fue una ayuda desinteresada la que les sirvió para librarse de los invasores, tuvieron que pagarles tributo. Los mixtecos fundaron el señorío de Teutila y con ello sometieron a cuicatecos, chinantecos y mazatecos, pero parece que no solo los mixtecos tuvieron injerencia en el territorio cuicateco antes de la llegada de los españoles, también injirieron los zapotecos.

La localización del territorio cuicateco se sitúa en el estado mexicano de Oaxaca, en el noroeste, su área comprende aproximadamente 8.400 Km2, donde se incluyen los municipios de Concepción Papalo, San Juan Tepeuxila, Santa María Tlalixtac, San Pedro Teutila, San Francisco Chapulapa, Santiago Huaclilla, San Juan Bautista Cuicatlan y Santiago Nacaltepec, la mayor parte en el distrito de Cuicatlán y una porción de Nochistlán. La zona que habitan se ubica en la Sierra Madre Oriental, donde se forman las Sierras de Pápalo y Teutila. Con grandes cañadas, ríos caudalosos en tiempo de lluvias y un clima templado en las partes altas, en las bajas tropical. La población cuicateca actual presenta grandes rasgos físicos y culturales mestizados, debido al constante trato con habitantes blancos y negros del lugar.

Cuicatlán significa en náhuatl "lugar de encanto" o "lugar de cantores" y su idioma, el Cuicateco, pertenece al grupo otomangue, tronco savizaa de la familia mixteca. El Instituto Lingüístico de Verano, según Nolasco (1972), ha registrado sólo dos variantes dialectales del cuicateco. Según Basauri (1990), el cuicateco es una lengua polisintética, esto es que cuenta con raíces en torno a las cuales se agrupan otras palabras y partículas para matizar el significado. Se podría decir que el cuicateco es una lengua especialmente musical y que, seguramente y en los tiempos de esplendor, los antiguos cuicatecos eran aficionados al canto y poseían una cierta capacidad significativa para este arte. En el antiguo México el canto era una de las artes más socorridas y metafóricamente significa sabiduría, por el canto se transmitía los conocimientos para acordarse de las historias que se aprendían, ya que las culturas originarias eran fundamentalmente audiovisuales, sus códices no eran libros al estilo occidental si no más bien recursos nemotécnicos. La población cuicateca actual en número de habitantes es 18.500, de los cuales 1.300 son monolingües. Sus relaciones con otras etnias vecinas son abiertas y amistosas, con chinantecos, mazatecos y mixtecos, además conviven en la zona con población mestiza. En algunos municipios y poblados incluso viven conjuntamente con otras etnias siendo frecuente la exogamia de grupo, es decir, el matrimonio entre personas de distinta afiliación étnica.

La economía de esta etnia está basada en la agricultura, sus cultivos son principalmente maíz, frijoles y chile, pero también se produce legumbres, calabaza, papas y trigo, aunque a menor escala. El café tiene mucha importancia en la zona serrana, y por el contrario, en las zonas bajas, son la caña de azúcar, el tabaco y el algodón lo que predominan. Tampoco se puede olvidar el apartado frutícola, que es variado, entre los que destacan el aguacate, mango, chicozapote, la naranja, el mamey, el durazno y la nuez.

Aunque en la actualidad las viviendas cuicatecas se asemejan a las de otros grupos indígenas vecinos, y que generalmente emplean el adobe, en la tradicional se utilizan otros materiales. Su planta es rectangular o cuadrada y las paredes de palos situados en forma vertical con espacio entre unos y otros, que se rellenan después de piedras y barro con enjarres en las zonas serranas o de otate (yerbas) en las zonas más cálidas, que permite mayor ventilación. Los techos son a dos aguas y se emplea el zacate, hoja de caña, tejamanil, teja y, en ocasiones, de palma. No disponen de ventanas pero, en cambio, siempre dejan una obertura en el techo que sirve para la ventilación. El suelo es de tierra apisonada.

Los cuicatecos son católicos, aunque conservan parte de sus creencias nativas. Continúan venerando al "Señor del Cerro", llamado Já-iko, y que aseguran tiene su morada en el Cerro Cheve, cercano a Tlalixtac; sus creencias también se vuelcan en las fuerzas de la naturaleza que favorecen las buenas cosechas y perdura la creencia en la existencia de cheneques y duendes, de los que dicen viven en los cerros y cuevas y se alimentan de tepejilotes. Es importante la consideración que tienen sobre los hechiceros y brujos.

Cucapás


El primer explorador que mencionó a la etnia cucapá del río Colorado fue el español Fernando Alarcón, en 1540. Cuenta que vivieron en grupos familiares por el área del Delta del río Colorado y el río Hardy, y en las laderas de las montañas Cucapá. Para principios del siglo XVII se estima que eran unos 22.000 indígenas en la región, dos siglos más tarde eran 5.000 los que habitaban en el área y ya en 1990 se habían reducido en número hasta los 1.000, según la UNESCO. En la actualidad son algo menos, alrededor de 600 miembros habitan en la Reserva India Cucapá, al suroeste de Yuma, Arizona, y 344 aproximadamente en México, en el valle de Mexicali, en los ejidos de Durango y en la misma ciudad de Mexicali. Seguramente fueron varias y distintas las causas que disminuyeron el número de habitantes cucapás pero el más importante quizás sea el bajo caudal del río Colorado y la dificultad para pescar libremente en lagos y lagunas restantes.

El pueblo cucapá ha mantenido sus tradiciones por vía oral, algo muy importante para la conservación de su cultura. Cuentan de sus tradiciones que eran buenos guerreros y cazadores, que desde pequeños les enseñaban al uso de las armas y al arte de la guerra, el arco y la flecha, el mazo, el palo de cacería, y para estos aprendizajes existía un lugar determinado, un sitio ceremonial en lo alto de un cerro, donde pasaban la flecha lanzada por debajo de un arco natural. La manera de alimentarse era con los frutos que recolectaban: quelites, papas, péchitas de mezquite, de palo fierro y de palo verde, el tallo tierno del tule, miel de abeja, dátiles de los cañones, maíz, semillas, piñones, bellotas; con los animales que cazaban: venados, conejos, topos, ratas de campo, gato montés, del que también aprovechaban su piel para protegerse del frío; y de la pesca: bocón, bagre, lisas y otras especies. El matrimonio era una manera de conservar la etnia y para ello se casaban entre los miembros del mismo grupo. Sin embargo, en la actualidad casi nada de esto se conserva, los cucapás se rigen por las leyes de todos los mexicanos y los matrimonios ya no son sólo entre miembros cucapás

El clima del territorio cucapá es desértico y las temperaturas muy elevadas durante la mayor parte del año y entre su flora existen cactus, sahuaros, nopales, cachanillas, cirios, sábila, arboledas de sauces y álamos gobernadora, etc. 1.000 años atrás los cucapás eran agricultores pero a raíz de la llegada de los conquistadores dejaron la labranza para convertirse en leñadores, peones y pescadores, ocupación esta última que dejaron cuando se secó el río Hardy. Entre los objetos de artesanía que realizan para la venta están los collares, capas, cintos de chaquira, entre otros. La comunidad que habita en Arizona vive básicamente del casino de su propiedad, el Cocopah Casino.

Los cucapá se autollaman Koipai, que significa "los que van y regresan", y cucapá quiere decir "sierra de molinos", que pertenecen al grupo de los yumanos. Son bilingües, hablan el Español y el dialecto Cucapá, que proviene de la familia yumana y está relacionado con los Kahwan.

