Irreverente mirada al pasado

La plebe , intenso trabajo que mezcla hechos reales con hechos imaginarios

La plebe. Tronación histórica. Dramaturgia: Flora Gró, Andrés Mangone, Lucas Olmedo. Intérpretes: Beatriz Balvé, Melina Benítez, Ana Celentano, Hernán Franco, Eugenia Grillo, Flora Gró, Luis Herrera, Julián Krakov, Andrés Mangone, Armenia Martínez, Diego Martínez, Ianina Mónaco, Eliana Pereira Rejala, Julián Popper, Gustavo Saborido, Rafael Solano, María Zubiri. Diseño de escenografía: Julieta Potenze. Diseño de iluminación: Matías Sendón. Diseño de vestuario: Julio Suárez. Asistente de dirección: Soledad Asurey. Dirección: Andrés Mangone. En el Teatro del Abasto (Humahuaca 3549). Funciones: hoy y mañana, a las 21. A partir de la próxima semana: los lunes, a las 21.
Nuestra opinión: buena

Buenos Aires antes de la Revolución de Mayo. Una aldea pequeña integrada por seres anónimos que siguen los designios de un virrey irreverente, movilizados por invasiones de soldados extranjeros y siempre dispuestos a enfrentar a los enemigos. En los márgenes se moldea la Revolución, mientras el pueblo padece los avatares de políticos inquietos. A la vez, algunos hombres y mujeres criollos, con pura pasión, intentan cambiar el destino que la corona española ha impuesto.

La plebe es una experiencia intensa dramáticamente, que sigue los acontecimientos históricos a veces con rigor y en otros dislocando momentos y personajes para, de esa manera, mostrar a esos seres de forma más ridícula. En ese acto, la historia asoma expuesta con trazos groseros y, entonces, este presente parecería encontrar un espacio para confrontarse.

Desde la dramaturgia, los autores no expresan una potente opinión acerca de los hechos y las criaturas que deciden seleccionar para formalizar este texto. Entonces, el material a veces fluye con interés, y en otros las escenas parecen estancarse. Es cierto que el juego actoral es rico, creativo, pero la falta de síntesis en la estructura dramática hace perder la tensión y aminora el ritmo y el racconto histórico de ciertas situaciones se prolonga innecesariamente.

Parte de los espectadores que asisten a la función se integran a la acción en algunas escenas y esto vitaliza esos momentos. Aquí es el pueblo el que directamente observa a quienes construyeron su historia y lo hacen relacionándose directamente con ellos.

Un humor crítico recorre la propuesta.

El elenco es muy sólido y puede entrar y salir de diferentes situaciones y personajes, y siempre lo hace con solvencia, aportando a la concepción de un mundo sombrío, decadente por momentos, apasionado en otros. Puede decirse que el espectáculo se sostiene mucho por las destacadas actuaciones. Andrés Mangone, como director, da forma de manera muy integral al espectáculo y consigue provocar una buena reflexión acerca de unos acontecimientos que todos conocemos, pero que, pocas veces, se presentan cargados de juego y de ironía.

Carlos Pacheco

Fuente: La Nación