Chichimecas


Los chichimecas eran una tribu de la familia "Nahoa", procedían del norte, de una ciudad llamada Amaquemacan y que según algunos historiadores existió en la alta California, un gran reino cercano a Huehuetlapallan, en la que habitaban los toltecas. Fueron grandes guerreros, conquistadores y fundadores de otras ciudades y territorios, sus dominios abarcaron una gran extensión del Valle de México y que hoy se conocen como estados de México, Morelos, Puebla, Veracruz, Querétaro, Guanajuato, San Luis Potosí, Jalisco y Zacatecas. Desde el norte de Querétaro hasta Saltillo y desde Guadalajara hasta San Luis Potosí; su localización hoy por hoy se ha reducido a una sola localidad, los últimos chichimecas viven en La Misión de Chichimecas, San Luis de la Paz, Guanajuato. Los chichimecas fueron una tribu de guerreros y cazadores que vivían de lo que cazaban y de lo que quitaban a los demás, esa era la manera de entender la vida, la de la ley del más fuerte, quizás por esa manera de entenderla no fue un pueblo culto, eran salvajes y todo su empeño lo volcaban en el manejo de las armas, en lo que eran hábiles, y en el arte de la guerra, al fin y al cabo era su manera de subsistencia y parece que no les fue muy mal del todo.

Chichimeca es el nombre genérico con el que los mexicas conocían al conjunto de pueblos del norte de México. Por tanto la palabra chichimeca es de origen náhuatl, chichimècah, que tiene distintos significados, porque para algunos es "linaje de perros", "lugar de perros" o "perro sin correa", proponen que chichimeca significa "gente que vive en chichiman" y que se entiende como "lugar de perros", en náhuatl chichi es perro; otros creen que chichimeca es equivalente a bárbaro o salvaje. Sin embargo, el término tiene diferentes interpretaciones, Alva Ixtlilxóchitl dice que en su idioma quiere decir las águilas, también para otros significa "chupadores", del verbo chichi que significa mamar, y según Torquemada este nombre lo recibían porque chupaban la sangre de los animales que cazaban. De todas maneras todas las interpretaciones desembocan en la misma designación, la de un estado salvaje o incivil.

Los chichimecas eran un grupo de seis pueblos con una identidad común, prácticamente, guerreros y recolectores, aunque pames, guamares, caxcanes y tecuexes llegaron a conocer la agricultura que aprendieron posiblemente de los toltecas, los otomíes y tarascos; los zacatecos y guachichiles tenían un grado cultural inferior a los demás y su forma de vida era principalmente nómada. Fueron un pueblo bárbaro y no contaban apenas con herramientas o instrumentos de producción útiles, todo se basaba prácticamente en las necesarias para la caza y la guerra, de lo que vivían, y pasaban poco más allá de las flechas y las cerbatanas. Su florecimiento como pueblo llegó en el estado de México, cuando fundaron Amecameca, un pueblo que aún existe, en recuerdo de la antigua ciudad de donde vinieron.

Los pueblos chichimecas que cultivaban la tierra lo hacían primero con el corte de árboles, roza, siembra y desyerbe, y los utensilios de labranza eran las hachas de garganta y las coas; sus cultivos eran de chile, frijol y maíz. Anterior a la introducción en la agricultura subsistían de frutos silvestres y vegetales, semillas, raíces, el dátil de mezquite y además de comer tunas hacían con ellas una especie de licor. La caza era muy importante para su base alimenticia y para vestirse, pues se vestían con pieles de animales, comían conejos, ranas, peces... La excedencia agrícola la comercializaban con otros pueblos por medio de trueque, al igual que los utensilios domésticos, de caza, artesanía y alfarería. El fraile Bernardino de Sahagún, en Historia general de las cosas de la Nueva España, menciona que los caxcanes y tecuexes hacían trueque con los otomíes, con los que intercambiaban armas por excedentes agrícolas: "Las operaciones las hacían en días de plaza en un lugar llamado tianquistli o plaza pública". Del dátil de mezquite también dice que:"Hacen de aquella fruta ciertos panes que guardan para entre año".

Con respecto al arte es poco lo que se ha encontrado relativo a los chichimecas, es obvio que cuando un pueblo se dedica a la guerra no tiene mucho tiempo para dedicarlo al arte. Quizás en la cerámica esté lo más representativo, muy poco y se conoce por las excavaciones de tumbas, algunas figurillas encontradas a modo de ofrenda, de 10 cm. de largo, se encontraron en San Luis Potosí y las que representan a mujeres muestran marcas en el cuerpo, pintura y ojos rasgados. De igual manera se encontraron algunas vasijas de barro, con adornos muy simples y que estuvieron pintadas supuestamente con color rojo. Está claro que tampoco fueron artesanos, talvez algo de carpintería, tejedores y lapidarios, pues conocían y trabajaban los pedernales y navajas para las puntas de las flechas. En sus creencias religiosas estaban la adoración al sol y a la luna.

Cuando se preparaban para la guerra lo hacían con oraciones y danzas, con la danza de la guerra conocida como "el mitote", que consistía en trabar los brazos con sus compañeros y girar vigorosamente alrededor de la hoguera; probablemente lo harían al ritmo de un tambor o con el golpeo del arco y la flecha. Fray Juan de Torquemada dejó dicho al respecto: "Pelean desnudos, untados con matrices de diferentes colores, y con arcos y flechas con puntas de pedernales, armas que por ser de caña parecen débiles, pero es increíble el estrago que, puestas en sus manos, hacen en los hombres armados y en sus caballos, aunque vengan cubiertos".

*Consultar Pames
*Consultar Guamares
*Consultar Guachichiles
*Consultar Caxcanes
*Consultar Tecuexes
*Consultar Zacatecos




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Caxcanes


Según las crónicas del padre Antonio Tello, los caxcanes tenían una cierta similitud en la lengua con los mexicas, dice que: "Los pueblos de caxcanes son gente que casi habla el lenguaje mexica y se precian de descender de los mexicas pero no hablan el lenguaje mexica tan culto y refinadamente como ellos". También por las mismas fuentes se cree que descienden de las 7 tribus que salieron del mítico Aztlán. Los caxcanes eran uno de los seis pueblos que pertenecían al grupo de los chichimecas, nombre genérico que los mexicas le dieron a los pueblos que vivían al norte de México, una vasta región que actualmente conocemos por Aridoamérica. Las cuatro naciones chichimecas* más importantes o principales eran los pames, guamares, zacatecos y guachichiles, y junto a éstos los tecuexes y caxcanes.

El pueblo caxcán era el más numeroso de los denominados chichimecas y habitaban por los territorios de El Teúl ( hoy conocido por Teúl de Gonzáles Ortega), Tlaltenango, Juchipila, Teocaltiche (Nochistlán), Aguascalientes y Jalisco; y dentro de la tribu había un subgrupo llamado "los Tezoles". De igual manera y por las crónicas, se cree que a partir del colapso de la cultura de los Chalchihuites hubo un desplazamiento hacia el sur de algunos grupos que con el tiempo pasarían a llamarse caxcanes. En español, caxcán significa "no hay", un nombre que se les quedó a los conquistadores españoles cuando llegaron a su territorio y les preguntaban por comida y otras cosas ¿de dónde lo he de tomar? Y los indígenas les respondían en su lenguaje "no hay".