Entre sus creencias religiosas aún se conserva cierta veneración al sol, creencias que se fueron transformando con la llegada de las misiones y el cristianismo. Tenían una particular manera de entender la vida y sus creencias, adoraban al sol y a la naturaleza. Todavía en la actualidad se celebra la Ceremonia del borrado o pintado, que se lleva a cabo por la semana santa. Consiste en subir al mítico cerro del Águila durante una semana, en ella se pintan el cuerpo de negro que simboliza el mal que hay en su cuerpo y su alma, al transcurrir de los días se van pintando rayas blancas que simbolizan la limpieza del espíritu. A la semana bajan al río y se lavan, con lo que quedan totalmente purificados. Otra de sus particulares tradiciones fue prohibida, y recientemente, a la comunidad de Pozas de Arbizu, se le ha permitido recuperarla, ésta es la de, al morir, quemar al difunto y a su casa junto a sus pertenencias.

A través de la tradición oral los cucapás de la Baja California han conservado sus mitos, y los principales son los relacionados sobre la creación, donde narran cómo un dios o varios crearon al universo. Esta leyenda que expongo a continuación es una versión oral de Juan García Aldama:
"
El precipicio que pedía alimento"
"Rumbo al sur, había una isla; esta isla era muy rica y ambicionada por todos los paisanos. En la isla había guajolotes, había mucho venado, mucho borrego y hasta gallinas. No cualquiera podía ir a esa isla, se necesitaba que fueran indios verdaderos, los cucapás si podían ya que ellos eran verdaderos indios.
Para llegar a la isla no era fácil porque estaba separada de la costa por un barranco muy grande, era un barranco que tenía mucha agua; decían los viejos que el barranco era un precipicio que pedía alimento.
Los cucapá tenían siempre en sus morrales mucha semilla, semillas de distintas clases. Ellos eran muy cuidadosos; siempre llevaban semillas tostadas. Cuando ellos llegaban al barranco, metían la mano al morral y sacaban tres semillas de sandia, tres semillas de calabaza y tres semillas de maíz. Los indios eran muy inteligentes y como sabían que el barranco era un precipicio que quería mucha comida, echaban las semillas al barranco. Primero agarraron tres semillas de sandía y las echaron al barranco. Luego agarraron tres semillas de calabaza y las echaron al barranco. Finalmente agarraron tres semillas de maíz y las echaron al barranco.
El barranco porque era un precipicio que pedía comida se cerró, ahora el barranco era una vereda, un vado. Con la comida se terminó el abismo. Los indios verdaderos cruzaron el vado, pasaron sobre el barranco; luego, se fueron, se fueron, se fueron.
En la isla cazaron al guajolote, mataron al venado, mataron al borrego y mataron a la gallina. Ellos cargaron con todo a cuestas.
Ya no había abismo; se acabó. Los indios verdaderos pasaron para este lado. Así mi abuela lo dijo".

Corobicíes


De esta etnia costarricense realmente no hay mucho fiable de lo que se pueda escribir, sólo algunos datos históricos y muchas conjeturas al respecto. Al igual que muchos otros pueblos desaparecieron como por arte de magia y hoy en día cuesta mucho encontrar referencias de su existencia. Se conoce que habitaron en la provincia de Guanacaste, Costa Rica, en la margen oriental del golfo de Nicoya, estos datos se conocen por el hecho histórico que sucedió en 1522, cuando el pueblo corocibí fue visitado por el conquistador Gil Gonzáles Dávila, que identificó a su rey con el nombre de Corevisí. También por la relación en el recuento que hizo el tesorero de la expedición Andrés de Cereceda, en la que anotó que en el reino de Corevisí se bautizaron 210 personas.

El territorio de los corobicí, o reino de Corevisí, se hallaba ubicado en la desembocadura del río Homónimo, hoy conocido por el nombre de Tempisque, a cuatro leguas del los dominios del monarca Sapandi o Zapandí, y a ocho del reino de Diriá, situado a orillas del río del mismo nombre que el monarca. Sin embargo, existen dudas al respecto porque, según cuentan las crónicas de Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés al referirse a Zapandí: "E a par de él al Noroeste está otro cacique que se llama Corobicí", si en lugar de noroeste se lee nordeste ubicaría a los corobicí en el curso superior del río Tempisque, territorio correspondiente a los afluentes del río Las Piedras, entre los cuales hay uno que recibe el nombre de Corobicí.

Casi todo lo demás que se pueda encontrar relativo a esta etnia son suposiciones rayando el romanticismo, como por ejemplo que la lengua que hablaban fue calificada por los españoles de "hermosa y antigua". Su cultura pertenecía al Área Intermedia, diferente a las culturas que las colindaban o rodeaban, que pertenecían a las culturas de Mesoamérica.

En el reparto del "botín", o encomiendas, que se efectuó en 1569 por el gobernador Pero Afán de Ribera y Gómez, mencionó al rey Garabito o "Cobobicí", con lo que pretendía, quizás, nombrar al monarca de los corobicíes. Una de las hipótesis más extendidas de su desaparición es que, como consecuencia de la conquista española, se retiraron a las montañas y cruzaron la Cordillera Volcánica de Guanacaste para establecerse en las llanuras del norte de Costa Rica, por lo que muchos estiman que dieron de esta manera origen al actual pueblo maleku.



Coras


Aunque la primera expedición de los conquistadores españoles por el territorio cora se realizó en 1592 no fue hasta el siglo XVIII cuando consiguieron someter a esta etnia mexicana. No les fue fácil la conquista de la sierra del Nayar y de hecho fue el último territorio conquistado. Pocos años después de la primera incursión en el territorio, en 1612, se llevó a cabo una sublevación contra los españoles en la que los coras, junto a los tarahumaras y los tepehuanes, fueron los protagonistas. En el siglo XVIII, en 1720, el pueblo indígena tuvo que enfrentarse a graves problemas que los obligaron a organizar asaltos a pueblos vecinos, la escasez de comida que la sequía provocó y los brotes de epidemia que se extendían por todos los territorios vecinos les obligaron a buscar soluciones a sus problemas de esta manera. Algunas poblaciones a las que asaltaron fueron Acaponeta, Centispac y Aztlán, pero parece ser que no lograron lo que pretendían pues la historia cuenta que fueron derrotados y les cerraron el paso hasta la costa de Nayarit, de donde se abastecían de sal, un elemento sagrado que utilizaban en los rituales.

Fue en 1722 cuando finalmente los conquistaron y cuando comenzó a entrar en vigor y se impuso la nueva organización política y religiosa que los extranjeros traían consigo. La usurpación de sus tierras fue motivo de otras sublevaciones en el futuro, en el siglo siguiente. En el XIX y a raíz de las leyes de la Reforma de nuevo fueron protagonistas en numerosos alzamientos de protesta por la recuperación de sus territorios, fue un movimiento contagioso que se fue extendiendo a otros territorios y con la misma finalidad, las protestas abarcaron a los estados de Nayarit, Jalisco, Zacatecas, Durango y Sinaloa, en la que se unieron a los coras los huicholes, mexicaneros, tepehuanos y campesinos mestizos. En la Revolución mexicana los habitantes de la región del Nayar apoyaron a los villistas, sin embargo, pasado el tiempo los coras se unieron a las tropas carrancistas. Ya en el siglo pasado, a principios del XX, tuvieron el último levantamiento armado en la rebelión cristera, en distintos bandos, primero participaron a favor y después en contra.