Los caxcanes fueron un pueblo aguerrido, fueron conquistadores y fundadores de pueblos como Amecatl, Tuitlán, Juchipila, El Teúl, Noschitlán y Teocaltiche, donde los belicosos tecuexes se habían aliado con sus vecinos los zacatecos y guachichiles, para tratar de frenar la acometida caxcán y su invasión. Una de las últimas guerras en la que estuvieron enfrentados los caxcanes y sus vecinos fue la que se ocasionó por la comercialización de la sal, un enfrentamiento que involucró a una extensa zona, conocida por la guerra regional de 1513. No se puede decir que los pueblos chichimecas se llevaran bien, al contrario, siempre fueron enemigos reconocidos y especialmente en la época de la conquista española, donde los caxcanes se aliaron con los conquistadores para luchar contra los otros pueblos de la región.

Pero la alianza entre los caxcanes y los conquistadores no llegó a buen puerto, porque hartos los indígenas de años de vejaciones por parte de los españoles, el jefe caxcán Tenamatztle encabezó la rebelión más grande que hubo en esa época. Los caxcanes lucharon hasta la muerte y antes de ser apresados o entregarse se lanzaron por un precipicio. Fue la guerra conocida como la del Mixtón, a finales de 1540, que dio comienzos en las localidades de Huaynamota y Huazamota, en territorio del estado de Nayarit, y provocada por los abusos de autoridad de algunos encomenderos. La resistencia que opusieron los chichimecas, especialmente caxcanes y zacatecos, fue aguerrida, brava y difícil para los españoles, que nunca pensaron que la conquista del norte de México, después de dominar a los mexicas, tardaría más de dos siglos en llevarse a cabo. Tuvo que intervenir directamente el virrey Antonio de Mendoza, quien dio fin a la insurrección con un ejército que, según las crónicas, se componía de cincuenta mil hombres, entre ellos aliados de otros pueblos, como los tlaxcaltecas, huejotzincas, cuauhquechultecas, mexicas, xilotepecas y acolhuas.

El sistema político y social de los caxcanes se podría definir como un sistema aldeano, con un centro a modo de cabecera, una aldea mayor, y lo que se podrían llamar cuatro barrios de menor población a su alrededor y dependientes del núcleo central. Los caxcanes no eran un pueblo refinado, aunque tenían sus adoratorios y conocían la agricultura, especialmente los que vivían cercanos a fuentes de agua, río o manantiales. Pero por norma general, al igual que los otros pueblos chichimecas, los caxcanes se dedicaban más a la caza y a la recolección de frutos silvestres. Sin embargo, a diferencia también de sus vecinos chichimecas, y debido al contacto con los otomíes y los tarascos llegaron a alcanzar el sedentarismo


*Consultar Chichimecas







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Aztecas


El Azteca fue un Imperio que floreció entre el actual territorio de México y parte de Guatemala, en el siglo XIV. Los llamados con este término fueron los habitantes de los territorios que conquistó Hernán Cortés y no sólo corresponden, o correspondían, a los mexicas, erróneamente llamados aztecas. El imperio nació de una triple alianza entre tres estados integrados, Texcoco, Tlacopan y México-Tenochtitlán, aunque hay que tener en cuenta que fueron los mexicas los que encabezaban la confederación y el más expansionista de los tres aliados. Aún así, los mexicas nunca establecieron un dominio directo sobre los pueblos conquistados, era la élite gobernante de la triple alianza la que se apropiaba mediante una imposición tributaria que se fijaba de acuerdo con la producción de los pueblos dominados. Es necesario aclarar que los dominadores nunca impusieron ni su religión ni su lengua, sin embargo, en cuestiones políticas no disfrutaban de independencia, seguían gobernados por grupos locales, solamente en algunos casos establecieron un control militar en puntos estratégicos de sus dominios.

Los métodos escogídos por los mexicas para imponer su dominio fueron diversos, aunque el carácter militar era el más empleado también utilizaron el matrimonio, la unión entre familias representantes de las élites locales para asegurarse la lealtad hacia el poder de México-Tenochtitlan. Pero no todo lo que se propusieron en cuestión de conquistas les salió como pretendían, el dominio en Mesoamérica no fue total, varios estados fueron capaces de resistir el empuje de los aliados aztecas. De todos sus enemigos creados, que sin duda serían muchos, quizás entre los más importantes está el pueblo tarasco, a los que no pudieron derrotar y fueron los causantes de que el Imperio Azteca no continuara su expansión hacia occidente.

La historia de los aztecas cuenta que a partir de fundar Tenochtitlán, la actual ciudad de México, se asentaron en ella hasta la llegada de los conquistadores españoles. Habían salido de Aztlán, un mítico lugar que no se sabe con certeza donde se situaba geográficamente, aunque se supone fuera de los confines mesoamericanos, convencidos por el dios Huitzilopochtli para buscar un nuevo lugar donde asentarse. Hasta llegar al valle de México el camino fue duro y largo, se asentaron en Chapultec pero tal como lo hicieron fueron expulsados, y fue entonces cuando le pidieron al señor de Colhuacán un lugar donde ir, éste les dio Tizapán, un territorio lleno de serpientes venenosas, que lejos de lo que pudiera aparentar no supuso un problema para ellos pues les sirvieron de alimento y se las comieron asadas. Al tiempo de estar asentados en el nuevo territorio le pidieron al señor del pueblo vecino, los culhuas, que les entregara a su hija para casarla con su dios, pero la supuesta boda se convirtió en un sacrificio ritual y cuando lo supo el padre entró en cólera y tuvieron que huir hacia los lagos. Corría el año 1323 cuando de nuevo iniciaban peregrinaje y, al llegar al lago Texcoco, vieron una señal que creyeron divina, vieron a un águila en un nopal devorando a una serpiente, motivo suficiente para fundar en el lugar la ciudad de Tenochtitlán, que significa "donde está el nopal silvestre"

El idioma de los aztecas era el náhuatl, que se generalizó por los dominios conquistados. La escritura mezclaba pictogramas, ideogramas y signos fonéticos, donde queda reflejada su historia, geografía, economía, religión... Algunos de sus códices han llegado hasta nuestros días y entre ellos el conocido como Códice Borbónico y que data de época anterior a los conquistadores españoles. Fue un pueblo guerrero pero también culto, donde la poesía tenía cierta importancia y algunos de sus reyes fueron famosos poetas, como fue el caso de Nezahualcoyotl de Texcoco. La creencia religiosa era amplia, con respecto a los dioses que adoraban que eran numerosos, el dios de la guerra, la diosa de la tierra; el del amor, de las flores, de las relaciones sexuales, de la fertilidad, era uno sólo llamado Xochipilli, y su esposa la diosa Xochiquétzal la protectora de la prostitución. De igual manera cada fenómeno atmosférico era representado por una divinidad y así un número indeterminado de dioses. Otros campos como la medicina o la astronomía tuvieron un gran desarrollo, al igual que en su conocidísima arquitectura, escultura, orfebrería, pintura, plumería. Un pueblo culto pero también estricto y severo en cuanto a leyes se refiere.

Su organización política y social apenas tenía grupos sociales intermedios, sólo algunos comerciantes enriquecidos conseguían ascender de estatus intercambiando riquezas por prestigio y ofreciendo alguno de sus esclavos como víctima de sacrificio ritual en las fiestas, aunque no era muy frecuente por el coste que suponía. El poder que tenía el emperador azteca no abarcaba todas las cosas y personas como se pudiera imaginar, ese poder se repartía, junto a él, con los guerreros y los sacerdotes, el grupo social de mayor poder. Según los aztecas, el mundo fue creado y destruido cuatro veces, y a la quinta, los dioses crearon la tierra y la separación del cielo, para después, el dios Quetzalcóatl crear los hombres y a las plantas. Los aztecas contaban su particular creación del mundo de esta manera: "Hicieron luego el fuego, y hecho, hicieron medio sol, el cual, por no ser entero, no relumbraba mucho, si no poco. Luego hicieron a un hombre y a una mujer; al hombre le dijeron Huxumuco y a la mujer Cipactonal. Y mandáronles que labrasen la tierra; y a ella que hilase y tejiese. Y que de ellos nacerían los macehuales, y que no holgasen, si no que siempre trabajasen. Y a ella le dieron los dioses ciertos granos de maíz, para que con ellos curase y usase de adivinanzas y hechicerías, y así lo usan hoy en día de hacer las mujeres."

* Consultar Mexicas







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Chatinos


La localización del pueblo chatino se halla en el estado de Oaxaca, al suroeste, en la Sierra Madre del Sur, México. En los municipios de Santos Reyes Nolapas, San Miguel Panixtlahu, Santiago Yaitepec y Santa Catarina Juquila, zonas orográficas tan accidentadas que ha provocado su aislamiento hasta nuestros días. Se le puede considerar como el primer pueblo indígena que llegó al actual estado de Oaxaca, al menos eso suponen los historiadores, otra cosa es lo que realmente esconde la historia, porque no está del todo claro que así sea. De todas maneras, los restos arqueológicos más antiguos que se han encontrado en la costa datan del año 400 a. C., aunque las huellas de la cultura chatina en Nopala son del 600 al 800 d. C. Parece ser que el reino chatino también estuvo bajo el control del pueblo mixteco, un dominio que duró cerca de 300 años, aunque una parte de sus territorios siempre se conservó independiente de los dominadores por distintas razones. Más tarde, durante la conquista española, se estableció en Tututepec la capital de las regiones mixteca y zapoteca, y mucha culpa de esto la tuvieron el oro y las perlas que se encontraban en su territorio, sin embargo, este periodo no fue un camino de rosas, la viruela y el sarampión fueron las causantes de dos epidemias que minaron a la población y la importancia económica decayó.

La responsable de que la región quedara aislada durante siglos ya la he comentado anteriormente, es la inaccesibilidad y la falta de minerales para extraer de su suelo, esta circunstancia fue la causa por la que la cultura chatina quedara tanto tiempo encerrada en sí misma, de todas maneras su estructura política y la religión la tomaron de los conquistadores. Durante el tiempo de la Colonia la región adquirió cierta importancia económica en Europa, gracias al cultivo de la grana, pero a quienes menos benefició fue precisamente a la economía chatina. Después de la independencia el pueblo chapino sufrió un fuerte varapalo al ver cómo las Leyes de la Reforma, que afectaron a su territorio, daban sus mejores tierras de cultivo a criollos y extranjeros. Cuando decayó la economía de la grana, a mediados del siglo XIX, el café se introduce como novedad en los cultivos, pero el auge cafetalero coincide con el Porfiriato, una época de explotación en la que la población se levantó hasta tres veces entre 1875 y 1896, pero las tres protestas fueron reprimidas y un año más tarde, en el 1897, el mercado del café se desplomó y trajo consigo la venta de tierras a bajos precios, que fueron acaparadas en su mayoría también por extranjeros.

En los albores del siglo pasado, siglo XX, el abanico del cultivo se amplió para los chatinos y pasaron a producir el maíz y el frijol para la subsistencia, y el café, la caña de azúcar, algodón, frutas y otros productos para el mercado. Llegó la Revolución y los chatinos apoyaron a los zapatistas que llegaron a la región, pero otra vez ocurrió como antaño, los más perjudicados fueron ellos que vieron como el nuevo régimen no cambió nada respecto a la posesión de las tierras ni su desigual situación respecto a criollos y extranjeros. Ni siquiera con la reforma agraria el pueblo indígena consiguió recuperar sus tierras. Más cercano en el tiempo, allá por los años cincuenta, se incrementó el cultivo de café y se promovió entre los campesinos chatinos, lo que originó una ola de pequeños productores ligados a la economía de mercado, pero aunque los tiempos cambiaban la explotación continuaba de otra manera, siguieron subordinados a los intermediarios locales. Esto ha provocado una constante de conflictos agrarios en la región desde hace varias décadas, una situación que se ve reflejada por el clima de violencia que se vive en la zona.

El chatino es su lengua, cha'tnio, o las variantes cha'cña y tasa`jnya, que en español significa "palabra laboriosa", "palabra difícil" o "trabajo de las palabras". En la actualidad se estima que la población chatina está cercana a las 70.000 personas, de los que la mayoría hablan su idioma. El chatino es una lengua que pertenece a la familia chatino-zapoteca, entorno que pertenece a la rama lingüística del otomangue, tronco Savizaa, que se separó definitivamente del zapoteco hace 24 siglos. Son cuatro las variedades que existen del chatino y que depende del área geográfica: de Santiago Yaitepec, de Zezontepec, de Tlataltepec de Valdez y de Nopala.

El complejo hidrológico formado por los ríos Atoyac-Verde, que atraviesa la región, crea una diversidad de climas que hace que la chatina sea una región rica en recursos forestales, agrícolas y ganaderos, además de frutales. El maíz, frijol, chilacayote y las hortalizas son para el autoconsumo; el ixtle se cultiva en Zezontepec y la jamaica a nivel comercial. La ganadería también se cría en la zona, pero es una actividad que está en manos de los mestizos, al igual que los bosques, que son explotados por compañías extranjeras y no dejan beneficio alguno para los indígenas, aunque ya existen grupos organizados en oposición a estas prácticas. Por lo que los chatinos viven de temporeros en las fincas cafetaleras y en las plantaciones agrícolas. Aunque también es importante la producción artesana, que consiste en la fabricación de textiles y alfarería, esta última se presenta en casi todas las comunidades aunque para uso doméstico. El tejido y el bordado de prendas de vestir se producen en Yaitepec principalmente y, a menor escala, en Quiahije y Nopala; blusas, morrales, ceñidores, servilletas y manteles, sin embargo el uso del telar de cintura va desapareciendo; para hamacas, reatas, mecates y redes, se utiliza el ixtle, en Zezontepec e Ixtapan.

Su organización social está basada en el núcleo básico de la unidad familiar, apoyadas en varias familias emparentadas. Los hombres colaboran en los trabajos agrícolas, pastoreo, cacería, pesca y la construcción de viviendas, fabricadas de carrizo y recubiertas de lodo o de adobe, el suelo terrizo y el techo de palma o teja. Las mujeres se dedican a las labores domesticas, cuidado de los niños, acarreo del agua y leña, animales domésticos, el trabajo en los huertos, la recolección de materiales para la artesanía y la producción de ésta. Sus creencias religiosas están a medio camino, como otros pueblos indígenas de la zona, entre la personalización de las fuerzas naturales y la fe católica, aunque es esta última la más generalizada. Prueba de su religiosidad es el altar que cada hogar construye en un rincón de la única habitación de la que consta la casa chatina, es el sitio más significativo de la casa y en él tienen lugar las ceremonias principales, desde la presentación de los recién nacidos hasta el traspaso del mando en el núcleo familiar dentro de su organización social.




