El territorio cora se localiza en el estado de Nayarit, aunque también se hayan asentamientos en el vecino estado de Jalisco. Sus límites al norte llegan hasta el estado de Durango y al de Jalisco por el oriente; al sur lo marcan los ríos Jesús María y Chapalagana hasta el río Santiago, y San Pedro Ixcatlán y el río San Pedro por el oeste. Los municipios donde se concentra la población cora principalmente son El Nayar, Acaponeta, Rosamorada y Ruiz, en el estado de Nayarit. Son 120.000 hectáreas lo que comprende el territorio cora, donde conviven con huicholes, mexicaneros y mestizos; situado en la sierra del Nayar, perteneciente a la Sierra Madre Occidental, el tramo que atraviesa el estado de Nayarit. Su altura va desde los 700 m. hasta los 2.200 m. Sus tierras las riegan el río San Pedro o Grande y el Santiago. Las lluvias que caen sobre la región están entre los 800 y 1.500 mm. anuales, pero es en el mes de junio cuando las precipitaciones son más intensas.

Los coras se autonombran Nayeri, etnónimo de donde deriva el actual nombre del estado en que habitan, alrededor de 24.500 personas pertenecientes a la etnia. Su idioma es el Cora, perteneciente al tronco lingüístico yutoazteca, emparentado con el náhuatl, aunque también hablan el español, y un hibrido al que llaman "castilla", una mezcla del cora, español moderno y expresiones del español antiguo.

La organización social del pueblo cora es de familias extensas, por lo general cuando se casan los hijos forman su propia familia pero se quedan a vivir en la casa paterna. Entre las costumbres de los coras también es normal que los ancianos tengan dos esposas, las dos reconocidas socialmente, y aunque las dos viven bajo el mismo techo y se reparten las tareas del hogar cada una cría los hijos procreados. En otro tiempo también era normal que el hombre se casara con las hermanas de la esposa. Sus casas son construidas de adobe con techo de teja y ladrillo, con dos cuartos, uno destinado a recamara y el otro a cocina, donde se encuentra el fogón. También cuentan con patios con bardas de piedra, donde siembran árboles frutales y hortalizas. Los coras viven básicamente de la agricultura, durante el ciclo agrícola los hombres y mujeres abandonan la residencia habitual para instalarse o establecerse cerca de los campos de cultivo que son propiedad comunal, por un tiempo de seis meses aproximadamente. Un periodo en el que recolectan y obtienen los productos básicos para todo el año. La emigración también es importante entre los coras, lo hacen temporalmente de febrero a mayo, algunos jóvenes al estado de Oregón, Estados Unidos. La artesanía cora es escasa y rara vez sale más allá de la región, los productos más representativos son los morrales de lana, algodón o fibra sintética, los huraches de piel con suela llanta y los sombreros de yute.

Para la etnia cora la salud y la religión van cogidas de la mano, piensan que la enfermedades pertenecen al ámbito de lo sobrenatural, es un mal que los dioses y espíritus mandan cuando están enojados porque no recibieron sus ofrendas correspondientes, que se tratan de flechas, algodón o jícaras con pinole. Los dioses tienen como aliados a los curanderos, que tienen la capacidad de provocar y curar enfermedades, por eso, aunque se utilicen medicamentos institucionales, antes deben de arreglar sus cuentas y asuntos con los dioses para que surtan efecto. Sus lugares sagrados son una infinidad y sus mitos e historias se van transmitiendo de generación en generación, se narran cómo se construyó el mundo, se creó la lluvia, el fuego, el tabaco, el maíz, etc. Cada dios cora tiene su morada en las montañas y es ahí a donde van a depositar sus ofrendas, en las cuevas, en los ríos, en los charcos, en las rocas, en los manantiales, en las peñas...

Conchos


El nombre genérico que recibían los miembros de esta etnia extinta se les dio por la cantidad de restos de conchas que se encontraban en las riberas del río que habitaban. El territorio de los conchos se situaba desde el área de la cuenca del Río Conchos hasta el Río Bravo en el norte del estado mexicano de Chihuahua. Desde la Sierra Madre Occidental hasta las actuales Ciudad Ojinaga, Chihuahua y Presidio, Texas. Sin embargo, este lugar al otro lado de la frontera entre México y Estados Unidos, según Emilio Langberg, parece haber sido un sitio de comercio entre las tribus amigables antes de la llegada de los españoles a la zona. Para esa época, la de la llegada de los europeos, los conchos eran el grupo étnico que mayor extensión territorial ocupaban en el área de lo que hoy se conoce como el estado de Chihuahua; eran nómadas y seminómadas que formaban un grupo de pequeñas bandas. En la historia de este pueblo se recoge que a principios de 1645 una tribu cercana al pueblo de San Francisco de Conchos se sublevó, el día 25 de marzo, mataron a los franciscanos que servían la misión, Fray Tomás de Zigarán y Fray Francisco Lavado, y después quemaron la iglesia y la casa rural. Cuatro años más tarde de este episodio se hizo el primer cálculo de indios de la etnia que vivían en la región, fue Don Digo Guajardo Fajardo, capitán general y gobernador de la Nueva Vizcaya, y ascendían a un número cercano a los 50.000 habitantes.

El territorio concho es árido, extremadamente seco, y aunque su temporada de lluvias es el verano en el invierno también acostumbra a llover. Dos terceras partes del suelo concho es de pastizal y matorrales, algo a lo que supieron sacarle un excelente provecho; parte de su alimentación procedía de la agricultura que cultivaban, como las calabazas y también maíz. Cuando llegaron los primeros extranjeros a la región los nativos se dedicaban básicamente a la pesca, aunque nunca llegaron a abandonar la práctica de la caza y la recolección. También se conoce que para 1697 los cultivos que producían sandías daban buenos resultados. Entre sus costumbres, que compartían con los otros grupos del norte de México, estaban la de moler el maíz mediante el uso del metate y utilizarlo en forma de pinole, o la que ya ha desaparecido de moler los frutos del mezquite para preparar la masa con la que se elaboran los tamales y que los españoles mencionaban como mezquitamal.

Como reseñaba anteriormente, los conchos supieron sacarle rentabilidad a las duras condiciones que se daban en la zona, se adaptaron al desierto y empleaban incluso el bazago del mezcal como alimento de subsistencia en las épocas en las que los frutos silvestres escaseaban, después de molerlo previamente para hacerlo comestible. El mezcal fue la planta que más utilizaron los grupos de la región, es xerófita y sus hojas fibrosas sirvieron para elaborar las prendas que vestían, pero también el corazón de la planta se cocía y los jugos azucarados que producía se consumían como energético. Entre los animales que cazaban estaba el bisonte, el venado y el conejo, este último abundaba por todo el territorio y sus pieles se aprovechaban para vestirse; otras especies menores formaban de igual manera parte de su dieta, aves, ratones de campo, ardillas, tuzas, liebres, víboras, cigarras, saltamontes y hormigas. El otole, la bebida que elaboraban, lo hacían moliendo las semillas silvestres que recolectaban.