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Chalchitecos


El Historiador guatemalteco Adrián Recinos afirma que el origen de las tribus de Chalchitán es náhuatl, claramente demostrado por costumbres y monumentos, confirmado por la semejanza de las lenguas: "El mismo nombre Chalchitán procede de la raíz náhuatl chalchi (verde), que forma la base del nombre primitivo de la costa de Veracruz, Chalchiuchuecán (tierra de conchas verdes)". La historia nos cuenta que los primeros chalchitecos procedían de la península de Yucatán, México, y se establecieron al Este de lo que hoy es el municipio de Aguacatán, Huehuetenango, Guatemala. Según algunos escritos hoy podemos estimar que 800 años antes de que los españoles llegaran a tierras americanas y conquistaran las tierras guatemaltecas ya existía el centro más antiguo de toda la región, que no recibía ese nombre si no que se denominaban Coacutec, por supuesto también de procedencia náhuatl. Chalchitán fue un nombre posterior a la llegada de la primitiva tribu que salió de Tulán, cuyo nombre era Coacul. De la misma manera que tampoco se autodenominaban chalchitecos si no B'ali'm Wunak, que quiere decir "hombres tigres".

Según las mismas fuentes: "La tribu de Chalchitán y Pueblo viejo vino probablemente con las tribus de mames que destruyeron en México las ciudades toltecas, ya que hacia el siglo VII Chalchitán, lo mismo que Quiriguá (México) y Copán (Honduras), florecieron como antiguas e importantes ciudades en estos países". Los estudios arqueológicos realizados sobre las ruinas de Chalchitán, revelan que fue la ciudad más antigua del territorio y que se desarrolló a partir de la etapa preclásica, 1.500 a.C. a 300 d.C., con una larga interrupción a finales del mismo periodo, hasta el postclásico temprano, 1.000 a 1.200 d.C. Fue por estas fechas cuando se cree que los habitantes del antiguo Chalchitán se trasladaron al lugar conocido como Tnum o Pueblo Viejo y que se encuentra en la aldea que hoy se conoce como Chichoché, desde el 1.200 al año de la conquista de Alvarado, 1.524. Para esta fecha Pueblo Viejo ya llevaba mucho tiempo en decadencia, sin embargo algunas fuentes creen que los conquistadores terminaron por destruirlo después de la toma de Zaculeu, en 1525, aunque no existen huellas de dicha sumisión por parte de los chalchitecos.

Sobre este enclave arqueológico el cronista Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán reconoce a Chalchitán y Pueblo Viejo como: "punto del reino de Guatemala donde al tiempo de la conquista se veían portentosos restos de edificios y fortalezas". Otros vestigios encontrados se localizan en la aldea de Pichiquil, a 15 Km. de distancia de Aguacatán, dos centros y siete montículos; de igual manera y a 9 Km. de Aguacatán, en la aldea La Estancia, también había montículos pero parece que el último de ellos fue destruido en 1995 por unos extranjeros para excavar, según el líder chalchiteco Andrés Puentes. De acuerdo con las mismas fuentes, en la conquista, durante el siglo XVI, no representaba un peligro para los españoles, pues no era una nación que pudiera atemorizarlos. Sin embargo, a pesar de no poseer una fuerte organización política y militar, habría que destacar su carácter rebelde y que no se dejaban dominar ni siquiera por las intendencias municipales: "posiblemente por eso lo suprimieron el 27 de febrero de 1891, junto a otros pueblos, y pasó a convertirse en un barrio de Aguacatán". Chalchitán y Aguacatán siempre fueron dos pueblos diferentes en los primeros veinte años posteriores a la independencia, hasta que Chalchitán es suprimido y pasa a ser un barrio de Aguacatán bajo el gobierno de Manuel Lisandro Barillas. Aún así, nunca estuvieron de acuerdo con la decisión del anexo, aunque no fue hasta principios de los años 1990 cuando empezaron a demandar su reconocimiento.

Aunque para muchos de los chalchitecos el término tribu ya forma parte del pasado, si consideran que sigue teniendo validez, no deja de ser parte de su organización social. Los chalchitecos tienen una particularidad que los preserva como grupo étnico y que generan sus apellidos, al margen de los registrados en el Registro Municipal. Esta práctica lleva 150 años llevándose a cabo por parte de la iglesia católica. En su tradición ellos ya nombraban a sus miembros, pero la iglesia les asignaba otros en castellano, y por los cálculos se estiman que son unas 200 tribus actualmente, con un numero que van desde los 170 a 250 las más numerosas, hasta de 50 a 10 las menos. Primero se ponía el nombre, por ejemplo Pal, y después se añadía el apellido, que bien podría ser Wa'n. De esta manera se llamaría Pal Wa'n. Pero la iglesia católica los llamaba, por ejemplo, Gaspar Velásquez. Si era de la tribu Pix' y se llamaba Pal Pix' la iglesia le ponía Gaspar Ortiz.

Su organización política y religiosa se está perdiendo con el tiempo, la jerarquía chalchiteca es una de tantas manifestaciones prehispánicas que están en decadencia y van perdiendo terreno en favor de los católicos y evangelistas. Sus actividades productivas van en concordancia con las de los aguacatecos*, con los que comparten territorio y están más relacionados política, social, étnica, económica y culturalmente, aunque existen vínculos que se ven cismados ante las difíciles relaciones entre ellos debido a la anexión de Chalchitán. Una de estas hostilidades se plasma en las elecciones para cargos públicos, la rivalidad y el descontento de los chalchitecos se evidencia por la negación que reciben de los aguacatecos.


















* Consultar Aguacatecos





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Cáhitas


Los cáhitas o cahitas habitaron la región conocida como Aridoamérica, en los territorios actuales de los estados mexicanos de Sinaloa y Sonora, en el área de los municipios de Ahome, El Fuerte, Guasave, Sinaloa y parte de Choix, entre los ríos Mocorito y Yaqui. El pueblo cáhita desapareció como tal después de la conquista de México, por la propia guerra y por epidemias, aunque no todos sus componentes desaparecieron, los sobrevivientes se mezclaron con los españoles y algunas de sus localizaciones se convirtieron en las actuales ciudades de hoy en los estados de Sinaloa y Sonora. Su cultura estaba menos desarrollada que otras de la región como los totomares o los tahues, sus ramas eran numerosas y los españoles los identificaban por el lugar donde vivían. Los jesuitas fueron los misioneros evangelizadores y los que dejaron redactado parte de sus costumbres que hoy se conservan, entre las que hay que destacar los nombres con que se les conocen a esas ramas, distinguían las naciones cáhitas según el dialecto que utilizaban, todos pertenecientes a la lengua Yuto-Azteca. Marcaron o señalaron a seis naciones principales por el crecido o cantidad de familias que las formaban, son Sinaloa, Coroni, Zuaque, Tehueco, Mayo y Yaqui, los cuatro primeros habitaron los valles de los ríos Sinaloa y Fuerte, y los dos últimos, los Yaquis y los Mayos, son los únicos pueblos indígenas cáhitas que existen actualmente, en el estado de Sonora y parte del valle del río Fuerte en Sinaloa.