No es mucho lo que se conoce de esta etnia pero de su lengua sí se sabe que era afín a la Cahita y Ópata. Los europeos se ocuparon de los indígenas sólo ocasionalmente y eso originó confusiones con respecto a los grupos que vivían dispersos, que tenían sus lenguas y nombres particulares, estas equivocaciones se daban al considerar a un grupo en forma independiente cuando lingüísticamente formaban parte de otro mayor. Los errores hicieron que muchos de sus nombres, que los propios grupos no utilizaban, se perdieran y olvidaran al otorgarle otros, como en el caso del grupo conocido por los "hijos de la tierra" o de los "comezacate". Sin embargo, y pese a estas confusiones, se han podido conocer parte de las características del amplio grupo de los conchos.

Este gran grupo étnico lo componían otros subgrupos que tenían entre sí una gran afinidad cultural y aceptaban autoridad común, por esta razón se cree que debieron formar parte de los conchos, son los: guamichicoramas, baopapas, obomes, yacchicahuas, yaochanes, topacolmes, aycalmes, polacmes, posalmes, cacalotitos, yeguacates, guelasquicmes, guiaguitas, abasopalmes, olobayaguanes, bahilimis, yaculsaris, sucais y coyamites. A los que probablemente habría que añadir osatayolida, seuliyolida y batayolida, de los que también se habla en el archivo de Parral.

Es muy probable que algunos de los grupos conchos practicaran la poliginia, pero no existen pruebas que puedan confirmarlo. Sí parece que se reunían en grupos de varias familias para aprovechar al máximo la abundancia de frutos y semillas durante la recolección en el verano, y que igualmente lo hacían para deplorar la muerte de alguno de sus miembros o para prepararse para las batallas o las victorias de la guerra. Por el archivo de Parral se sabe que los conchos se casaban con miembros de otras tribus al igual que chisos y tobosos, con estos últimos pudiera parecer extraño por estar emparentados con los apaches y no formar parte del grupo concho, aún así también contraían matrimonio entre ellos. Sus casas eran pequeñas y se construían sólo para albergar a la familia, eran efímeras y sus materiales el zacate o las ramas de las plantas ribereñas. En sus ceremonias religiosas utilizaban los cactus alucinógenos para entrar en contacto con la divinidad, además de practicar la antropofagia de la misma manera que los chisos, de los que se conoce un caso en el que se comieron el cadáver de una chica española que habían capturado.

Cochimíes


Los antiguos cochimí decían, refiriéndose a su mitología, que el cielo, la tierra, y todo lo que ella acoge, lo había hecho un gran señor, un capitán grande que se llamaba Menichipo. El primer encuentro que los indígenas cochimí tuvieron con los conquistadores españoles fue en el siglo XVI, fueron encuentros esporádicos, que se hicieron más prolongados y continuos cuando en el XVII los jesuitas se establecieron con sus misiones en la península de la Baja California. En 1768 la corona española expulsó a los jesuitas del territorio y un año más tarde fueron los franciscanos, con fray Junípero Sierra a la cabeza, los que les sucedieron fundando la misión en el camino hacia el norte, hacia la Alta California, por último fueron los dominicanos los que crearon la nueva misión y definitiva entre los cochimí, en El Rosario, en 1774. Las epidemias de enfermedades que llevaron consigo los europeos no fueron ajenas tampoco al pueblo cochimí, que al igual que la mayoría de los pueblos indígenas las sufrieron causando estragos, la población se fue diezmando y entre los siglos XIX y principios del XX su cultura e idioma acabó por extinguirse.

La etnia cochimí habita en el estado mexicano de Baja California, especialmente en la comunidad de La Huerta, entre los municipios de Ensenada, Tecate y Mexicali. El clima de la región es extremadamente seco. Su altitud va desde los cero y 500 metros en la zona costera hasta los 2.000 m. en la serranía; el suelo es árido y semiárido. Es una zona desértica entre cerros con vegetación escasa y donde predominan los dispersos matorrales y los cactus, sahuaro, choyas, nopales, cirios, cardón, cachanillas, jojoba y otros más. La fauna de la región se compone de venados, coyotes, pumas, borrego cimarrón, conejos, víbora cascabel, lagartijas y aves como: águilas, codornices, correcaminos, halcones, búhos, etc.

El territorio donde habitan los cochimí acoge a un grupo de cinco pueblos indígenas, que junto a este son: Kumiai, cucapá, paipai y kiliwa. Los dos primeros son conocidos por los habitantes de la meseta, el tercero por rieños y los últimos reciben el apelativo de serreños. El grupo cochimí heredó el nombre de los misioneros que denominaban con este nombre a las comunidades fronterizas. En la ranchería de La Huerta son alrededor de 40 casas en las que viven los 195 habitantes pertenecientes a la etnia que actualmente viven de la agricultura y el ganado, en El Ranchito, La Mariposa, Los Gavilanes, Valle de Guadalupe, Ojos Negros o Real del Castillo. Los antiguos cochimí eran nómadas, cazadores, pescadores y recolectores, y aunque no conocían la agricultura ni cuidaban ganado sí es posible que conocieran la alfarería antes del encuentro con los españoles. El fruto del cactus pitahaya les proporcionaba un gran valor nutritivo pero de corta duración por tratarse de un fruto de temporada, esto propiciaba que, después de digerirlos, las semillas de sus propios excrementos secos las asaran y se las volvieran a comer, como si de una segunda cosecha se tratara. Otro rasgo característico de esta etnia era la donación de los cabellos humanos, con los que los guamas o hechiceros se confeccionaban capas que usaban en los actos ceremoniales.

Entre los mitos de los cochimí encontramos el que decía que provenían del norte, que se habían refugiado en la Península de Baja California huyendo de los enemigos que los perseguían y con los que habían salido derrotados después de una gran contienda. Conocían de la existencia de los anteriores pobladores del territorio donde se asentaron, de su alta estatura y de sus figuras de animales y hombres pintadas en las cuevas, pero desconocían o no daban razón de cuales fueron las causas de su extinción. Los cochimíes no tenían escritura ni formaciones artísticas formales, llegaban a contar hasta veinte utilizando los dedos de las manos y de los pies, fue después de aprender el idioma que los españoles les enseñaron cuando aprendieron a contar hasta cincuenta y los más aplicados hasta cien. El año lo dividían en seis partes y entre ellas era la primera la más alegre y apreciada, era la temporada de las pitahayas y se le conocía por el nombre de mejibó o meyibó, tiempo que coincidía con el de julio y agosto actualmente.

Su idioma es el laymón o mti'pa', actualmente existen menos de un centenar de hablantes por lo que se le considera prácticamente extinta, pertenece a la familia yumano-cochimí que comprende once lenguas. Fue incluida entre las lenguas hokanas por Voegelin y Haas, y como hoka-sioux, según Edward Sapir. Otras propuestas la incluyen a las lenguas guaicuranas, que son un grupo de idiomas actualmente extintas y que se hablaban en el sur de la península de California y aunque se supone que pudieron tener alguna afinidad no hay evidencias suficientes para comprobar esta relación entre sí.


























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Coahuiltecas


Coahuiltecas es un nombre genérico que recibían un sinnúmero de pequeñas tribus ya desparecidas y cada una nombrada de distinta manera por los exploradores con términos extraños y pintorescos: pajalates, pacaos, pausantes, pacuaches, mescales, pampopas, pihuiques, borrados, sanipaos, orejones, manos de perro y algunos más. El área donde habitaban se sitúa entre el norte de México y el sur de Estados Unidos, en los estados de Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y el oeste de Texas, desde el río San Antonio. No es mucho lo que se conoce de su cultura y su lengua; las causas que propiciaron su desaparición fueron varias, desde la guerra, enfermedades, hasta la asimilación a manos de los españoles, comanches o apaches.

Las tribus de indios coahuiltecas vivieron amparándose en las misiones que los franciscanos a orillas del río San Antonio, a principios del siglo XVIII. Cuando los misioneros llegaron a la región de San Antonio vivían en pequeños grupos nómadas y dispersos, emigrando con cada estación para conseguir el alimento que recolectaban de lo que la tierra les proporcionaba. Su lengua se componía de distintos dialectos y su religión se basaba en la naturaleza. Aunque eran de constitución robusta y su vida relativamente tranquila se vieron obligados a refugiarse al amparo de las misiones, acosados por sus vecinos, apaches y comanches, o las enfermedades que llegaron con los europeos. Las misiones supusieron un refugio con algunos costes a cambio, como la evangelización, que significaba adaptarse a las nuevas costumbres venidas de fuera y arrinconar u olvidar las propias; sin embargo, las misiones ofrecían la pacificación entre los indígenas, construidas como pueblos fortificados y destinados a la protección de las fronteras de las colonias españolas contra la incursión de los franceses desde Louisiana, también contra los hostiles comanches y apaches que luchaban por la ocupación de sus territorios ancestrales.

Los Coahuiltecas vivían dentro de los muros que los protegían de los ataques, aunque sus viviendas, sus chozas, estuvieran ubicadas adjuntas a los muros exteriores. Los campos de cultivo alimentaban a una comunidad compuesta por españoles e indios y, además de practicar la religión foránea e ir a clases de idioma español, los misioneros les enseñaron artesanías y distintos oficios como la herrería, tejidos en telares, labrar la tierra y las ropas de algodón. Junto a los cultivos de hortalizas que labraban en el exterior de la fortificación también cuidaban animales domésticos.

El único libro que se conoce en el idioma de los coahuiltecas es el Manual para Administrar los Santos Sacramentos a las tribus de indios que los misioneros llamaban con distintos nombres, pajalates, orejones, pacaos, tlijayas, alaspas, etc. El Manual fue escrito por Bartolomé García y su publicación data de 1760.



















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Chuj


Los chuj son una etnia maya guatemalteca que habitan en el departamento de Huehuetenango, en un área que integran tres municipios, San Mateo Ixtatán, San Sebastián Coatán y tres cuartas partes del territorio municipal de Nentón. Su zona es de transición entre tierras bajas y tierras altas, en las cimas y estribaciones del noroeste de la sierra de los Cuchumatanes. La altura está entre los 750 m. de la aldea Trinidad, en Nentón, hasta más de los 3.500 m. en el cerro sagrado de Wowi. El clima es frío, sus bosques húmedos y los suelos poco fértiles. El número de habitantes chuj en estos tres municipios oscila alrededor de las 85.000 personas. No obstante, el territorio que ocupa no es exclusivo de esta etnia, comparten territorio con otras etnias mayas, como los acatecos, qanjobales, mames, quichés, poptís, jacaltecos, tectitecos, especialmente en zonas de San Mateo y Nentón, que representan entre un 5% y el 15% de la población indígena. La densidad del territorio que ocupan los chuj se extiende alrededor de 728 Km2.

El área de la sierra de los Cuchumatanes ha estado poblada desde hace al menos 2.000 años y en toda la región se cuentan aproximadamente 140 sitios arqueológicos, muchos de ellos funcionaban como centros administrativos. Esta cantidad de datos históricos y lugares arqueológicos nos muestran que en la antigüedad los chuj fueron muy importantes en el comercio con los pueblos mexicanos, llevando y trayendo las mercancías producidas por las comunidades de los alrededores. Una época en la que las poblaciones de la región se encontraban en ciudades amuralladas llamadas tinamit, eran centros semi-urbanos, pequeños y rodeados por amaq' o distritos exteriores. La organización social se dividía entre señores y vasallos, entre los primeros estaban los gobernantes y sacerdotes que habitaban dentro del tinamit, y los segundos, que vivían en el amaq', eran los que trabajaban para mantener a la clase privilegiada, entre los dos estratos existía un grupo en cierto modo privilegiado y que incluía a los comerciantes, los artesanos y los guerreros.

En el año 1525, Gonzalo de Alvarado, hermano de Pedro de Alvarado, conquistador de Guatemala, invadió el territorio que hoy se conoce como Huehuetenango, tratando de conquistar a la comunidad Man. Lo guiaba el rey de los k'iche', Sequechul, quien buscaba venganza contra ellos por la muerte de su padre, porque su cacique Kayb'il B'alam había propuesto la fallida quema de los españoles en Utatlán y en represalia dieron muerte a su progenitor. En este episodio comenzó la conquista del territorio que acoge a los chuj que, después de derrotar a los man por falta de alimento, sitiados durante mes y medio en Zaculeu, y de atacar Nebaj y quemar las casas de los Ixil, llegaron a la comunidad chuj en 1530. La historia cuenta que no fue fácil la derrota de los indígenas y el control de la región, pues los levantamientos y guerras llegaron hasta 1653, en protesta por los malos tratos recibidos y los fuertes tributos a pagar. Los conquistadores españoles introdujeron nuevas formas de administración y en 1549, Pedro Ramírez Quiñónez, ordenó que todas las personas que vivían dispersas se concentraran en los pueblos, con el objeto de facilitar el control político y administrativo.

Como en otros lugares conquistados por los españoles la población indígena mermó considerablemente, debido a las mismas razones, los abusos, vejaciones y malos tratos junto a las enfermedades, en especial la viruela y el sarampión. Las tierras de los mayas fueron sustraídas y repartidas entre los españoles, a las que llamaron "encomiendas", y cada uno de los beneficiados quedaba con la obligación de cristianizar a los nativos. La evangelización de los chuj, como a todos los pueblos de los Cuchumatanes, corrió a cargo de los misioneros dominicos y consistió en reemplazar sus creencias por las invasoras. Se prohibió el uso de los calendarios mayas y los rituales tradicionales. A pesar de la prohibición sobrevivió el denominado Tzolkin, de 18 meses y 260 días, y que aún hoy continúa marcando la actividad agrícola. El control administrativo español sobre la población fue disminuyendo en el siglo XVII y en 1825 se proclamó la primera Constitución del Estado de Guatemala, el territorio fue dividido en siete departamentos y la sierra de los Cuchumatanes quedó integrada en el de Totonicapán. En este tiempo los chuj, como el resto de comunidades mayas de la región, se encontraban aislados de los poblados del área y la mayoría de la población sólo hablaba su propio idioma.