El pueblo cáhita no tenía unos asentamientos definitivos, eran seminómadas y se desplazaban periódicamente por el que ellos reconocían como su territorio. Sin embargo, conocían la agricultura y sembraban en las vegas de los ríos poco antes de las crecientes. Su manera de cultivo era simple y en vez de llevar ellos el agua a los terrenos sembrados lo hacían al contrario, ayudados de un palo o bastón de un metro de largo aproximadamente llamado coa, con punta endurecida por uno de sus extremos y ligeramente aplanado por la otra. Con la punta de la coa hacían un pequeño agujero en la tierra, depositaban la semilla y con el otro extremo la cubrían o rellenaban, después sólo debían de esperar a que las crecidas regaran el sembrado y creciera el fruto. Con este método conseguían recoger dos cosechas al año, las mismas avenidas anuales de los ríos. Sus siembras son las tradicionales de Mesoamérica, maíz, calabaza, y chile, los demás productos necesarios para su alimentación los obtenían de la caza y la pesca. Esto explica en cierto modo su forma de vivir, seminómadas, la recolección agotaba los recursos alimenticios de un lugar y mientras se recuperaba se desplazaban a otro a lo largo de las vegas de los ríos que conocían. No acostumbraban a guardar los frutos de las cosechas, sólo las semillas para la siguiente siembra.

Las viviendas de los cáhitas eran como las de los tahues, chozas de varas, lodo y palma, construidas en sitios seguros, alejadas relativamente de las crecidas de los ríos pero cerca de las sementeras, y cuando emigraban a otro lugar de su territorio no les suponían un problema, pues los cáhitas no disponían de muchos objetos para transportar, sólo los necesarios, y las chozas las construían de nuevo. Los utensilios más comunes los fabricaban de cerámica, burda y tosca, nada que ver con el refinamiento relativo de totomares y tahues. Por lo general el hombre iba desnudo, en cambio las mujeres vestían un tipo de falda, pero también hacían mantas para cubrirse, hilaban y tejían el algodón que crecía silvestre en la región. Los cáhitas eran un pueblo guerrero y su rasgo cultural más acentuado es precisamente éste, la belicosidad. La invasión de su territorio o algún agravio cometido por otros pueblos hacia el suyo eran los motivos más comunes por los que se levantaban en armas, el arco y la macana; las flechas las fabricaban con la punta endurecida al fuego y empoñozada con un veneno capaz de matar a la persona herida. Se pintaban el rostro y el cuerpo, se ataviaban con plumas y conchas y a la hora de entrar en combate rompían en alaridos, talvez tratando de intimidar al enemigo y en cierto modo también por las bebidas embriagantes que ingerían en la ceremonia religiosa que celebraban, donde también fumaban tabaco y danzaban, y se pronunciaban largos discursos a favor o en contra de la guerra propuesta. Esta ceremonia se celebraba después de que los varones adultos del grupo decidieran iniciar la guerra, reunieran a la población y, ante ésta, el consejo de los viejos y más experimentados hablara. Las victorias militares se celebraban con otra gran fiesta religiosa, en la que se comía ritualmente el cuerpo de uno de los enemigos derrotados, especialmente el más distinguido por su bravura en el combate.

Las creencias religiosas de los cáhitas se basaban en un ser superior y personalizaban las fuerzas naturales, la tierra, el agua, el rayo, el mar... a los que ofrendaban pidiendo buenas cosechas, copiosa recolección de frutos de la tierra y pesca abundante. No construían centros ceremoniales ni sus ceremonias de culto fueron complicadas, no obstante, si practicaban sacrificios rituales, especialmente en el juego de la muerte o juego del Ulama, que se jugaba con la cadera y los ganadores eran sacrificados ritualmente. El hechicero o curandero ocupaba un papel importante dentro del grupo, conocedor y administrador de todos los remedios curativos medicinales que practicaban y siempre iban rodeados de ritos religiosos, tenían tanto prestigio que frecuentemente actuaban como lideres políticos. Su organización social era sencilla, sin ningún líder reconocido en la comunidad, pues el grupo era un conglomerado de familias unidas por parentesco. Existía la poligamia, pero por lo general el matrimonio era monógamo, aunque se disolvía con cierta facilidad.









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Cacaoperas (Kakawiras)


Los cacaoperas o kakawiras es el segundo grupo indígena en importancia que se localiza en territorio salvadoreño, son un pueblo proveniente de Nicaragua y por sus orígenes suele ser confundida con los ulúas, que fue otra de las etnias que tuvo su asentamiento en la zona oriental de El Salvador. La región donde se desarrolló la cultura kakawira predominó el cultivo y el uso del cacao y se caracterizaron por sus danzas al sol y a la madre naturaleza. La emigración de los primeros cacaoperas que llegaron al actual El Salvador lo hicieron en el periodo clásico, de la época precolombina, entre los siglos V y VII, sus asentamientos fueron en los departamentos de San Miguel, La Unión, Morazán y en el municipio de Jucarán, en el departamento de Usulutan.

La muestra más importante de la cultura cacaopera, en cuanto a historia, se encuentra en los sitios arqueológicos de la época precolombina, y están en las cuevas de Unamá, Xualaka, Yarrawalaje y Siriwal, donde se hallan importantes pinturas rupestres de los antepasados, ubicadas a cuatro Km. de Cacaopera. A la cueva de Xualaka se le considera el sitio dominante y principal; mientras que a Unamá, Yarrawalaje y Siriwal eran centros ceremoniales. La etnia kakawira tuvo su idioma propio, el Cacaopera, pero actualmente se le considera extinto, según Miguel Ángel Amaya, el recopilador, sólo se tienen 3.000 palabras recopiladas. Después de la conquista española empezó a declinar la existencia del idioma cacaopera, aunque fue aún peor cuando la independencia del país, el problema lingüístico y de identidad empeoró hasta que en 1974 murió el último hablante en el departamento de Morazán. El idioma cacaopera está emparentado con la familia de lenguas Misumalpa, habladas en la costa Este de Nicaragua y cercanías. Se le llama de esta manera por las primeras sílabas de Miskitu, Sumu y Matagalpa

Actualmente la etnia cacaopera mantiene sus tradiciones y costumbres, una de estas tradiciones es la conocida por la Danza de los Emplumados, sus orígenes se remontan a la época colonial y es muy probable que naciera de la alegría de la construcción del templo, y fueron ocho los caciques con sus ejércitos ataviados con plumas los que se reunieron para celebrarlo. Los danzantes van adornados con una especie de casco con plumas y en forma de copa, sobre sus cabezas, y aunque actualmente las plumas son de otros y distintos materiales, en épocas anteriores eran con plumas de guara, de 48 a 50 centímetros de largo; el casco lo sujetan a la cabeza amarrado con una pañoleta alrededor de la quijada. Los protagonistas se mueven bailando al ritmo de la música, del violín, la guitarra y el tambor. La fiesta se celebra entre los días 15 y 17 de enero; el día 15 realizan un rosario por la mañana y la danza, dentro del templo religioso. Después salen a las calles hasta por la tarde que llegan a la plazuela. El último día los danzantes son acompañados por enmascarados, a los que llaman Tapojiados, quienes bailan y torean un cuerno colocado en un palo, hasta el caer de la tarde.