En 1886 se crearon nuevos departamentos y la región quedó integrada definitivamente bajo la juridicción de Huehuetenango. Con la introducción del cultivo del café el gobierno estableció nuevas políticas económicas e implantó otras formas de trabajo forzoso que, junto al peonaje por deuda, cambiaron las condiciones de vida de los chuj. La independencia de Guatemala tampoco trajo nada nuevo para los pueblos indígenas que, bajo los gobiernos de Estrada Cabrera y Jorge Ubico, vieron como los abusos y la explotación se cernía sobre ellos. Se implantó la ley de vialidad y con ella se les obligaba a trabajar gratuitamente en obras públicas; la ley de vagancia también obligaba de la misma manera a trabajar en fincas y obras públicas a quien no pudiera demostrar una ocupación. En octubre de 1944, el movimiento revolucionario contra la dictadura de Jorge Ubico no trajo nada nuevo para la comunidad chuj, continuaron con las mismas condiciones laborales en las plantaciones de café en la región y en la costa del Pacífico. En la década de los sesenta, durante el conflicto armado del ejército del gobierno y la guerrilla, fue un tiempo de desolación para la comunidad chuj, que tuvieron que huir hacia territorio mexicano, la costa y la ciudad de Guatemala. Las poblaciones fueron arrasadas y sus habitantes se refugiaron o huyeron, sus aldeas y cultivos fueron abandonados y quemados por el ejército y las fuerzas rebeldes. Ya en 1983 el gobierno empezó a formar los asentamientos de acuerdo con nuevas políticas de reubicación de la población, lo que produjo un nuevo cambio, y muchos de los que se habían dispersado durante el conflicto perdieron sus tierras. En territorio mexicano se calculan que residen alrededor de 10.000 chuj, que recientemente han iniciado su retorno en gran medida.

La mayor parte de la población de esta etnia se ha ocupado históricamente de la agricultura, pero desde el periodo clásico también vienen ocupándose de las minas de sal de San Mateo, desde hace más de 1.000 años. De igual manera la artesanía tiene un peso importante para la economía de los chuj, de la que son muy valorados sus trabajos realizados con hilos de maguey conocida como jarcia, bolsas, morrales y redes; el pastoreo de ovejas es otra ocupación importante al igual que la cerería y la cerámica vidriada. Su religión se acentúa en la fe cristiana, aunque sin perder del todo su influencia maya, de la misma manera que adoran al Cristo de Esquipulas creen en nahuales o hacen pactos con "el guardián de los cerros". La cultura del pueblo chuj es rica y amplia, en tradiciones, arqueología e idioma. En el noroeste del departamento de Nentón se encuentran situados los sitios arqueológicos de Chaculá y Quen Santo, con estructuras que evidencian la cultura olmeca. El idioma chuj pertenece a la familia mayense, junto al q'anjob'al, jacalteco, acateco, tojolabal y mocho, lo hablan alrededor de 50.000 personas y hace aproximadamente 21 siglos que formó su propia rama lingüística, el chujeano.

Las mujeres chuj son las indígenas que menos acceso a la educación han tenido en Guatemala, prueba de ello es que sólo el 12,5% sabe leer y escribir.








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Chortís



El eje o centro cultural de la civilización del imperio Maya fue el área del pueblo chortís. Este punto de referencia histórica se localizaba entre los departamentos de Ocotepeque, Copán, Cortés y Santa Bárbara, en Honduras; Chiquimula en Guatemala; y es muy probable que geográficamente se extendiera hasta El Salvador. Una tierra de difícil acceso y extremadamente montañosa, con permeabilidad baja y moderadamente productiva; su clima es tropical lluvioso con inviernos muy secos. El área cultural de los chortís pertenece a la mesoamericana, situada en la frontera con las grandes culturas de Mesoamérica al oeste y al sur con las culturas de influencia suramericana de Centro América. Hoy en día la mayoría de la población chortís se localiza en territorio guatemalteco, en el departamento de Chiquimula, donde residen alrededor de 52.000 personas pertenecientes a la etnia, de los 60.000 que se calculan en total; los 8.000 restantes hasta completar la cifra habitan en territorio hondureño.

La historia chortís prehispánica dice que para principios del siglo XVI estaban organizados en una confederación conocida como reino o señorío, con el nombre de Payaquí, quienes se enfrentaron a los conquistadores españoles con una fuerte resistencia en la actual Copán ruinas, en Honduras, liderados por su cacique Copán Galel, aunque su centro urbano ya había sido abandonado y no constituía un centro de control político; la situación de abandono que sufría la ciudad de Copán era similar a las ocurridas en otras ciudades mayas de la región. Posteriormente fue en Citalá, El Salvador, donde cayeron derrotados y aceptaron la rendición y evangelización. A partir del siglo XVI, al igual que otros pueblos, fueron disminuyendo progresivamente su población, sus causas se reparten entre el abuso, vejaciones y malos tratos, por parte de los conquistadores y las epidemias sufridas de la viruela y el sarampión. Para mediados del siglo XVI la corona española distribuyó y repartió tierras e indígenas entre los conquistadores; en el XVII los chortís subsistieron gracias a las pequeñas parcelas que cultivaban de forma individual y comunal; En el siglo XIX los criollos establecieron en la zona los cultivos de tabaco y café. Ya en el siglo pasado, en 1950, Juan Ramón Cuevas compró unas tierras en las que habitaban los indígenas chortís para cultivar azúcar de caña y criar ganado, a la muerte de éste sus hijos heredaron las tierras y con ellas las comunidades indígenas, las que comenzaron a explotar como mano de obra; entre los años 1970 y 1979, se llevó a cabo la reforma agraria, en la que asignaron tierras a un grupo de chortís que estaban organizados como agricultores, pero este grupo no superaba el 10% de los chortís; una década más tarde la organización había aumentado pero esto trajo consigo una mayor represión, varios líderes chortís fueron asesinados por reclamar sus derechos y a partir de ahí se estableció el acuerdo 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OTI) para Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes.

La segunda mitad del siglo pasado fue una constante del pueblo chortís en lucha por sus derechos, ya en la década de los 90 se crearon el Consejo Nacional de Indígenas Chortís de Honduras y la Confederación de Pueblos Autóctonos de Honduras. La muerte de dos chortís, uno de ellos el líder sindical Cándido Amador, en 1997, provocó una peregrinación indígena de protestas por sus derechos hasta Tegucigalpa, la que dieron como fruto unos acuerdos con el gobierno central para la distribución de 2.000 ha. a comunidades chortís, unos meses más tarde fue el Instituto Nacional Agrario el que asignó a cinco comunidades chortís 350 ha., de tierras no cultivables e improductivas.

Según fray Francisco Moran chortí significa "lengua de milperos", tcor es "milpa", y ti significa "boca", "labios" o "lenguaje". Su idioma, la lengua chortí, pertenece a la familia Maya, Cholan-Tzeltalan, Cholan, Chorti. Es un idioma vivo actualmente, que lo hablan mayoritariamente en Guatemala, alrededor de 30.000 hablantes, principalmente en los municipios de Jocotán y Camotán, en el departamento de Chiquimula, no así en Honduras, que se habla muy poco y en riesgo de desaparecer.

Los chortís son uno de los pueblos más antiguos dentro de la familia maya-quiché, y se les conoce por distintos nombres, como es el caso de chumpes o indios comuneros en Ocotepeque; en Copán como indios. Sus asentamientos están marcados por un patrón de asentamientos semi-dispersos, habitan aldeas y caseríos y viven como campesinos en caseríos rurales y comunidades. Estas comunidades chortís se establecen por lo general cerca de los pequeños centros urbanos con sus plazas, donde fijan sus mercados y llevan a cabo sus fiestas religiosas. Su economía se basa en la agricultura y produce cultivos como el maíz, frijoles, arroz y calabazas; es una agricultura de subsistencia y se complementa con peonadas esporádicas en la agricultura o la artesanía, con productos elaborados de mimbre, tule, mezcal y palma, artículos como mecates, matates, petates, escobas, canastos, bolsos, cebaderas... También la pesca y la caza, esto último en raras ocasiones, ayudan en la economía del chortí; y aunque la cerámica o alfarería está perdiendo importancia en detrimento del plástico y la lata, producen otros artículos como dulces de caña de azúcar, confeccionan mesas, sillas, camas e instrumentos musicales; en las zonas altas los campesinos se dedican a la horticultura.