Morazán comprende un territorio de 1.447 Kilómetros cuadrados, el departamento se sitúa en la parte nororiental del país, con una topografía relativamente accidentada, entre los 500 y 1.000 metros de altitud. Limita al Norte con la República de Honduras, al Sur y al Oeste con el departamento de San Miguel, y al Sur y al Este con el departamento de La Unión. No se puede decir que todos los habitantes de Cacaopera pertenezcan a la etnia kakawira, pero se considera que la mayoría son descendientes de los antiguos pobladores kakawiras. Alrededor del año 1550 se estiman que habían 150 habitantes de la etnia, en 2006 su población era de 10. 677 habitantes. En 1770 perteneció al curato de Osicala y en 1786 al Partido de Gotera; en 1824 fue anexorado al departamento de San Miguel y finalmente, desde 1875, forma parte de Morazán. El topónimo Cacaopera, del idioma Ulúa, significa "Huertas de Cacao". Su religión es la católica y su productividad económica se basa en la agricultura principalmente, caña de azúcar, café, aguacate, piña, frutas cítricas, henequén... Igualmente es importante la cría de ganado bovino y de aves de corral; del mismo modo también lo es la fabricación artesanal de sombreros de palma, objetos de tule y productos de henequén. Es interesante destacar el turismo que se ha desarrollado en los últimos años, en la que es llamada la Ruta de la Paz, en honor a la tranquilidad que se disfruta en la zona después del conflicto armado que asoló la región.










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Cabécares


Son cerca de 10.000 los individuos existentes y pertenecientes a esta etnia indígena de Costa Rica, el pueblo cabécar. Están asentados en distintos territorios de distintas provincias costarricenses aunque el mayor porcentaje se halla en el territorio indígena de Alto Chirripó, cantón de Turrialba, provincia de Cartago, aproximadamente unas 4.700 personas, el resto de su población se localiza por los territorios de Bajo Chirripó en los Cantones de Turrialba y Matina, provincias de Cartago y Limón; Naari Awari en los Cantones de Matina y Siquirres, Tayny en el Cantón Central y Talamanca Cabéar de Cantón Talamanca en la provincia de Limón. Ujarrás y China Quichá en los Cantones de Buenos Aires y Pérez Zeledón, de las provincias de Puntarenas y San José.

El clima de la Reserva Indígena Talamanca es tropical lluvioso con precipitaciones tipo barlovento en la vertiente, producido por el sistema montañoso de la cordillera que sirven de barrera para los vientos alisios, que van de este-noroeste. La época de lluvia es de mayo a diciembre y de enero a abril las precipitaciones son en menor cantidad, en cambio, durante la temporada seca los vientos son fuertes sobre las sabanas, en Ujarrás. El termómetro por estas tierras marca una media de 26.6º, que son moderadamente fértiles para la agricultura y regadas por los ríos Telire, Coén, Lari, Urén y Yorkin. En el interior de la Reserva de Talamanca existen dos áreas bien marcadas, las zonas más elevadas de las montañas y el valle. En las zonas altas predominan las pendientes y no es mucha la población que allí se localiza, de igual modo los cultivos son escasos. De distinta manera se da en el valle, con menos inclinación que en la parte alta, en él se concentra la mayoría de la población y son mas numerosos los cultivos, aunque en época de lluvias los ríos cambian frecuentemente su curso y producen graves inundaciones y las perdidas de cosechas son violentas y periódicas.

La reserva de Talamanca posee uno de los ecosistemas más ricos de Costa Rica, su naturaleza constituye un hábitat que favorece el desarrollo de distintas especies de animales y plantas, que han servido de base para el desarrollo del pueblo cabéar y también de los bribri. El plátano es el motor de su economía, pero su significación va más allá que un producto agrícola, toda la sociedad, su cultura está impregnada de las actividades que demanda este cultivo. Sin embargo, en los últimos años los cultivos se han ampliado, sus tierras se han prestado a la siembra de cacao, banano y café, que suponen un aporte muy importante al apartado económico de la zona, sumado a los productos artesanos, entre los que hay que destacar los bolsos y hamacas de cabuya y pita, decorados con tintes naturales. Relativo a la crianza y consumo de animales hacen una distinción entre sus usos, entre los domésticos y los silvestres. Los primeros, como el chanco o la gallina, sí se pueden comerciar, en cambio los silvestres son sólo para el autoconsumo, por la creencia de que si hacen algún tipo de negocio con ellos serán castigados por los "dueños" de los animales. No obstante, esta creencia no se extiende a otros tipos de negocios dentro de la clandestinidad, como licores o cerveza, al igual que la red de comercios que se expanden por el territorio, pulperías de abarrotes, ropa, herramientas, maderas y otros productos del bosque.

La emigración es un mal que perjudica a esta cultura, como a otras de sus mismas características, sus miembros se trasladan a otros territorios, lo mismo fuera que dentro de la reserva, y sus costumbres se van perdiendo, mezclándose con otras que las absorben y devoran. Las últimas migraciones significativas se dieron en los siglos XVIII y XIX, cuando algunos grupos o clanes se trasladaron de la zona atlántica a la del Pacífico. Más cercanas a estas fechas fueron entre 1964 y 1973, época en la que se contaron la emigración de 54 jefes o padres de familia, de los que 28 lo hicieron con toda su familia a distintas zonas de la región, especialmente al Valle de Talamanca, donde se han establecido en las últimas décadas, a lo largo de los caminos y en las nuevas vías de acceso a las comunidades. Los centros urbanos han cambiado el patrón de asentamiento, ha llegado la luz eléctrica, los centros de salud y educativos se sitúan más cercanos, y sus casas, en algunas zonas del Pacífico, se construyen con nuevas tecnologías. De todas maneras los problemas sanitarios son importantes, por precariedad, por la tendencia al hacinamiento, el agua la obtienen por cañerías o directamente de riachuelos, por lo que prevalecen los problemas intestinales debido al agua y alimentos contaminados.

Su idioma es el Cabécar, perteneciente también a la familia lingüística chibchense, al igual que las etnias vecinas, y con los que están emparentados, el Téribe, el Bribri, el Boruca, el Guaymí y el Maleku. Su religión anda repartida entre el catolicismo y el chamanismo, y están relacionados con otros grupos étnicos como los bribri y los chorotegas. De su historia hay algunos pasajes cotidianos significativos que resaltaré para dar fin a esta ficha étnica dedicada a la cultura Cabécar. El religioso Thiel cuenta que: "A finales del siglo XIX el obispo de Costa Rica ingresa por la región de Chirripó; allí pregunta a la población de una localidad indígena cabécar, si querían admitir la religión cristiana y bautizarse; después de estar instruidos en todo, entraron en conferencia entre ellos mismos. A poco rato dijo uno en nombre de todos que tenían mucho miedo en aceptar el cristianismo, porque le habían dicho que siendo cristianos debían dejar el lugar dónde habían nacido y que se pretendía llevarlos a Moravia, lugar muy malo para ellos porque los plátanos se producen mal en él; que ellos aceptarían el cristianismo quedándose en sus casas".

También cuenta Thiel que: "En ese mismo recorrido se le dijo a una anciana que si quería recibir el bautismo y dijo que no porque se moría. Esta es la misma dificultad que luego nos pusieron los indios de La Estrella".