Esta etnia mayense se distinguen de otros grupos no mayas por su religiosidad y creencias, por sus formas de organización y los rituales del ciclo de la vida. Sus creencias se dirigen al dios de la muerte o al del sueño, y el trabajo, como en todos los pueblos mayas, no se separa de la religión. Para cada fase del proceso agrícola tienen un ritual, como lo es la típica celebración de la cosecha del maíz, que señala la fecha oficial para sembrar los granos de maíz, que ya no es más el espíritu divino. Para ellos el bautismo no cancela el pecado original, trata de asegurar el crecimiento, lo mismo que la lluvia en el cultivo del maíz.









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Chorotegas


Terrence Kaufman asegura que los chorotegas eran los habitantes de la antigua ciudad prehispánica de Cholula cuando fueron desplazados por los nahuas, y propone que chorotega es una etimología basada en el náhuatl clásico, chorotega, cholõltecah, y que precisamente significa "habitantes de Cholula". Todos los estudios relacionados con los chorotegas nos dicen que su procedencia es Mesoamérica y que llegaron a Centroamérica a finales del siglo VI, que son originarios de grupos náhuatl-pipil-nicarao, que hablaban lenguas del tronco lingüístico oto-mangue y que sus migraciones se dieron hasta el siglo XI, aproximadamente. En Nicaragua se asentaron en la vertiente del Pacífico, desplazando a su vez a otros pueblos ya existentes de la llamada Área Intermedia, actitud que tuvieron que sufrir ellos mismos cuando más tarde llegaron a la región los pueblos de lengua náhuatl, y que también tomaron asentamiento en Nicaragua, especialmente en la región del istmo de Rivas. Los conflictos en territorio nicaragüense fueron con los pueblos Miskitos Matagalpas, Sumos y Ramas, a los que desplazaron hacia el centro, norte y costa del Caribe.

En Costa Rica ocuparon toda la península de Nicoya, la región de Chomes en la margen oriental del golfo de Nicoya, los dominios del rey Gurutina y las costas de la ensenada de Tivives. Esta última fue conocida con el nombre de Chorotega o Chorotega Vieja, zona que supuso el confín de las culturas mesoamericanas en la vertiente del Pacífico. Fuera de los territorios de Nicaragua y Costa Rica, también erradicaron en la costa de Honduras, El Salvador, Chiapas y Oaxaca. A los chorotegas se les conoce también por los nombres de cholultecas, mangue, dirián y orotiña.

La cultura chorotega era la más desarrollada en la zona centroamericana que habitaron, la agricultura la desarrollaron intensivamente y a mayor escala que los demás pueblos de la región. Sus cultivos se alternaban entre el maíz, los frijoles, calabazas, algodón, chile, cabuya, tabaco y cacao, además de los árboles frutales; utilizaban el sistema de quemas. También fueron unos excelentes ceramistas y tallistas de piedra, de igual manera hacían artículos domésticos y culturales como incensarios, metates, pebeteros, efigies de dioses. Parte del legado cultural chorotega en Nicaragua lo dejaron en enormes figuras de piedra, encontradas en la Isla Zapatera, santuario en el lago Cocibolca o Nicaragua, más tarde estos grandes símbolos de piedra fueron transportados al colegio de los jesuitas en Granada y por último, su actual ubicación, al convento de San Francisco, también en la misma ciudad colonial.

Después de algunos siglos asentados en la zona del Pacífico nicaragüense aparecieron los nahuas, en el año 1200 d.C. En principio su pretexto era el de continuar a otras tierras más al sur del istmo, pero sólo quedó en pretexto, la verdadera intención no era otra que invadirlos y ocupar la región que habitaban. Cosa que consiguieron desplazándolos hacia las mesetas de los pueblos donde se ubican en el territorio geográfico de Diriamba, Jinotepe, Masaya y la península de Nicoya en Costa Rica. Los grupos indígenas del norte de Nicaragua, de Monzonte y San Lucas, son considerados sus descendientes. Los chorotegas que actualmente se cuentan, tanto dentro como fuera de los territorios nicaragüenses y costarircenses, se calculan alrededor de 800 individuos.

La formación política de los chorotegas era la de cacicazgos guerreros, coexistiendo a veces con cacicazgos teocráticos. Su organización se caracterizaba por un sistema de rangos, a los que se accedían por méritos guerreros o por el bien de la comunidad. Los sacerdotes ocupaban el escalón más elevado por orden de rangos, eran los que fijaban los calendarios, organizaban las fiestas religiosas, efectuaban los sacrificios y enseñaban la doctrina sagrada.

"
Los ancianos escuchaban el secreto de las confesiones por haber faltado a algún deber sagrado, como quebrantar las fiestas, blasfemar de los dioses, etc. Como penitencia podían ordenar llevar leña al templo o barrerlo. Con el acto ritual de barrer el templo se abría camino a los dioses de la lluvia". (Bobadilla 1959, IV:381. Citado en Luis Ferrero, 1975, p. 120)

También Fernández de Oviedo nos dejó al respecto: "Estos indios Chorotegas son de otra lengua de por sí, e más varones e hombres de guerra que los de las lenguas de Nicaragua, e la lengua de Nicaragua e la de México o temistitan en la nueva España es toda una. Los Chorotegas todos comen carne humana, e también hay gentes de ellos entre los de Nicaragua. Tenían guerras los unos con los otros, porque así como difieren en las lenguas Asia en ceremonias e ritos e amista, y en todo lo son diferentes"."Esta en golfo de Chorotega e dentro de aquel ancon, que se puede decir mas propiamente Golpho, una Isla rodeada e poblada e otras pequeñas yermas, que son escollos".

"Es de las más hermosas e apacibles tierras los llanos de Nicaragua que se puede hallar en estas Indias, porque es fertilísima de maizales e legumbres; de fenoles de diversas maneras; de mucha e diversas fructas, de mucho cacao… Hay multitud de gente, así en aquella provincia de nagrando, donde esta la ciudad de León como en otras de aquel reino, e muchas de ellas. No se gobernaban por caciques e único señor. Sino a manera de comunidades por ciertos números de viejos escogidos por votos: e aquellos creaban un capitán general para las cosas de la Guerra… los de la lengua de chorotega que son sus enemigos, tienen los mesmos templos; pero la lengua, ritos e ceemoneas e costumbres diferentes de otra forma. Tanto que no se entienden. Los chontales así mesmo son diferentes de los uno e de los otros en la lengua, e no se comunica la de los unos con los otros, ni se parece mas que la del vizcaíno con el tudesco".

"Tenían libros de pergaminos que hacían de cueros de venado, tan ancos como una mano o más, e tan lenguas como diez o doce pasos, e más o menos, que se encogías, e doblaban, e resumían en el tamaño e grandeza de una mano por sus dobleces uno contra otro, y en apuesto tenían pintados sus caracteres o figuras de tintas roxa o negra, de tal manera que auque no eran lectura ni escritura, significaban e se entendían por ellas todo lo que querían muy claramente; y de estos tales libros tenían pintados sus términos y eredamiento, e lo que más le parecía que debían estar figurado, así como los caminos, los rios, los montes e boscajes e lo demás, para los tiempos de contienda o pleitos determinarlos por allí, comparecer de los viejos guegues como viejo".











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Chontales de Tabasco


El vocablo chontal proviene del náhuatl, chontalli, y significa extranjero; puede referirse tanto a los chontales de Tabasco, a los oaxaqueños o al departamento nicaragüense llamado Chontales. Sin embargo, la relación entre ellos es nula, no existe procedencia que los relacione a pesar de esta denominación bajo la misma palabra. Los chontales tabasqueños, o mayas-chontales, son un grupo mayense que se consideran descendientes de los olmecas históricos, que se autodenominan yokot'anob o yokot'an, y que quiere decir: "el pueblo que habla yoko ochoco". La localización de esta etnia mexicana se halla en el estado de Tabasco, en cinco municipios, que son: Centla, El Centro, Jonuta, Macuspana y Nacajuca, en donde se concentra el número más elevado de indígenas pertenecientes a la etnia, en los otros cuatro primeros municipios sólo se encuentran en determinadas áreas del municipio. En Centla se ubican en la parte norte del municipio, en los pantanos, lagunas y manglares; en Macuspana también al norte; en Jonuta era en los sitios más apartados hasta hace poco tiempo; en cambio, en El Centro, se sitúan a orillas del río Grijalva y en los límites con el municipio de Centla.

La historia sitúa a los yokot'anob como descendientes de los olmecas porque es allí, en el mismo territorio que hoy ocupan, donde el pueblo olmeca lo hizo entre los años 2000 y 100 a.C. Los estudios arqueológicos realizados al respecto revelan que los mayas tuvieron su apogeo alrededor del siglo III y es en esa época cuando la cultura chontal de Tabasco vivío su máximo esplendor, en un territorio donde también los toltecas estuvieron presentes, según estudios arqueológicos. Y nada es de extrañar que los yokot'an hablaran la lengua náhuatl, pues ya sabemos de su influencia en la zona, hasta la llegada de los conquistadores españoles. También sabemos por los restos arqueológicos encontrados que los maya-chontales siempre prefirieron para vivir las zonas costeras, las orillas fluviales y las zonas pantanosas o húmedas, al menos es en esos sitios donde se encuentran los complejos más importantes referentes a la arqueología chontal. No obstante, era y es una etnia que también vivía de la agricultura, no sólo de la pesca, utilizaba el sistema de raza en "los altos" mientras que cultivaba los terrenos de humedad cuando se retiraban las aguas después de las inundaciones anuales, y así, de esta manera, siempre disponían de maíz nuevo para consumir. También eran grandes y prestigiosos comerciantes, y aunque se conoce que la pesca era otra alternativa para subsistir, no se conoce con exactitud si se realizaba en alta mar o en la zona acuática de los llanos.

El río Grijalva le debe su nombre a Juan de Grijalva, quien en 1518 realizó una incursión por el territorio, un año antes de que llegara Hernán Cortés y se entrevistara con Tabscoob, el señor de la región. Quienes a pesar de los tratados diplomáticos que llevaron a cabo terminaron enfrentándose el mismo año, 1519, y tras una batalla en Centla los españoles dirigidos por Cortés sometieron a los indígenas chontales. Aún así, acabaron por aliarse en medio de un ambiente epidémico propiciado por las nuevas enfermedades, llevadas consigo por los conquistadores desde el viejo continente. Para el siglo XVII la población indígena había desaparecido en un 95% y la selva recuperaba el territorio que siglos atrás les fueron arrebatados por los nativos, que sobrevivieron al periodo colonial en un punto importante, también hoy considerado el centro del mundo yokot'an, Nacajuca, donde en 1614 se fundó la primera iglesia. Un tiempo duro, el de la colonia, donde los españoles desarrollaron la ganadería para obtener sebo y pieles, y los cultivos de cacao y palo de tinte, los indígenas que formaron parte de estas empresas siempre lo hicieron en calidad de servidores.

En el siglo XX los chontales tabasqueños llegaban a los embarcaderos en cayucos, a vender su mercancía, cal de ostión, vigas y puntales de mangle, carbón y pescado, materias primas de las que eran abastecedores para los mestizos y blancos, aunque siempre trataban de evitarlos y negociar directamente con ellos. Los indígenas veían cómo eran despojados de sus tierras por los españoles por la ampliación de la ganadería y eran arrinconados a las zonas pantanosas e inundables. Con el siglo XX llegó lo mejor y lo peor para el pueblo chontal, lo mejor se podría decir que fue la aparición de petróleo en su territorio y las primeras instalaciones en Comalcao y Macuspana, y eso era sinónimo de riqueza, de progreso y trabajo, y así fue, los nativos comenzaron a trabajar como peones sin cualificar contratados al servicio de Pemex. Lo peor fue precisamente la manera de gastar la riqueza que generaba, los sueldos se gastaban en alcohol y prostitución, dos tipos de negocio que proliferaron en la región y esto acabó atrayendo a las religiones evangélicas y protestantes y con ellos se fueron eliminando las costumbres y creencias ancestrales de los yokot'an, como la estructura familiar tradicional basada en familias extensas.

La lengua de los chontales o yokot'an pertenece a la familia maya, junto con el ch'ol y el chortí, entre otros; dentro del mismo idioma existen tres importantes dialectos, el de Macuspana, El Centro y el de Necajuca, pero la mayoría de la población chontal es bilingüe. Fueron malos tiempos lo dos primeros tercios del siglo pasado para esta lengua maya, pero a partir de los primeros años ochenta recibió un gran impulso oficial para recuperar su uso. Sus viviendas tradicionales rurales eran de jahuacte y palma, soportados sobre pilares de madera dura que aguantara la humedad del entorno, no tenían ventanas pero en cambio eran frescas. Disponían de un refugio previsto para las inundaciones y un tapanco que servía de almacén; se construían varias en el mismo solar que se interrelacionaban por lo extensas que eran las familias; cuando las inundaciones lo exigían se desarmaba la casa, lo indispensable se metía en cayucos, y la familia buscaba un nuevo lugar donde residir. Su artesanía es variada, dos tipos de artesanía, la utilitaria y la que se hace para el turismo. La artesanía artesanal se basaba principalmente en la construcción de cayucos, en caoba o cedro, pero la desaparición de los bosques, y la selva en sí, ha obligado a ir dejando a un lado la costumbre. Aún así se continúan elaborando tambores, tunkules y "pitos", con los que se toca la música en las danzas y ceremonias. Para el turismo prevalecen las jícaras, figuras y cucharas de madera, y una minúscula cerámica que se usa para las ofrendas a los sobrenaturales selváticos y que se toma como juguete.

Los chontales piensan que las enfermedades surgen por una ruptura con el orden cósmico, y para su remedio tienen dos opciones tradicionales compatibles, el herbolario es lo principal pero se suele combinar con ceremonias a lo sobrenatural. Su concepción del mundo sobrenatural los sitúa en la creencia de una serie de divinidades relacionadas con su entorno, los dioses de la tierra, los dueños de las lagunas y el manglar, y tienen una misión inmediata que cumplir, la sobreexplotación y destrucción del entorno natural y que actúan castigando al infractor, enfermándolo, haciéndole perder la razón o matándolo.
























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