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Borucas


Los antepasados del actual pueblo Boruca, Brunca o Brunka, como también son conocidos, constituyeron un grupo de pueblos que gobernaron la mayoría de la costa del Pacífico en Costa Rica, desde Quepos, en la actual frontera con Panamá, hasta la península de Osa. Sin duda este pueblo indígena vivió días más gloriosos que los actuales, hoy son poco más de 2.000 representantes de la tribu los que se concentran en la reserva que lleva el nombre de la etnia, en la provincia de Puntarenas, en el cantón de Buenos Aires, y en la vecina reserva de Rey Curré, en el sudeste del país. La Reserva Boruca-Térraba fue una de las primeras reservas constituidas en Costa Rica y fueron declarados terrenos baldíos, tierras comunales, por la Ley general de las tierras comunales, aprobadas por el gobierno nacional de Costa Rica en 1939, haciendo propietarios exclusivos a los pueblos indígenas, y varias leyes posteriores, en 1961 y 1977, establecieron que las reservas serían autonomías y marcaron límites sobre el uso de la tierra dentro de las reservas.

La reserva se extiende por la cordillera de Talamanca, con 138,02 kilómetros cuadrados de extensión, y se encuentra a 120 Km. al sur de la ciudad costarricense de Buenos Aires. Arqueológicamente el pueblo boruca está ubicado en el área cultural conocida como Intermedia, al igual que todas las etnias de Costa Rica, situadas entre las dos áreas de más alta cultura precolombina, Mesoamérica y el Perú. Sus idiomas son el boruca y el español, pero es este último el generalizado en detrimento del materno, el que muchos dicen entender pero no más de la treintena lo hablan con fluidez. El lenguaje de los borucas casi está desaparecido y sólo los mayores conservan y conocen el antiguo idioma perteneciente a las lenguas chibchas. Esta familia de lenguas se extiende por todo el istmo, desde la zona oriental de Honduras hasta el norte de Colombia, entre ellos Nicaragua, Costa Rica y Panamá. El nombre proviene de una lengua extinta llamada Chibcha o Cubun muisca, el idioma que se hablaba en la ciudad de Bogotá cuando la llegada de los europeos; sin embargo, es en Costa Rica, en la frontera con Panamá, donde los últimos datos lingüísticos sitúan el núcleo original del habla chibcha, donde se encuentra la mayor variedad de lenguas derivadas.

La actividad productiva y económica de la reserva está basada principalmente en la agricultura, a pequeña escala, en cultivos familiares. La producción de artesanía es otra fuente importante de ingresos y en la que participan todos los miembros de la familia. Las mujeres borucas aún continúan tejiendo a la manera precolombina, en los telares de cintura, u otras artesanías como las calabazas pintadas. Pero el producto estrella boruca son las mascaras pintadas de alegres colores o en el color natural de la madera de balsa, el material con las que la tallan o fabrican. Las mascaras de los diablitos son el símbolo que identifica actualmente al pueblo boruca, con ellas se representa la Danza de los Diablitos en las Fiestas de los Diablitos, celebrada cada invierno, que representan al diablo estilizado y que son usadas por los hombres en las fiestas. Es teatro indígena en la calle, del pueblo, lo que se pone en escena. La Fiesta de los Diablitos se basa en un conflicto, la lucha de los diablitos contra el toro, un personaje que altera la armonía del lugar con su altanería y simboliza la lucha de los indígenas contra los españoles. La fiesta se desarrolla durante tres días más su víspera, durante la noche anterior el diablo mayor convoca a los diablos a la vida mediante el sonar de su caracol y es la señal que da comienzo a la diversión, donde los jóvenes salen cubiertos por sus mascaras y trajes hechos con sacos de gangoche y la comunidad se vuelca a celebrarlo con tamales, chicha y música. A la mañana siguiente aparece el antagónico toro, personificado en un armazón cuadrado, cubierto de tela y enmascarado, y es juzgado por un jurado popular; el animal lucha durante tres días contra los diablitos y en la última jornada, a eso de las 3p.m., ocurre el momento más importante de la fiesta, el tumbazón, cuando el toro mata a todos los diablitos y en último lugar al diablo mayor, entonces el animal huye y se esconde. A continuación los diablitos reviven como por arte de magia y dan caza al toro, lo capturan y lo queman en la hoguera durante la noche.

Las creencias religiosas de los borucas están basadas en el chamanismo, prácticas tradicionales en la comunicación con el mundo de los espíritus y el chamán es el intermediario, enlace entre este mundo y el otro. Su estructura política depende en cierto modo del poder de un consejo de ancianos, compuesto por los cuatro o seis hombres más viejos de la ciudad, que tienen la autoridad de aceptar o rechazar el nombramiento del oficial de policía nombrado por el gobierno de Costa Rica.














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Bribris


A la llegada de los europeos al continente americano, según el religioso Bernardo Thiel, el número de pobladores pertenecientes al pueblo bribri, sumada al pueblo cabécar, alcanzaba la cifra de unos veintisiete mil indígenas, aunque otras fuentes estiman que podía ser aún mayor el número de habitantes por aquel entonces. Lejos quedaron aquellos días del siglo XVI y la cifra de habitantes registrada, hoy la población ha mermado con respecto a las estimaciones de Thiel, aún así, no significa que continúe la cuenta atrás para esta etnia costarricense, la mayor de todas cuantas habitan Costa Rica, todo lo contrario, el pueblo bibri ni ha dejado de latir ni ha perdido la esencia de su cultura ancestral. Hoy por hoy se calculan en número cercano a los 11.000 componentes, dispersados en dos regiones a ambos lados de la cordillera de Talamanca. En Huetar Atlántica y Brunca, en la primera de las regiones se sitúan en los territorios de Talamanca y Kekoldi-Cocles, en el cantón de Talamanca, provincia de Limón; y en la segunda habitan en Cabagra y Salitre, Cantón de Buenos Aires, provincia de Puntarenas.

El Censo Nacional del año 2000 daba un registro de 9.645 personas, la mayoría ubicadas en el territorio Talamanca Bribri, a lo largo del cause del río Sixaola, que tiene 146 km. de largo, hace de frontera entre las Repúblicas de Panamá y Costa Rica y desemboca en la vertiente del Mar Caribe. Este pueblo costarricense está relacionado con otras etnias, con los cabécares y los chorotegas y además del español se habla su idioma materno, el bribri, del que se conserva su escritura y símbolos de antaño. El hecho de ser un pueblo autosuficiente ha provocado que hayan quedado en situación aislada con los principales centros de civilización, por lo que algunos de sus miembros han optado por la doble nacionalidad, tienen cédulas de identidad panameña y costarricense, de lo que salen beneficiados en la obtención de ayuda médica en emergencias, de ambos países.

La etnia bribri tiene entre sus costumbres y cultura algunos elementos que la hacen muy particular, por ejemplo a la hora de construir sus viviendas, fabricadas de madera, sobre pilotes y techadas con hojas secas. Los bribris son un pueblo independiente y eso se nota al levantar sus hogares, lo hacen muy separadas unas de otras, tanto que es frecuente encontrarse la más cercana de sus vecinos a una hora de camino. Su actividad productiva más importante es la agricultura, el cacao y el plátano son los productos más importantes pero también cultivan maíz, frijoles, tubérculos... Así mismo, se dedican a la cría del cerdo, cazan aves y pescan. La expresión artesanal es importante en la cestería y en la fabricación de instrumentos musicales, para lo que utilizan diversos elementos naturales como jícara, cabuya, pita, tintes naturales y otros. Con respecto a la cultura, como decía anteriormente, es un pueblo que late y eso es un buen síntoma, para fortalecerla se realizan esfuerzos orientados a reafirmarla y promover sus valores y tradiciones propias, mediante grupos culturales que rescatan y proyectan danzas como el "Sorbón" y otras actividades educativas como son la lengua Bribri y la transferencia a las nuevas generaciones de los conocimientos sobre plantas medicinales.

De igual modo los bribri practican su propia religión animista, basada en un chamanismo autóctono, y se podría decir que es la más antigua de todas las religiones que se practican en Costa Rica. Las creencias bribri se basan en el culto a Sibú, creador y héroe cultural; en el poder de los chamanes o awápa; y en una sociedad estructurada en clanes. Su base son las tradiciones orales transmitidas mediante generaciones y a lo que los chamanes llaman "Suwoh", que significa "alma, historia o viento". El Suwoh cuenta y explica cómo el mundo de Sibú interactúa con el mundo de los humanos y viceversa, cada cosa u objeto de este mundo tiene la forma contraria en el otro y espiritualmente es diametral, opuesto a lo que vemos aquí en la tierra. Sus creencias ponen el mundo al revés de como nosotros lo vemos en los ojos de las deidades o espíritus. Un ejemplo de ello es cómo ven los bribris a las termitas, pequeñas, minúsculas, sin embargo en el mundo espiritual sería Ásura, una gigantesca criatura; los peces son yucas, porque el agua es tierra, según dice Uréke, el dueño y señor de los peces; Duwáruk, el dueño de los animales, los ve como plantas y para él los monos son aguacates; o el dios del trueno Kikírma, que ve a los diablos como aves comestibles, es por eso que les dispara con su cerbatana, el rayo.










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Amuzgos


El territorio del grupo étnico indígena conocido por amuzgo se sitúa entre los estados de Oaxaca y Guerrero, en México. Ocupa alrededor de 3.000 km2 y se ubica en la planicie costera de la vertiente sur de la sierra Madre del Sur hacia el océano Pacifico. Su altitud va desde el nivel del mar hasta los 1.000 metros por encima, aunque la mayoría de los asentamientos están situados por debajo de los 200 metros. Es una tierra regada generosamente, si a esta particularidad se le puede llamar así, por los numerosos causes que la atraviesan, el Ometepec y sus afluentes Tres Ríos y Quetzalapa, además de los Arena, Putla, Sordo, San Pedro y Santa Catarina. Su clima es cálido subhúmedo durante todo el año y las lluvias de junio a noviembre, con una precipitación anual cercana a los 1600 mm. y una temperatura media de 25ºc.; la vegetación es tropical y entre sus especies más importantes están el pochote, garumbo, cornezuelo, uña de gato, palo drago, tetlate, guamúchil, macuil, cuapinol y diversas especies de palma; su fauna se compone del tejón, zorra, armadillo, mapache y en menor número aparecen el jabalí, tigrillo y venado.

Se denominan con el mismo nombre de su idioma, con el particular correspondiente con el pueblo o la región; en San Pedro Amuzgos se autodenominan Tzjon Non, que quiere decir pueblo de hilados, hilo suave o mecha; en Santa María Ipalapa se autonombran Tzo'tyio que está vinculado al Río Camarón. Según Fernández Gatica, amuzgo significa entre cerros nombre asignado a un pueblo para más tarde usar la denominación para todo el grupo étnico. Los mixtecos, vecinos de San Pedro Amuzgos, llaman a este pueblo con el nombre de ñuu ñama que se traduce "pueblo de totomoxtle"; en el idioma náhuatl de las regiones vecinas de Guerrero se les nombra amuchitl y que lo traducen como "en el estaño o donde hay estaño". Así y también, según el almanaque de Oaxaca el nombre correcto es amochco o amoxco, y que traducido quiere decir "lugar de libros", lo que podemos deducir, si la explicación es la correcta, que la expresión probablemente se refiere a Xochistlahuaca como la cabecera política y religiosa en tiempos de la conquista, aunque éste no es el nombre autoctono de los amuzgos. En Xochistlahuaca llaman a su lengua ñomndaa, y en cambio, en San Pedro Amuzgos ñonndaa 0 jñon'ndaa.

La lengua amuzga, según la clasificación de Swadesh y Arana, pertenece al grupo Otomangue, tronco Savizaa y familia Mixteca; emparentada con el mixteco, el cuicatero y el trique, y de la misma manera que el triqui su pronunciación es difícil, por presentar al inicio de ciertas palabras dos o tres consonantes seguidas. El amuzgo es una lengua que hablan algo más de 35.000 personas, según los datos del XI Censo general de población y vivienda, y si corresponde con el número de habitantes que ofrecen. En el censo de 1930 habían registradas 8.240 personas que hablaban el idioma; en 1950 eran 12.826 los censados, y en 1990 la población se había multiplicado hasta alcanzar la cifra de 33.294, lo que muestra que es un pueblo en proceso de incremento demográfico. En la actualidad son 38 asentamientos los que habitan en el estado de Guerrero, repartidos entre dos municipios, Xochistlahuaca y Tlacoachistlahuaca; también en el estado de Oaxaca, se concentran en San Pedro Amuzgos y Santa María Ipalapa, aunque en menor cantidad.

El pueblo amuzgo vive prácticamente en la subsistencia y de la agricultura particularmente. Sus tierras son de buena calidad y la trabajan bajo el sistema de roza, tumba y quema, y sus cosechas principalmente se dan de maíz, frijol y chile, y en menor escala el ajonjolí, cacahuete, calabaza, camote, caña de azúcar, jamaica, jitomate, sandía y piña; junto a los árboles frutales como mango, papayo, plátano, zapote, anona, ciruela, nanche y algunos cítricos. La cabaña ganadera está compuesta de ganado bovino, porcino y caprino, criada prácticamente para el consumo domestico; solamente en San Pedro Amuzgos la actividad ganadera es más importante. Las viviendas son de forma rectangular y construidas con adobe o ladrillo, techo de teja o lámina y piso de tierra apisonada o cemento; en las rancherías es de forma circular, con paredes de varas de otate, con los intersticios rellenos de lodo, techo de zacate y piso de tierra. Los dos tipos de vivienda tienen como anexos la cocina y una troje. La vivienda por lo general aloja a una familia extensa en unidades independientes, que consta de cinco o seis ocupantes, carecen de servicios básicos, luz, agua corriente y drenaje. La región está catalogada dentro de las zonas de condición social precaria, con unos niveles muy bajos de bienestar y elevadísimos en índices de analfabetismo y mortalidad.

Sus creencias religiosas se basan en mantener a su favor la voluntad divina, a través de ceremonias propiciatorias de las lluvias, de las buenas cosechas, del bienestar de la comunidad y lo referente a la salud. A los especialistas en estos menesteres se les consideran como los únicos valedores para entrar en comunicación con los entes sobrenaturales que representan los fenómenos naturales, así como con los habitantes del panteón nativo, todos entidades que gobiernan la vida y a los que hay que agradar con las ofrendas y plegarias. La idea de los amuzgos es que todas las personas están sujetas a fuerzas del bien y del mal, que dirigen la conducta de cada cual y determinan los aspectos de sus vidas. Lo que explica que la vida les parezca poco trascendente, mientras que el verdadero sentido de sus existencias se vuelca en "la otra vida". No obstante, sus creencias tradicionales se han ido fusionando, entrelazando, con la religión católica, la que va imponiendo su doctrina a pasos rápidos y seguros.









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